Predicas Cristianas | Mensajes Cristianos
Texto Biblico: Génesis 46:2-4
En el día de hoy quiero examinar una palabra con ustedes. Hoy vamos hablar de la palabra “temor.” La semana pasada examinamos los versículos que ilustraron la batalla entre David y Goliat. Vimos como en todo el ejército de Israel no había un soldado que se enfrentara a este hombre, la razón es porque ellos temían. La pregunta que nos debemos hacer es: “¿es el temor de Dios?”
Dios le dijo a Jacobo que dejara su tierra y que viajará a una tierra lejana, una tierra que él desconocía. Dios le dijo a Jacobo que dejara la tierra que Él le había dado. Dios nos a llamado a nosotros hacer lo mismo. Él nos a llamado a que llevemos el evangelio a todas las partes del mundo. Él no nos llamó para que estuviésemos contentos de saber que somos salvos, pero eso es exactamente lo que nos pasa a muchos de nosotros.
Cuando llegamos a los caminos del Señor, entramos en la tierra que Él nos a prometido. Entramos en la tierra y hacemos campamento, y nos empezamos a acomodar. Pero nosotros no estamos llamados a sentarnos en la iglesia los domingos. Él nos ha elegido, nos ha seleccionado, nos ha ungido, y Él tiene un propósito con nuestras vidas.
Dios nos habla a cada uno de nosotros en diferentes maneras, el que estemos aquí en el día de hoy es una gran prueba de esto. Todos estamos aquí porque Dios nos a dado la misma visión, hemos recibido las mismas advertencias. Hemos oído la voz de Dios. Hemos recibido las bendiciones de Dios y no la hemos rechazado, hemos dicho: “Heme aquí.”
Dios nos ha contestado; Él ablando nuestros corazones. Si Él no hubiese ablandado nuestros corazones, simplemente no estuviéramos aquí. Pero el hecho de que estamos aquí es una gran responsabilidad, es una responsabilidad porque nosotros no estamos llamados a sentarnos. Como les dije previamente, lo que sucede mas a menudo es que entramos en la tierra que Dios nos ha prometido y nos acomodamos.
Nos acomodamos en el saber que hemos recibido la salvación, y estamos contentos en el asistir a la iglesia los domingos. Esta comodidad en muchas ocasiones nos aleja de la voluntad de Dios, y no nos deja entrar en tierras desconocidas. Hermanos cuando nosotros aceptamos a Jesús también aceptamos la misión que Él nos dejó aquí en la tierra. Hemos aceptado la gran comisión. Hemos aceptado que iremos a tierras desconocidas para llevar Su palabra.
Las tierras desconocidas para nosotros pueden ser muchas cosas. Para aquellos que son tímidos como yo, pues entonces se les hace muy difícil hablarles a las personas del Reino de Dios. ¿Quién puede creer que yo soy tímido? Bueno, créanlo o no, yo era bien tímido. Pero hubo un cambio cuando Jesús me tocó. Hubo un gran cambio cuando me atreví a entrar en tierras desconocidas. Fue en este punto de mi vida que nuestro Señor me habló. Fue en ese instante que Él reveló lo que Él quería con mi vida. ¿Se pueden imaginar si no me hubiese atrevido? ¿Se pueden imaginar si yo hubiese seguido temiendo el hablar en público? ¿Si hubiese tenido temor de entrar en tierras desconocidas?
Lo que sucede es que todos tememos los cambios. Todos tememos cosas nuevas y mas que nada tememos entrar en tierras desconocidas, y siempre inventamos excusas para no hacerlo. Por ejemplo, la persona que nunca a evangelizado no se siente cómodo haciéndolo, esta persona teme el evangelizar. A la persona que normalmente no le gusta hablar de experiencias personales, pues tendrá una gran dificultad dando testimonio de lo que Dios ha hecho con su vida. En si tierras desconocidas o tierras nuevas pueden ser y son muchas cosas o circunstancias.
Pero cuando nos atrevemos, cuando confiamos en Dios, Él empieza a hablarnos. Él empieza a enseñarnos el propósito que Él tiene con nuestras vidas. Confiar en Él es el no temer hacer lo que Él nos ha instruido. Confiar en Él es el entrar en nuevas tierras. Dios sabe que nosotros somos temerosos, Él sabe que nosotros tememos lo nuevo o desconocido. Es por esta razón que Él nos promete algo muy importante. Él nos promete algo para que no temamos. Él nos ha dicho: “no temas de descender á Egipto, porque yo te pondré allí en gran gente.”
No podemos temer lo que la gente pueda decir, no podemos temer lo que puedan hacer, no podemos temer a lo que pueda suceder. Tenemos que confiar que Él estará con nosotros, que Él nos protegerá, Él nos guiará y proveerá por nosotros. No podemos permitir que las mentiras de Satanás nos causen temor. Después de todo, ¿a que debemos temer si Dios esta con nosotros? ¿a quien debemos temer? ¿debemos temer a lo que la gente pueda decir? NO. Debemos temerle solo a Dios. Con esto no quiero decir que le debemos tener miedo a Dios, sino temer que Dios se pueda alejar de nosotros. Si no tememos a Dios y hacemos su voluntad tendremos que pagar un precio. Él nos esta hablando diciendo que no temamos.
Él nos esta diciendo Yo estaré contigo, Yo estoy encargado de todo. Yo su Dios y ustedes mis hijos. No teman Yo les protegeré, no hay nada a que le deban temer. Hagan mi voluntad, y Yo estaré con ustedes. Esta es la nueva visión que Dios nos ha dado. Cuando hacemos Su voluntad Él nos guía. En muchas ocasiones nosotros tratamos de hacer las cosas por nuestra voluntad, pero nunca nos trabaja. Tratamos de aplicar las leyes del hombre a Dios, pero esto tampoco funciona. Nos llenamos de orgullo, y tratamos de servirle de esta manera, pero esto tampoco funciona. Lo único que funciona es el confiar en Dios y sus promesas. Confiar que Él estará a nuestro lado, no importa la circunstancia. Él nos habla y nos envía bendiciones, pero tenemos que estar listos para aceptarlas.
Nada sucede sino por la voluntad de Dios. El que estemos aquí lo prueba. Dios quiso que estuviéramos aquí juntos, o de otra manera, no estuviéramos aquí. Él quiso que escucháramos su palabra en el día de hoy, de otra manera, Él no me hubiese dado este mensaje. Él nos esta diciendo, no teman Yo estoy con ustedes. No teman las cosas nuevas, no teman las tierras desconocidas. No teman lo que puede suceder, no teman lo que puedan decir, Yo estoy en control y Yo estoy con ustedes.
Conclusión:
Confiemos en Dios y hagamos Su voluntad. Nuestro Padre nos guiará a través de toda situación, todo dolor, toda circunstancia. Tengamos Fe que Él esta encargado de todo. Vamos a fortalecernos los unos a los otros, vamos a fortalecernos con la palabra de Dios. Vamos a entregarle a Él nuestra carga, y dejar que sea Él que se encargué de lo demás. Vamos a entrar en Egipto confiando en Él. Avancemos hacia las tierras desconocidas sin temor, avancemos y hagamos Su voluntad. Avancemos completamente confiados de que Él esta presente y nunca nos abandonara. Dios te dice hoy: “…Yo descenderé contigo…”
Lo que sucede es que nuestros deseos son bien poderosos. Con esto no les estoy diciendo que todos nuestros deseos son malos, pero si les digo que algunos de ellos si lo son. Nuestros deseos son una cosa que si no controlamos, pueden convertirse en obsesiones que eventualmente arruinarán nuestra vida.
Estoy seguro que todos aquí hemos leído en los periódicos o hemos visto en la televisión esos eventos trágicos, cuando un esposo mata a su esposa o una esposa mata a su esposo debido a una obsesión. Uso este ejemplo tan trágico porque si nuestros deseos continúan descontrolados, si nuestros deseos se convierten en una obsesión que controlan nuestra vida, entonces sucumbimos a la tentación.
Santiago nos dice que debido a nuestra concupiscencia, por causa de nuestra lujuria somos seducidos. En otras palabras, somos seducidos pero no completamente por el diablo y sus demonios, porque nosotros también tenemos la culpa. Hermanos, las consecuencias de la tentación son reales, la consecuencia del pecado es muerte (Romanos 6:23). El problema esta en que en muchas ocasiones nuestros propios deseos nos ciega. Los placeres de la carne, los deseos por las cosas de este mundo, en muchas ocasiones nos controlan porque somos cegados por nuestros deseos. Si esto no fuera el caso, si siempre pudiéramos ver las cosas claramente, entonces estoy seguro de que siempre escogeríamos correctamente.
¿Cuál es la consecuencia cuando cedemos al pecado? Santiago nos lo dice claramente, y también nos advierte: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis.” Esto es el resultado final cuando optamos ceder al pecado.
Si permitimos que nuestros deseos gobiernen nuestra vida, si cedemos al pecado, entonces moriremos. No les estoy hablando de una muerte física, no les estoy diciendo que Dios nos matara al instante que pequemos, pero si les estoy diciendo que con cada pecado, con cada tentación que no resistamos, empezamos a morir espiritualmente, empezamos a morir a las cosas de Dios. Nuestro espíritu se empieza ha alejar más y más de la voluntad de Dios, y eventualmente morimos por dentro.
Esto seguramente es la causa número uno para todas esas personas que se han alejado de los caminos del Señor. Personas que conocieron a Dios, pero que ahora han regresado a vivir en el mundo, personas que han muerto espiritualmente debido a tentaciones y pecado. Es por esta razón que Santiago nos da esta fuerte advertencia. Santiago nos dice: “Amados hermanos míos, no erréis.” Con esto aquí él nos esta advirtiendo que no podemos permitir que nuestros deseos controlen nuestra vida, Santiago nos esta diciendo que no caigamos en tentación, que nunca nos rindamos. Santiago nos esta diciendo que no podemos darle una espada al enemigo, la cual pueda usar en contra nuestra. Porque hermanos la verdad de todo es que no podremos ser tentados, si el deseo ya no existe en nosotros. No podremos ser seducidos, al no ser que la lujuria todavía viva en nuestro corazón. Es hora de reconocer las cosas por lo que son. Dios NO nos tienta, tentaciones NO son cosas buenas. Dios NO causa que las tentaciones lleguen a nosotros, NOSOTROS somos los que causamos que las tentaciones lleguen a nosotros.
Nosotros le permitimos al diablo y a su ejército de demonios que nos atormenten con tentaciones, porque los deseos y lujurias en nuestro corazón no han sido conquistados. Uno de los problemas esta en que en muchas ocasiones, lo malo aparenta ser como algo bueno. Santiago nos dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Detengámonos aquí un momento y les voy a dar un pequeño ejemplo.
Digamos que ahora mismo al salir de aquí de este edificio nos encontramos una cartera de mujer en el piso. La recogemos, y la abrimos, para buscar si existe algo dentro de ella que nos ayude encontrar a su dueña. Miramos cuidadosamente en todos los compartimentos buscando algún tipo de identificación, pero todo lo que encontramos es una suma grande de dinero en efectivo. Así es, solo efectivo. Ahora la pregunta es: ¿es esto una bendición de Dios? o a caso ¿es esto una tentación? Muchos dirían que es una bendición de Dios, porque después de todo, quien no necesita un poco más de dinero en efectivo. Pero aquí la pregunta debería ser: ¿es esto un regalo perfecto de lo alto?
Les conté esta pequeña situación porque es una historia de la vida real, me acuerdo que leí sobre ella no hace mucho tiempo atrás. Lo que sucedió es que había una anciana que acababa de sacar del banco todo el dinero que ella había ahorrado en su vida, porque se iba a mudar de ciudad, ella había sacado $10,000. Entonces lo que hizo es que puso la cartera en un banco de la parada de autobuses, mientras esperaba a que llegara el autobús, pero cuando llegó el autobús ella se monto y se le olvido la cartera en el banco. Sé que no les tengo que decir que cuando esta pobre anciana se dio cuenta de que no tenia la cartera por poco se vuelve loca, porque esto significaba que había perdido todos sus ahorros.
Ella volvió a todos los lugares que había estado para ver si por alguna casualidad la podría encontrar, pero no pudo. Entonces, aunque ella sabía que no existían muchas posibilidades de encontrar su cartera, ella llamo a la policía para reportar el incidente, y obtuvo una gran sorpresa. Una persona desahuciada había encontrado la cartera, y estaba en la estación de policía en ese instante entregándola. ¿No es esto una cosa fascinante?
Estoy seguro que la persona que encontró la cartera fue tentada a quedarse con ella, pero esta persona supo que no era correcto hacerlo. Esta persona reconoció que en verdad esto no era una bendición perfecta de lo alto, sino una tentación para conducirle hacer lo malo. ¿Qué paso entonces? Lo que sucedió después si fue un regalo perfecto de lo alto, porque la dueña de la cartera le regalo una buena recompensa a esa persona.
Conclusión:
Las predicas cristianas y estudios bíblicos claramente nos enseñan, que las tentaciones no proceden de Dios. Las tentaciones originan de muy profundo en nosotros y son influenciadas por el diablo. Al diablo le gustaría que las tentaciones luzcan como cosas buenas, puede que luzca como lo correcto de hacer, pero como cristianos fieles, nosotros tenemos que examinar las situaciones cuidadosamente. Tenemos que siempre acordarnos que Dios no es la causa de la tentación.
Dios siempre nos dará una salida. Hermanos no podemos dejar que las tentaciones nos tomen por sorpresa, sino tenemos que estar listos para combatirlas en todo momento. No podemos permitir ser engañados en medio de las tentaciones, tenemos que tomar un tiempo siempre para preguntarnos: ¿es esto un regalo perfecto de lo alto? Hermanos Dios nos ha dado el poder para resistir y derrotar toda tentación (Santiago 4:7). El Espíritu Santo mora en nosotros, Cristo nos ha dado la victoria. Tomemos entonces el primer paso hacia la victoria y reconozcamos que la tentación comienza con nosotros.
Fuente: www.centraldesermones.com