Paso una mala época y me cuesta rezar, ¿qué puedo hacer?

Por: Joan Antoni Mateo

Estoy pasando una época muy mala. Suelo rezar cada día un rato y hasta ahora siempre he sentido una sensación muy agradable al hacerlo. Desde hace unos meses tengo problemas de salud, familiares y de trabajo. Tengo la sensación de que se me ha caído el mundo encima. No tengo ganas de nada, ni de rezar, pues ya no siento nada y hasta pienso que Dios me ha abandonado. Lo veo todo negro. ¿Qué puedo hacer? ¿Seguir rezando sin sentir nada y sin ganas?

Estimado amigo: por correo aparte le he enviado una respuesta más personalizada, pero dado que son muchas las personas que pasan o pueden pasar por su situación, creo oportuno publicar parte de la respuesta porque puede ser útil a muchos lectores.

Ciertamente, las cosas se ven muy diferentes si es de día o si es de noche, si todo va bien o surgen cruces y dificultades que a veces pueden ser tan grandes que nos pueden aplastar, sobre todo si las afrontamos solos.

Creo que cuando pasamos por situaciones como las que usted describe, lo mejor que podemos hacer es compartirlas con las personas que nos quieren, a veces con profesionales cualificados y sobre todo con Dios.

Nos dice la Escritura que debemos sobrellevar las cargas los unos de los otros. En la comunidad cristiana, en su parroquia, debe encontrar apoyo. Hable con su párroco o con un sacerdote de confianza. Le hará bien. Comparta con su familia y con sus amigos. Lo peor es caminar solos.

No descarto ayuda de un psicólogo sensato, pues lo que usted me dice apunta a un cuadro de depresión. Y no deje la oración. No se trata de sentir nada, pues esto es totalmente accesorio. A veces la oración más pura se realiza en la oscuridad, en la pureza de la fe que ni ve, ni siente.

Intensifique en su oración la convicción de que pase lo que pase está usted en manos de Dios y abandónese a sus designios. Esto es sumamente liberador y constituye una experiencia de fe purificada.

Medite con Job. A personas que me han pedido consejos semejantes les he propuesto la oración de Jesús en Getsemaní: "Padre, si puede ser, que pase de mí esta cruz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya". Repítala y medítela ante el Sagrario.

A mí me da mucha paz aquella frase del Señor que nos dice que su yugo es suave y su carga ligera. La razón es sencilla: un yugo se lleva entre dos y Jesucristo camina siempre a nuestro lado compartiendo la carga y a menudo cargando con la parte más pesada.

Deseo que estos sencillos consejos le ayuden a superar la difícil situación que pasa y sobre todo a vivirla con fe y esperanza. Le tengo presente en mis oraciones.