A los escogidos y escogidas por el Señor de la vida, reconciliados con el creador por medio del PERDÓN, como llave sanadora, como un claro manantial que a medida que fluye va limpiando con sus aguas claras lo que va encontrando a su paso en el lecho del riachuelo que semeja nuestras vidas, peregrinantes hacia el cielo y hacia ese encuentro pleno con el Padre celestial.
El perdón es de manera sencilla la llave para ir al cielo en la medida que lo recibimos de Dios y lo damos a los demás. Mateo 6; 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Cuando converso con los hermanos y hermanas; en el desborde de sus palabras, en la medida que desnudan sus almas, y ponen al descubierto su corazón, puedo sentir el dolor por la falta de perdón y ver en la postura de sus cuerpos, en las facciones de sus rostros los efectos de las heridas internas a causa de muchas situaciones no sanadas.
Tal vez uno de los temas más difíciles es el perdonarse a sí mismo a misma, pese a la certeza que tenemos en Dios, la certeza de borrón y cuenta nueva por varias razones que no me cansaré de expresarlas:
1. DIOS SE OLVIDO DE NUESTROS PECADOS
El Padre en su gran amor nos ha perdonado en Cristo, él tomó nuestras debilidades, es simple, solo es cuestión de aceptarlo, de creerlo, de decirle: Creo en ti, creo en tu amor, creo en lo que has hecho por medio de Jesús, creo en su sangre, y ahora soy libre. Isaías 43; 25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
2. OLVIDÉMONOS DEL PASADO
El pasado ya no existe, es solo un recuerdo, y solo tiene en el presente el poder que tú le confieras, a través de tus pensamientos. Isaías 43; 18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. Y si en algún momento aparece en tu mente un recuerdo, no te pongas a alimentarlo a dejarse llevar por la mente, solo dile: Gracias por aparecer, pero sé que no vienes de parte de Dios, no eres del reino de la luz y te dejo ir, porque ahora soy una persona nueva y Filipenses 4; 13“Todo lo puedo en cristo que me fortalece”. Y dilo cuantas veces sea necesario.
3. PONGÁMONOS EL TRAJE NUEVO DE LA RECONCILIACIÓN
Como cristianos y cristianas somos mensajeros del perdón y la reconciliación; estamos llenos del amor de Dios, nutridos en la fe de Cristo, para llevar ese perdón a muchos y muchas y a aquellos que nos ofendan bajo cualquier circunstancia. Colosenses 3;12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
No podemos seguir pagando costos tan altos en nuestras vidas personales y familiares, laborales y comunitarias y sociales, y al interior de nuestras congregaciones por falta de perdón a sí mismo o a los demás. Incluso se dé ministerios sentidos, dolidos por la falta de perdón, de ministros que predican el amor y maltratan a sus esposas, no los juzgo, pero les digo que no se puede seguir así. Se dé hermanos y hermanas enredados en pleitos mundanos desconociendo que somos de la luz, solo por falta de perdón. Efesios 4; 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
CONCLUSIÓN
No claudiquemos ante el mal, y no permitamos que la fuerza negativa del odio, del rencor o de la ira, asedie el terreno fértil de nuestra alma y mucho menos anegue las cristalinas aguas de nuestro corazón puro y santificado por la sangre del cordero. Solo abramos las puertas del perdón. Lucas 17; 4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.