Hermanos, en el mensaje de hoy hablaremos todo lo referente a la fe. Una de las razones que me motiva hablar el día de hoy acerca de este tema, es que hace unos días atrás un hombre muy molesto me llamó por teléfono, él había leído unos de mis sermones que se encontraban en mi página de Internet y le habían desagradado.
Bueno, yo no conocía a esa persona, aunque él me hablaba muy molesto, ya que en uno de mis sermones él había notado que yo había dicho que el simple hecho de decir que uno cree en Cristo o hacer una oración no era una garantía suficiente para ser salvo. Rápidamente noté que a aquella persona quería comenzar un debate de carácter teológico, puesto que él quería que por medio de la Biblia yo le comprobara lo que había mencionado en mis sermones.
Amados, es de su conocimiento que yo soy muy diligente en cuanto a preparar mis sermones, y que con la guía de Dios me dedico a la investigación exacta del estudio bíblico que voy a realizar, usando como mi medio principal la Biblia, aunque también me ayudo con diccionarios, libros cristianos, enciclopedias, etc. Además me gusta dejar una lista de referencias de todos los medios que he empleado para desarrollar el sermón, con el fin de que cualquiera que lea los sermones puede revisar también las referencias enlistadas para que puedan verificar que todo lo que está escrito en el sermón es correcto y bíblico. Ustedes que me conocen saben perfectamente que a mí no me gusta entrar en estas discusiones teológicas. A esta persona yo me limité a contestarle que por favor comprobara todo lo que ha leído en mis sermones mediante un profundo estudio en la palabra.
Les he comentado esto, porque es esto precisamente uno de los problemas que se ven dentro de la Iglesia, ya que muchos creen que por el simple hecho de hacer una sola oración de salvación, aquella persona que la realice es salva, y no necesitan nada más que hacer. Esto provoca que muchos que profesan creer en Cristo, que aseguran haberlo aceptado como Salvador, pueden seguir llevando la vida que llevaban, y que aun así llegar a ser salvos. En estos tiempos esta es una de las mentiras más usadas por Satanás, y que tristemente muchos la han creído. Quizás alguno preguntará: -¿entonces cómo podemos ser salvos? La respuesta que nos da la Biblia es esta: “cree en el señor Jesucristo” así es hermanos, solamente la fe en Jesucristo. Pero aquella fe verdadera no estar sola si no que va a estar acompañada. Vámonos a la palabra de Dios para verificar esto.
Santiago 2:14-26 – Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
Como ya lo saben todos ustedes, siempre tenemos que comenzar por un breve repaso histórico para tener una visión general acerca de los hechos que se desarrollan en los versículos del estudio. Santiago el hermano de Jesús, quien no creyó que Jesús era el Cristo hasta después que resucitó de entre los muertos, algo que pasa con mucha frecuencia en nuestros tiempos, fue el autor de este libro.
Todos aquellos que se convirtieron a Cristo en este punto de la historia, se hallaban pasando muchas situaciones en su contra las cuales ponían a prueba su fe. El apóstol Santiago temía que estas situaciones produjeran un debilitamiento de ánimos y desunión espiritual. El fin de este libro no es de tipo apologético o de doctrina, sino que tenía como fin el llevarnos a la acción en relación a nuestras creencias. Así es, el propósito de este libro era el de llevarnos a examinar nuestro andar en relación a lo que decíamos que creíamos. Éste libro no nos enseña que la salvación es la suma de la fe más las obras, sino que una fe verdadera va a producir buenas obras, va a producir un cambio en una persona, y si alguien dice que tiene fe y ésta no produce obras ni realiza cambios en la persona, esta clase de fe es falsa, está muerta, no existe. Avancemos en el estudio hermanos.
Hermanos, muchos que profesan ser cristianos han creído la mentira del enemigo, que una vez que se ha realizado la oración aceptando a Cristo no importa como vivas, ya ha sido salvado y para siempre serás salvo. Y con astucia ellos usan muchos pasajes bíblicos interpretados a su manera, los cuales sólo provocarán su propia perdición. No nos dejemos engañar, la Palabra de Dios es clara en este punto, pues ella dice que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, entonces si alguien dice que ha nacido de Dios, que ha recibido a Cristo y su vida no produce cambios, y en su vida se refleja el pecado, entonces él mismo está engañado y su fin será la destrucción eterna.
Las Escrituras nos enseñan de una forma muy objetiva que el que ha nacido de Dios no puede vivir en pecado (1 Juan 3:9). Hermanos, les pondré un ejemplo, si alguien ara la tierra y pone semillas de naranja, y el árbol crece les pregunto: ¿qué fruto va a dar éste árbol? ¿Acaso dará manzanas? ¿Acaso dará higos? Por supuesto que no, lo que aquel árbol dará son naranjas. De la misma forma, si alguien tiene la semilla de la fe verdadera, éste dará frutos de una fe verdadera. Esto es claro puesto que Jesús dijo que un buen árbol no puede dar malos frutos y un árbol malo no puede dar buenos frutos.
Con esto no quiero decir que el creyente verdadero nunca va a pecar, lo que si no va a hacer es pecar con todo su corazón y voluntad. Puesto que el que ha nacido de Dios ha sido hecho nuevo desde su corazón (Ezequiel 36:25-27). El creyente verdadero puede llegar a pecar por diferentes motivos, pero el pecado no va ser la norma que regirá su vida, pues como lo dice la Biblia el que ha nacido de Dios no practica el pecado. Así que, nosotros somos justificados por medio de la fe, solamente la fe, pero eso sí, la fe verdadera vendrá acompañada de buenas obras.
En los pasajes de nuestro estudio vemos como el apóstol Santiago habla a los cristianos de ese entonces, y también a nosotros. Para una mejor comprensión acerca de lo que Santiago nos está hablando, imaginemos que viajamos en un tren de esos antiguos con muchos vagones, ahora les invito a que imaginen que aquel tren se puso en movimiento. Por simple observación, podemos llegar a la conclusión lógica que el vagón principal en donde se encuentra el maquinista es el que jala todo el resto de vagones, los vagones no son los que jalan el vagón principal en donde está el maquinista. Ahora, partiendo de este ejemplo, nuestra fe vendría a ser como aquel vagón principal que jala el resto de vagones, de una forma análoga una fe genuina jalará hacia sí las buenas obras. Hermanos, la fe verdadera nos lleva a las buenas obras, no al revés. Espero que de esta forma haya sido más comprensible el hecho de que una fe verdadera siempre va a producir buenas obras, y que si estas buenas obras no se ven, es muy probable que donde se dice que existe fe no exista para nada.
He perdido la cuenta de cuántas veces se han acercado preguntarme lo siguiente: ¿podemos perder nuestra salvación? Sinceramente a todos los que me han preguntado siempre les he dado la misma respuesta: -nunca puedes perder algo que no has tenido. Suena bastante lógico ¿no es cierto? Ya que es imposible poder perder algo nos tenido nunca. En base a esto y con total seguridad puedo decir que existen muchos que profesan ser cristianos y que en realidad nunca han poseído la salvación, nunca han nacido de nuevo, a lo único que llegado es a hacer una oración en público, basados en la Biblia, esto no nos da ninguna garantía de salvación. Corroboramos esto, justamente los versículos del tema de hoy, aquí vemos como Santiago nos dice “…Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan…” Esto nos enseña que el simple conocimiento intelectual acerca de Cristo no nos puede salvar. Pues como lo dice el versículo que acabamos de leer, aunque ellos crean intelectualmente en Cristo, eso nunca podría salvarlos.
Oigo a alguien preguntar: -¿En verdad el conocimiento de que sí existe Cristo no nos puede salvar? Pues no, la razón radica en que si decimos que creemos en algo y no actuamos en relación o conforme a la creencia que decimos que tenemos, en realidad no creemos nada, es una creencia ilusoria. Hoy en día es fácil oír a las personas repetir una corta oración de salvación, pero esta oración o profesión sin que lleve un cambio de vida, sin que se hagan visibles buenas obras, esta oración o profesión no les salvará. Hermanos veamos lo que nos dice Santiago: “…Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?..” Pueden notar cómo las palabras de Santiago nos ayudan a comprender que el simple hecho de realizar una profesión de fe públicamente no nos garantiza que hayamos recibido la salvación. Veamos este punto muy importante a continuación
La verdad es esta, si alguien dice que ha recibido la nueva vida en Cristo, y su vida sigue siendo la misma, su vida sigue sumergida en el pecado, aquel simplemente se está engañando. Aunque podamos engañar al hombre con disfraces de religiosos, a Dios quien descubre las intenciones de nuestro corazón, a Él no le podemos engañar. Decir que somos de Dios, y que nuestra vida se encuentre en total rebeldía a Dios, aunque hagamos profesión públicamente de serlos. Veamos lo que dice la Palabra de Dios en Mateo 15:8: “…Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí…” Amados, a continuación veremos una forma más precisa acerca de este tema de la salvación.
Imaginemos que alguien llega a la iglesia ya sea un adultero, un fornicario, un homosexual, un homicidio, etc. Y que aquella persona es convencida de su pecado por la predicación del Evangelio, imaginemos como lo típico y habitual que sucede, ella pasa al frente y hace la oración de salvación. Ahora imaginemos, que esta persona al salir de la iglesia sigue llevando la vida que tenía. ¿Realmente esa persona fue salva? ¿O fue salva hasta el momento de hacer la oración y luego perdió su salvación? Pues un no rotundo es la respuesta a estas interrogantes. El que es salvo, no lo es solamente del infierno, sino que Dios lo salva también del amor al pecado, es por eso que una persona que ha sido salva por Dios, es una persona que ahora vivirá en contra de aquello que Dios le ha salvado, es decir su pecado. Ella no puede perder algo que nunca ha tenido.
Una persona que realmente ha recibido la salvación por medio de la fe, es aquella persona que va a estar acompañada de buenas obras, las cuales certifican la originalidad de su fe. Corroboramos esto en las Escrituras, leamos “…Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?..” Podemos observar que este pasaje se relaciona con una persona, la cual está atravesando por una necesidad, y esta necesidad es material o física. Amados, qué haríamos nosotros frente a una persona que se encuentra atravesando esta necesidad. Reaccionaríamos de la manera descrita en este pasaje, sí, sin ánimo de herir a nadie, estoy seguro que algunos actuarían de esta manera. Pero sé que también habría muchos cristianos que no actuarían de esta manera, sino todo lo contrario. El punto aquí es, que si actuamos nosotros tal y como lo menciona este pasaje, como podríamos dar testimonio que nuestra fe realmente es verdadera, ya que no existirían obras que la confirmen. Amados, ¡la fe sin obras es muerta, no existe!
Para concluir. Nuestro Señor Jesús nos enseña algo en Mateo 5:16, leamos “…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos…” Cristo nos enseña aquí, que si nosotros andamos en luz, aquella luz reflejara nuestras buenas obras hacia los hombres para que Dios sea glorificado en ello. Alguien dirá: -¿cuán importante son las obras en nuestras vidas?
Hermanos, las obras son tan importantes ya que ellas dicen lo que somos, ellas reflejan nuestras convicciones, ellas certifican nuestra fe, ellas dan evidencia a los hombres de que realmente somos hijos de Dios, de que realmente tenemos una nueva vida en Cristo de que realmente hemos dejado atrás la vida de pecado. No se olviden de esto hermanos, la fe verdadera siempre va a ir acompañada de buenas obras, las cuales harán que los hombres glorifiquen a Dios y vean que cuando Él salva a alguien, no solamente lo salva del infierno sino también del amor a su pecado.
Amados, no nos olvidemos de esto nunca: “…Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta…” Es preciso aclarar algo de una manera enfática, no quiero decir que las obras producirán nuestra salvación, pero sí la salvación producirá buenas obras en nosotros. Nosotros somos salvos sólo a través de la fe en Jesucristo, pero una fe genuina en Él, obrará conforme a la voluntad de Dios.