El último libro de la Biblia lleva a su conclusión muchos temas que se iniciaron en el primero de sus libros. Encontramos la nueva creación del cielo y la tierra, una nueva y perfecta morada de Dios con el hombre que será habitada por el segundo Hombre y su esposa, la iglesia; y la serpiente antigua será lanzada fuera.
Además, Babilonia será juzgada. La Jerusalén antigua que albergaba la imagen del anticristo, será reemplazada por la nueva Jerusalén. Terminarán el pecado, la muerte, el dolor, el llanto, los homicidios, la idolatría y la mentira.
¡PENSEMOS! |
¿Cuáles son algunas características de la nueva tierra y la nueva Jerusalén (21:1, 4, 16, 18, 19, 21, 22, 23, 24; 22:1, 2, 3, 5)? Al ver esas características, ¿ubica usted dónde estará la nueva Jerusalén durante el reino milenial de Cristo? ¿O después de él? En su opinión, ¿por qué se describe la morada del pueblo de Dios en términos de una ciudad, en vez de un huerto? |
EL NUEVO CIELO Y LA NUEVA TIERRA
21:1–8
El profeta Isaías anticipó la creación de los cielos nuevos y la nueva tierra (65:17; 66:22). Esos capítulos de Isaías enfocan la venida del Mesías, el juicio y las condiciones gloriosas del reino, pero dejan de lado la esperanza de cambios aún más grandes. Dios hizo la tierra para ser la habitación perfecta de los seres humanos que creó a su imagen. Pero Satanás, el pecado y la muerte entraron y trajeron distanciamiento y sufrimiento, haciendo que la tierra fuera el territorio ocupado por el enemigo. Sin embargo, Dios obró en la historia para vencer a Satanás, el mal y sus consecuencias, así como para liberar a la tierra y el cielo de la esclavitud de la corrupción (Romanos 8:21).
Pedro escribió acerca de la destrucción de la tierra y los cielos por fuego y dice que después, habrá “cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pedro 3:10–13). Aquí, Juan dice que “el primer cielo y la primera tierra pasaron” y que Dios hará “un cielo nuevo y una tierra nueva”. La palabra nuevo significa nuevo en calidad, un mundo fresco. Sin duda, el mundo será cambiado materialmente, pero las características más importantes son espirituales y morales. El Dios que es santo morará con el pueblo que él ha redimido, regenerado y glorificado. Así será el estado eterno que vendrá después del reino milenial y del juicio de 20:11–15.
En 21:1, Juan presencia una hermosa ciudad que va descendiendo del cielo, “la nueva Jerusalén”, bella y pura como una novia preparada para su marido. Los vv. 2–8 introducen la visión de la ciudad con sus características generales. Después, de 21:9 hasta 22:5, la descripción incluye más detalles.
Algunos ubican la nueva Jerusalén en el reino milenial. Sin embargo, el pasaje provee muchas evidencias de que esa ciudad caracteriza el estado eterno. En el orden de los párrafos, la nueva Jerusalén viene después del reino, de la última rebelión y castigo de Satanás, del juicio de los no creyentes y del anuncio del cielo nuevo y la tierra nueva. No habrá mar en el mundo y la ciudad tiene características físicas que no caben dentro del actual territorio de Palestina. La muerte, el dolor, los no creyentes, el pecado y el templo existirán todavía en el milenio, pero no en la nueva Jerusalén.
Como en la cena de las bodas del Cordero, creemos que la esposa incluye a todos los creyentes de todos los tiempos. Las doce tribus de Israel, así como los doce apóstoles de la iglesia, son recordados y honrados en las puertas y cimientos de la nueva Jerusalén.
Lo más sobresaliente de la descripción es la relación de Dios con su pueblo: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres y él morará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (21:3). El desastre del pecado rompió la relación, la comunión del hombre con su Creador, que lo hizo a su imagen para tener eterna comunión con él. La muerte del unigénito del Padre fue necesaria para destruir la barrera y restaurar esa relación. La maravillosa presencia de Cristo por el Espíritu Santo que mora en el creyente, es la primicia de una eternidad de unión y comunión con Dios (Romanos 8:9, 23; Colosenses 1:27).
Para los santos sufridos a través de la historia y, especialmente en la tribulación, Juan asegura que no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor “porque las primeras cosas pasaron” (21:4–5). Será un nuevo mundo.
Para el hombre o mujer que en cualquier época pregunte: “¿Qué debo hacer con Jesucristo?”, los vv. 6–8 le recuerdan las dos opciones. Cristo le invita: “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”. Si acepta el agua como un vencedor, “yo seré su Dios, y él será mi hijo”. Pero el que no confía en el Salvador será contado con los que “tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (comp. 20:14–15). La mención de los cobardes recuerda que en muchos lugares y tiempos, como en la tribulación, se requiere de mucho valor para escoger a Dios y arriesgarse a sufrir las consecuencias (Mateo 13:20–21; 24:9–10, 13). Todavía en el próximo capítulo, Dios presentará la elección que cada persona tiene que hacer. Así, en los últimos dos capítulos de la palabra de Dios, él sigue ofreciendo la posibilidad de tener una relación con él a través de su maravillosa gracia.
LA NUEVA JERUSALÉN
21:9–22:5
La nueva Jerusalén es “la desposada, la esposa del Cordero”. Representa la habitación del pueblo de Dios, unido con Cristo por la eternidad. Se contrasta con la gran ramera que Juan vio en el desierto, que es la manifestación de la infidelidad espiritual. Aquí Juan es llevado a “un monte grande y alto” para presenciar el descenso de la esposa. Esto será obra de Dios y manifestará la gloria divina como una piedra preciosa, clara como el cristal.
En los vv. 12 a 21, los nombres que habrá en las puertas y los cimientos enseñan que Israel y la iglesia estarán incluidos en esta ciudad, pero también tienen una identidad distinta. El estadio equivalía a 582 pies y, entonces, la medida de la longitud, la altura y la anchura de la ciudad es de 2, 160 kms. Algunos sugieren que la ciudad que Juan vio tenía forma de pirámide, aunque podrá ser un cubo. Los 144 codos del muro son aproximadamente 66.5 metros. Como en el cap. 11, es probable que el acto de medir signifique marcar la ciudad para bendición y preservación de daño o profanación espiritual.
La ciudad y sus calles son de oro puro, pero no de color amarillo, sino transparentes, como vidrio. El muro es de jaspe, los cimientos del muro estarán adornados con piedras preciosas. Las doce puertas eran como doce perlas. Podemos imaginar que para Juan, esos materiales reflejaban el fulgor de la gloria de Dios (v. 11). El efecto es de que habrá una luz brillante, pureza y santidad.
Los vv. 22–27 hablan de la vida de la ciudad:
1) No habrá templo porque la presencia de Dios Padre y del Cordero llenarán la ciudad.
2) Dios y el Cordero alumbrarán la ciudad y, entonces, no habrá necesidad de sol o de luna (22:5; Isaías 60:19). Tampo co habrá noche.
3) La gloria de la ciudad alumbrará al mundo entero y todos la glorificarán y la honrarán (comp. Is. 60:3 y ss.). En Apocalipsis, las naciones se unieron contra Dios y su pueblo. Ahora vemos que las personas que siguieron al Cordero le honrarán (comp. 1:5; 5:9; 7:9).
4) Las puertas estarán abiertas porque todos tendrán comunión con Dios y con todos los redimidos.
5) Sólo los redimidos estarán en la ciudad y también en esta nueva tierra. Los demás estarán en el lago de fuego. El versículo asegura que nada podrá profanar la santidad del estado eterno que es para Dios, el Cordero y los que están inscritos en el libro de la vida.
Los vv. 1–5 del cap. 22 continúan la descripción:
6) El trono de Dios será como una fuente de agua de vida que forma un río. La vida fluye de Dios incesantemente por el nuevo mundo. En las Escrituras, el agua a menudo describe la obra de salvación y del Espíritu Santo (Isaías 44:3; Juan 4:13–14; 7:37–39; Tito 3:5).
7) A las orillas del río, Juan vio el árbol de la vida, cuyos frutos alimentan y sus hojas sanan. Lo que el hombre perdió por el pecado de Adán será recuperado perfectamente (comp. Génesis 3:22–24). La salvación de Dios llenará todas las necesidades de la humanidad.
8) La maldición que resultó del pecado de Adán y que trajo corrupción a la naturaleza y al cuerpo humano ya no existirá.
9) Dios y el Cordero reinarán. Compartirán la misma gloria y el mismo trono. Además, “reinarán por los siglos de los siglos”. Todos le servirán, tendrán comunión con ellos y les pertenecerán (v. 4; comp. Salmos 17:15; Mateo 5:8; 1 Corintios 13:12; 1 Juan 3:2). Los eventos que se iniciaron en los caps. 4 y 5 con el trono del soberano del cielo, ahora culminan con el trono del Dios y el Cordero en medio de todos los hombres redimidos.
LA NUEVA TIERRA
- Dios y Cristo estarán con los hombres
- Dios y Cristo reinarán
- Serviremos a Dios y a Cristo
- Dios y Cristo la alumbrarán
- No habrá mar ni noche
- No habrá dolor ni muerte
- No habrá pecado ni pecadores
- La naturaleza será perfecta
Estos capítulos aseguran que la existencia en la eternidad no será un estado de sueño o en que el individuo pase a la extinción como algunas religiones enseñan. En la eternidad habrá actividad, movimiento, vida en comunidad, relaciones con otros y con Dios, adoración, gozo y satisfacción.
Por supuesto, la visión deja al lector con preguntas: ¿Será literal la ciudad? O, ¿es una manera pintoresca de comunicar la belleza y ciertas características de la nueva existencia del pueblo de Dios en el estado eterno? Pero nada de eso restaría realidad a la figura. Por otro lado, si es una figura, ¿qué significado tiene que descenderá del cielo, sus medidas, el número de sus puertas, los cimientos de su muro, y otros detalles? Por lo pronto, tendremos que quedar contentos de contemplar las maravillas que el ángel reveló. Debemos reconocer que lo más importante para el hombre es su eterna comunión con su Dios Redentor que lo ama, valora, ilumina y gobierna.
“¡HE AQUÍ, VENGO PRONTO!”
22:6–21
El libro termina con una serie de afirmaciones, promesas y exhortaciones. El ángel, Jesucristo, Juan, el Espíritu y la esposa hablan por turno. Los versículos inyectan confianza al mensaje de Apocalipsis, seguridad en que Cristo vendrá pronto, y advertencia e invitación a los que todavía no han creído.
¡PENSEMOS! |
¿Qué dicen los vv. 6, 7, 10, 18 y 19 acerca del libro de Apocalipsis? En los vv. 12–17, ¿cuál es el mensaje para los que no han creído? ¿Qué dicen los vv. 7 y 20 acerca de la venida de Cristo? ¿Cuáles son las emociones que usted siente al leer este párrafo? |
La profecía es auténtica 22:6
El ángel confirma que es verdad lo que ha sido revelado en las visiones. Debemos confiar en ello porque Dios mismo, el que gobierna los espíritus de los profetas desde la antigüedad, habló por medio de su ángel con el fin de orientar a los siervos de Dios. El siervo, Juan, fue quien recibió las profecías y éstas sucederán pronto (1:1–2).
Cristo vendrá pronto 22:7
Jesucristo mismo promete que vendrá pronto. La inminencia de la venida de Jesús es importante. Desde la primera venida de Cristo, el hombre ha estado en los últimos tiempos. Cualquiera que sean las fechas de su venida en las nubes para arrebatar a su iglesia o su venida a la tierra para reinar, serán pronto y el creyente debe estar esperando. Jesús bendice al que responde en fe y obediencia al mensaje del Apocalipsis (comp. 1:3). El libro debe provocar fe en el Redentor, una vida santa que refleje la gloria de Dios en el mundo, un testimonio constante a los que no conocen a Jesucristo y mantener la esperanza de su pronta venida.
Hemos de adorar sólo a Dios 22:8–9
Juan asegura a sus lectores que él presenció personalmente y fue fiel testigo de lo que oyó y vio. No hay equivocación posible. También, nos comparte su reacción al ver las visiones: “me postré para adorar”. El impacto lo humilla y maravilla, como también debe afectar a cada lector. Su error, como en 19:10, fue adorar al ángel, quien inmediatamente lo detuvo y exhortó, diciendo: “Adora a Dios”. El creyente puede ser bien intencionado, pero no debe entregar su lealtad y sumisión a algo que no lo merece, ya sea un hombre, las cosas materiales, una causa buena o alguna iglesia. Sólo Dios merece el amor y la adoración de nuestro corazón.
La humanidad será dividida en dos grupos 22:10–15
En contraste con las palabras a Daniel, el libro de Apocalipsis debe quedar abierto para ser entendido e impactar a todas las personas (comp. Daniel 12:4). Las palabras del v. 11 sorprenden al lector porque parecen decir que no hay más oportunidad de creer. Sin embargo, los vv. 14 y 17 seguirán invitando al no creyente a recibir a Cristo. El v. 11 se relaciona con el 10 para enfatizar el impacto del libro de Apocalipsis y la brevedad del tiempo. Muchos no creyentes rechazarán el mensaje del libro y se burlarán de él. En griego, los verbos imperativos “sea injusto”, “sea inmundo”, “practique la justicia” y “santifíquese” incluyen la idea de permiso. El injusto tiene la libertad de seguir siendo así y manifestará más claramente su postura. Conocer el libro le responsabiliza más y aumenta su culpabilidad. La persistencia en su incredulidad será evidente, lo cual nos da tristeza.
Por otro lado, el verdadero creyente será fiel hasta el fin haciendo crecer su obediencia y su santidad. En los vv. 12–13, Jesucristo, el Dios eterno, fortalece la esperanza del creyente con la promesa de traer su galardón (2 Corintios 5:10). Los vv. 14 y 15 señalan de nuevo a los dos grupos y su respectivo destino, para que cada lector y cada miembro de las iglesias examine su corazón.
El que tiene sed puede tomar del agua de la vida 22:16–17
El Señor, el Mesías, el hijo de David autentica de nuevo la veracidad del testimonio del ángel en este libro. También él recuerda a los lectores que el mensaje de Apocalipsis es para las iglesias. Los creyentes deben comunicar fielmente en las iglesias de todo tiempo el mensaje de fe, fidelidad, valor, adoración, pureza y esperanza. Las iglesias deben ver al Dios de autoridad y poder, de pureza y luz, de juicio y misericordia, y de victoria y justicia. “Estas cosas” incluyen los dos caminos de los vv. 14–15, el que es la entrada y el que excluye de la ciudad. Es un mensaje para las iglesias, porque Cristo sabe que hay muchos que sólo profesan ser de él. El v. 17 contiene dos ruegos. El Espíritu Santo, la iglesia entera y las congregaciones que escuchen la lectura del libro se unen a pedir el regreso de Cristo: “Ven”. La respuesta de Cristo se observa en el v. 20: “Ciertamente vengo en breve”.
“EL QUE TIENE SED, VENGA;
EL QUE QUIERA, TOME DEL AGUA DE LA VIDA
GRATUITAMENTE” (V. 17).
La segunda parte del v. 17 insta al no creyente con anhelo cariñoso: “el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. El libro entero insta al que no se ha entregado a Cristo, y ahora estas palabras finales deben conmoverlo profundamente. Ni Juan ni Jesucristo han perdido su tierno amor por el hombre que todavía está fuera del redil (21:6; Juan 4:14; 20:31). La vida eterna se ofrece gratuitamente: “sin que hubiera causa en nosotros” (Juan 15:25; Romanos 3:24).
Advertencia contra los falsos profetas 22:18–19
El ángel, Juan y Jesucristo han testificado de la verdad del libro del Apocalipsis (vv. 7, 9, 10, 16, 18, 19 y 20). Aquí se emite una solemne advertencia para que ninguna persona añada o quite del libro y su mensaje. La mayoría de manuscritos de este versículo dicen: “árbol de la vida”, como en los vv. 2 y 14, en vez de “libro de la vida”. La persona que cometa ese daño, manifiesta que no pertenece a Dios y no estará en la nueva Jerusalén con los que disfrutarán de la vida eterna.
La última promesa de su venida y la bendición final (22:20–21)
Al inicio del libro se declaró: “He aquí que viene con las nubes y todo ojo le verá”. Al final, Cristo contesta la invitación del v. 17 haciendo una tercera promesa de su pronta venida (22:7, 12, 20). Pero, ahora “he aquí” cambia a una palabra de seguridad absoluta, ciertamente. Y Juan responde por toda la iglesia: “Sí, ven, Señor Jesús”. Amemos y esperemos la venida de Jesús (2 Timoteo 4:8).
La bendición final es característica de mucha correspondencia del Nuevo Testamento. La gracia de Dios es lo que cada creyente necesita para ser vencedor hasta que él venga.
¡PENSEMOS! |
¿Cuáles fueron algunas lecciones de los caps. 21–22 para los cristianos e iglesias del primer siglo? ¿Para los creyentes de la tribulación? Al estudiar Apocalipsis, ¿qué aprendió usted de cómo ser un vencedor? Después de haber estudiado Apocalipsis, ¿cuáles son algunas responsabilidades personales que usted reconoce? En su opinión, ¿por qué termina el libro con escenas terrenales en vez de hacer una descripción del cielo? ¿Qué significa para su vida actual el hecho de que el estar con Dios y tener comunión con él es la bendición más grande? ¿Anhela usted la venida de Cristo? ¿Por qué? O, ¿por qué no? ¿Ha tomado usted del “agua de la vida” para tener vida eterna? ¿Cuál es el obstáculo que siente? ¿Con qué cristiano podría buscar ayuda espiritual? |
ALGUNAS ENSEÑANZAS DE APOCALIPSIS:
- Dios siempre está en el trono y tiene control sobre todas las cosas.
- Dios tiene autoridad y poder absolutos sobre las fuerzas del mal.
- Jesucristo triunfó en la cruz sobre el pecado y las fuerzas del mal.
- El testimonio de una iglesia depende de su doctrina y conducta.
- Estudiar la profecía le da responsabilidades al creyente.
- Dios cumplirá su propósito perfecto en la tierra.
- Los seres humanos merecen el castigo.
- Por eso, la gracia de Dios es maravillosa.
- Jesucristo mismo prometió su pronta venida.
- Debemos adorar a Dios por su persona y sus obras.
- En medio de las aflicciones debemos confiar en Dios y ser valientes.
- En medio de los peligros debemos ser fieles a Dios.
- Apocalipsis motiva al hombre a recibir a Cristo.
- Apocalipsis motiva al creyente a ser santo y tener valor.
Orth, S. (1998). Estudios Bı́blicos ELA: La consumación de los tiempos (Apocalipsis) (143). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.