Padre Virtuoso, ¿Quién lo Hallará?

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Texto Biblico: Proverbios 20:6; Josué 24:15

INTRODUCCIÓN:

Un joven estaba a punto de graduarse de preparatoria y hacia muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo de una agencia de autos. Sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería. Conforme se acercaba el día de Graduación, el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto. Finalmente, en la mañana del día de Graduación, su padre le llamó a que fuera a su oficina. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le grito a su padre diciendo: “con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia” y salió de la casa. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su Graduación. Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los tramites de inmediato.

Cuando llego a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto. Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11. “Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan” Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: “Totalmente pagado”. Así actúa un padre que ama y desea lo mejor para su hijo. De esta manera vemos que la presente pregunta no será difícil responder. Veamos, a la luz de los siguientes ejemplos, dónde conseguir a este padre virtuoso.

I. EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE EJERCEN LA FE COMO ABRAHAM

1. En creer solamente la promesa (Gn. 12:1).

Abraham no tenía necesidad de salir de su “tierra y de su parentela”. No había problemas económicos en su país, ni tampoco guerras o persecuciones políticas. Vea su condición. Era un hombre joven con solo 70 años. Estaba casado con una esposa inteligente y bellísima. Además, era un hombre muy rico, lo cual nos hace pensar que era un hombre próspero en todos sus negocios. ¿Tenía necesidad Abraham de dejar a su gente por una simple promesa? ¿Se mudaría usted a un lugar sin saber a dónde vivir? Se dice que el simple hecho de que un hombre dejara a sus parientes y se fuera a vivir lejos era de por sí una terrible desgracia. Algunos lo consideraban incluso peor que la muerte. Estudios arqueológicos han descubierto que Ur de los Caldeos, la tierra de Abraham, era de familias ricas y pudientes, con grandes e innumerables habitaciones. ¿Qué impulsó a Abraham a dejar a su gente, basado en una sola promesa? ¿Por qué él es un hombre virtuoso? Porque le creyó a Dios, aunque no sabía a dónde iba (He. 11:8-10). Una de las cosas que impactará más la vida de nuestros hijos es ver a su padre que le cree a Dios y sus promesas. Eso hará un hijo seguro.

2. En creer que Dios proveerá (Gn. 22:8).

Las dos grandes razones que califican a Abraham como el “padre de la fe” están enmarcadas en la experiencia de salir de su tierra conocida, para caminar en la tierra prometida y luego el ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio por el pedido de Dios. Se ha dicho que la prueba más grande del amor que tenemos por Dios es cuando él nos pide sacrificar lo que más valoramos. Si no pasamos esa prueba, el amor por Dios está en déficit. Definitivamente la fe de Abraham escaló toda la montaña donde Dios le pidió sacrificar a su hijo, su único. Su corazón se partía en pedazos cuando pensaba en levantar el cuchillo que había servido para degollar los corderos para el sacrifico del altar a Dios, y ahora tener que usarlo para degollar a su propio hijo. Y la cumbre de todo su dolor llegó cuando el hijo nacido en la vejez, y él más esperado por Sara y él, le preguntó por el cordero para el holocausto (v.7). Pero la respuesta llena de fe del padre acongojado, a la larga será la profecía cumplida en Cristo (v.8). El padre virtuoso alentará a su hijo a través de su fe en la provisión divina, en medio de la prueba.

II. EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE AMAN A DIOS COMO DAVID

1. El dulce cantor de Israel (2 Sam. 23:1).

David tuvo muchos títulos que les fueron otorgados, gracias a su carácter y por el especial amor que dispensó hacia Dios. Si bien es cierto que cometió grandes pecados, y tuvo muchas debilidades, nadie podrá negar que él aparece entre la galería de aquellos mortales que dijo: “Amo a Jehová, fortaleza mía…” (Sal. 18:1). La calificación que se hizo de él, llamándolo: “El dulce cantor de Israel” nos dice tanto del poeta que supo expresar a través de los salmos los más encumbrados himnos de adoración y alabanza al Dios eterno. Quién puede negar que hay un deleite en los salmos de David que los hacen tan universalmente amados y de tanta edificación para el alma. No importa cuál sea nuestro estado de ánimo, incluyendo el gozo o la depresión, David pareciera describir en cada uno de nosotros cada una de nuestras emociones. Quién no podrá ver cómo David expresa su amor a Dios cuando cantó, por ejemplo, en el salmo 23 o el 51. Tan grande era su amor a Dios que lo anhelaba como el siervo que clama por las aguas (Sal. 42:1). Oh, que como padres encontremos en el amor de David por Dios un desafío que nos lleve a decir también: “Amo a Jehová, fortaleza mía”.

2. Conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22).

De ningún otro hombre se ha hecho una declaración como la que Dios hizo de David, hasta el punto de considerarlo conforme a su corazón. Pero, ¿qué cualidades tuvo este hombre para llegar a ser calificado de esta manera? ¿Por qué no se dijo eso de un José o de un Daniel, quienes con sus modelos de pureza podían haber encarnado mejor esa calificación? ¿A caso no fue David un hombre que reveló ese lado oscuro de la naturaleza humana, cometiendo dos pecados para los cuales no había ningún tipo de sacrificio? Entonces, ¿por qué Dios descubrió que el corazón de este hombre era parecido al suyo? Porque desde su juventud comenzó amar a Dios y a confiar en él. Él mismo nos va a decir que siendo pastor se enfrentó a leones y osos, y los venció. Solo alguien que tenga una relación especial con Dios, pudo vencer esas fieras del campo. Lo fue porque mientras los hombres escogieron a Saúl como su rey, Dios lo escogió como su ungido. Lo fue al demostrar su gran valor y derrotar al gigante que desafió a los ejércitos de Israel, venciéndole en el nombre de Dios. Nada es imposible para un corazón que ama a Dios. El amor que el padre tenga por Dios será el amor que el hijo tendrá también por él.

III. EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE SIRVEN A DIOS COMO JOSUÉ

1. Tenemos la opción de escoger a quien servir (Jos. 24:15a).

Otro hombre virtuoso en la Biblia fue Josué. Su carácter está adornado con una vida de servicio a Moisés, su líder, al pueblo de Israel y por ende a Dios. Su determinación fue tan seria que después de todos los triunfos que el Señor le dio en la conquista de la tierra prometida, convocó a las tribus para que definieran si iban a servir a los dioses “del otro lado del río” o al Dios que les había dado las victorias. Ante esto, Josué los confrontó a tomar una decisión que la convirtió en imperativo: “escogeos hoy a quien sirváis”. Esta demanda la hace un buen líder, pero también un buen padre. Porque al final yo puedo elegir si quiero adorar a Dios o prefiero adorar otros dioses. El imperativo no nos da la opción de hacer las dos cosas a la vez. Un padre responsable se asegura que sus hijos sepan que no se puede servir a dos señores. Que frente las grandes ofertas del mundo para que le entregan sus fuerzas y le sirvan, se plantea la demanda de escoger servir entre lo que es temporal y lo eterno. Cuando un hijo sigue el modelo de su padre de servir a su Dios, en lugar de los dioses modernos del placer temporal, la bendición de “Josué” le acompañará por siempre.

2. Yo y mi casa serviremos a Jehová (v. 15b).

Esta es una de las decisiones donde se puede ver el carácter del padre virtuoso. Hay padres que sirven solos al Señor, pero sus hijos no le siguen. Cuando Josué dice “yo” está asumiendo el rol que le fue dado. No podemos transferir esta responsabilidad a la madre, la escuela o la iglesia. Soy yo quien debo liderar las riendas de mi casa y de mis hijos. Por otro lado, cuando él habla de “mi casa”, está hablando del conocimiento que tenía de su esposa y de sus hijos. Hay padres que les costará decir “mi casa” porque hace rato perdieron su comunión con los que allí viven. Josué sabía que su familia lo respaldaba en todo, y frente a una generación idólatra, él se ponía como ejemplo junto con toda su casa. No estaba diciendo que en “mi casa se hace lo que yo digo”, como hablan los machistas. Cuando decimos “yo y mi casa”, estamos hablando de comunicación y consenso para hacer las cosas. Ahora mire el objeto del servicio: “serviremos a Jehová”. Esta escogencia hace a padres felices, pero sobre todo, hijos felices. Escoger servir al Señor con toda la casa (esposa e hijos), es el mejor bien social, moral y espiritual. ¿Adorna esta virtud su vida como padre?

IV. EL PADRE VIRTUOSO LO ENCONTRAMOS EN AQUELLOS QUE OBEDECEN AL SEÑOR COMO JOSÉ EL ESPOSO DE MARÍA

Se habla mucho de María, la madre de Jesús. La devoción que han hecho de ella la ha llevado hasta la categoría de “inmaculada”, “reina del cielo”, “madre de Dios” y la “eterna intercesora”, entre algunos títulos. Pero de José, su esposo, no se habla mucho. Son muy raros los mensajes que se predican acerca de su persona y carácter. José es el hombre que no habla en la Biblia. No hay un solo texto donde él haya tenido una conversación. Fue un hombre íntegro y de un profundo amor por María, pues cuando supo que estaba embarazada, quiso dejarla “secretamente”. Y desde que tuvo el sueño del ángel, reveló la obediencia como su más grande virtud. Cuando el despertó del sueño, el texto dice: “Hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” v. 24. No muchos hacen lo que Dios ordena. No somos dados a la obediencia. Esta es la lucha que tenemos todos, y los padres no escapamos a eso. Ciertamente Jesús como Hijo de Dios fue obediente para hacer la voluntad de su Padre celestial, que incluía la muerte en la cruz. Pero hay algo que debe decirse acá. Jesús tuvo un modelo de padre terrenal obediente y de él tuvo que aprender no solo el oficio de carpintero, sino en la manera cómo José obedecía a su Dios. No fue extraño que a los doce años se nos diga que estaba sujeto a José y a María. Nosotros modelamos a nuestros hijos. Nuestra obediencia a Dios hará que ellos crean en él para salvación y vivan para obedecerle también cuando tengan su hogar.

CONCLUSIÓN:

El padre virtuoso no es un espécimen raro en la creación. No es alguien que se extinguió, y a quien no podemos tener para esta generación. Ese padre está en cada uno de nosotros. Contamos con la ayuda del Padre amado para lograrlo. Él es el más interesado en que lo logremos, pues haciendo esto nuestros hogares marcharán mejor. En este día, Dios convoca a todos los padres para que lo imitemos a él en su relación con la familia. Esto es necesario, porque nuestros hijos buscan un modelo a seguir, necesitan de una disciplina para crecer, y sobre todo, quieren ver al Padre eterno reflejado en el padre temporal. ¿Qué tipo de virtudes estamos dejando en nuestros hijos? ¿Soy el hombre de verdad que la Biblia me demanda?

(571) 251-6590

18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.´´ (algunos caen en el afán de este siglo, tanto que dejan de asistir al templo y dejan de buscar a Dios, se concentran en muchísimas actividades en el mundo y se apartan de las cosas de Dios, terminan fijando su atención en muchísimas cosas temporales y menos en las cosas en las que si requieren de atención (las espirituales y eternas), la amistad con el mundo es enemistad con Dios, Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios. ¿Qué tantas cosas le ofrece el mundo? Todo es pasajero, temporal.

¿Qué tantas cosas le ofrece Jesucristo? Son cosas espirituales y eternas. Usted tiene que escoger siempre, tiene que decidir que seguir, entre las cosas que ofrece el mundo o las cosas que da Jesucristo. ´´No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre sino del mundo. 17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.´´ por nada estés afanoso sino sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios, tomando en consideración que él se hará cargo de nuestras necesidades, las preocupaciones excesivas de las cosas terrenales siempre conlleva a olvidarse de Dios, ahogan la palabra del señor, porque se piensa más con la mente carnal que con la mente espiritual, no me refiero a que se tenga que olvidarse de toda su responsabilidad delante de Dios con su familia, más bien me refiero a que debe existir un buen equilibrio en todo, de tal modo que no afecte su búsqueda de Dios. Mientras que usted está afanado amontonando riquezas en su vida, al momento que fallezca no sabe quién las tomará, ese es el engaño de las riquezas, y nunca la persona se afirma en Dios ni le buscó como debería de haberlo hecho, se convierte en vanidad y aflicción de espíritu, tanto así que hay algunos que no duermen bien pensando en los negocios de la vida, están pensando siempre en cuanto gana y cuanto pierden terrenalmente, necesitamos en todo tiempo echar sobre el nuestra ansiedad porque Dios tiene cuidado de nosotros, algunos le pueden pedir a Dios: señor necesito un buen trabajo, el señor se los concede y ¿saben que pasa? Ya no tienen tiempo de buscar a Dios, o le piden que les permita administrar un negocio y el señor se los concede y después ya no tienen tiempo de buscar a Dios, se cae en el afán de este siglo y en el engaño de las riquezas, existen muchos peligros en al riquezas si no se saben controlar y administrar de manera correcta, puede la persona sr tentada a cometer cosas ilícitas ´´1 Timoteo 6:8-10 8 Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. 9 Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. 10 Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.´´ en algunas ocasiones las riquezas impide la entrada al reino de los cielos, lo podemos ver con el joven rico que se acerca a Jesús, él había guardado todos los mandamientos, solo nuestro señor Jesucristo le pide solo te falta algo, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, este joven rico solo se dio la vuelta y se fue, porque amaba más las riquezas que a Dios, le interesaba más el dinero que Dios. Y allí radica lo malo en amar más al dinero que a Dios.

20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. ¿Recibimos la palabra y damos fruto? Usted podrá decir Hno. Es que ya tengo avanzada edad, eso no es un impedimento para seguir dando fruto

Para Dios, si es buena tierra usted seguirá dando buen fruto en su vida, nuestras hojas deben permanecer junto con el fruto espiritual que en ocasiones sirve de medicina para los demás, son frutos de justicia, debe de crecer ese fruto, debe existir un avance siempre, es como cuando llegamos a un árbol frutal ¿Qué es lo que vemos? En ocasiones hojas solamente, pero conforme van pasando las semanas y los meses empieza a ver frutos en el árbol, y cada vez más se llena más y más, así debe ser nuestra vida en Dios cuando ya empezamos a dar buen fruto aunque sea uno, debemos de ir anexando más buenos frutos en Dios. Cuando un árbol está sano por lógica dará fruto bueno saludable, pero si la planta está malita o está siendo atacada por algún gusano, no podrá dar buen fruto, depende de nuestra relación con Dios serán nuestros frutos buenos o malos. Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, Justicia y Verdad. Entonces el buen fruto es producto de la sabiduría que viene del cielo. Pero ¿Qué necesitamos para dar buen fruto? ¿Un árbol que necesita para dar fruto? Requiere del agua y de nutrientes para crecer sano y que pueda dar frutos, nosotros necesitamos en el caminar en Cristo nunca apartarnos del agua de vida (Jesucristo) para poder dar buenos frutos, separados de él nada podemos hacer, si nos apartamos de él nos secamos y no damos fruto, ¿Qué le sucede a un pámpano si se corta del árbol? ¿Dará fruto? No, simplemente se seca porque lo que requiere para dar fruto está en la vid (simboliza a Jesucristo él nos da lo necesario para dar frutos en nuestra vida), así es en nuestra vida espiritual, nos secamos espiritualmente si decidimos apartarnos de Dios.

Necesitamos poner atención a lo que Dios nos muestra a través de su palabra y obedecerla, posiblemente hay algunos que vienen aquí pero no están aquí, su mente quien sabe en donde ande, eso no aprovecha de nada, pues de que sirve que su cuerpo esté aquí y su mente vagando en otro lado, mientras más muramos a nosotros mismos llevaremos aún más fruto espiritual, si no renunciamos nunca a las cosas que Dios nos demanda que dejemos, no podremos llevar buenos frutos a través de la vida en Cristo, en base a la limpieza que el señor hace en nuestra vida, es como podremos llevar más fruto de justicia. Es imposible que usted siembre en su terreno una semilla de jitomate y nazca frijol, o una semilla de maíz y salga pepino, esto no puede ser, porque el fruto de la planta tiene que corresponder a la especie de semilla que se siembra, a nosotros se nos es anunciado el evangelio de Jesucristo, por lo tanto, nuestros frutos deben ser acorde a la buena semilla que está siendo depositada en nuestro corazón, así que lo que hagamos o pensemos debe ir de acuerdo con el evangelio en una nueva vida en Jesucristo, como sembradores que somos del precioso evangelio de Jesucristo sigamos sembrando, no importando tanto si dará buen fruto o no, porque eso no nos corresponde a nosotros sino a Dios que da el crecimiento en cada vida, lo que sí es importante es que sembremos la buena semilla del evangelio para que así su fruto sea bueno.

¿Qué tipo de oidor quiere ser usted? ¿Qué tipo de terreno quiere ser usted? Dios nos ayude a ser buena tierra para seguir llevando buenos frutos para gloria del señor.

Fuente: www.centraldesermones.com