Por: Pastor Daniel Brito
Título: Orar para no desmayar
Texto: Lucas 18:1-8: «Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.2 Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie.3 En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario.” 4 Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie,5 como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.” » 6 Continuó el Señor: «Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto.7 ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?8 Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?»*
Introducción:
Esta Parábola tiene una gran enseñanza sobre el tema de lo que la oración es en realidad. El juez injusto no se puede comparar a Dios, siendo que Dios ES JUSTO. Mas bien el tema es la necesidad que tiene el ser humano de depender de Dios. Eso es lo que la oración es. Nadie puede depender de sí mismo o de otra persona, porque las circunstancias en esta vida van mucho más allá de lo que el ser humano puede controlar. Trataremos los siguientes Puntos:
(1) JESÚS les cuenta esta Parábola.
(2) Dos personajes.
(3) Reconociendo al que oye la oración.
(4) Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto.
(5) El beneficio de la Fe.
Lección:
1. JESÚS les cuenta esta Parábola. — En el capítulo anterior, el SEÑOR JESÚS les había estado hablando a sus discípulos de los últimos tiempos. El contexto es la necesidad de confiar en Dios y no desmayar en la espera de los eventos que habrán de ocurrir. Es en ese contexto que Él hace esta historia del juez injusto y de la viuda. El SEÑOR JESÚS como el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, conocía muy bien la condición del ser humano. JESUCRISTO como hombre, había experimentado las circunstancias de esta vida. Él había visto las injusticias, la escasez, la enfermedad con Sus propios ojos. Les cuenta a sus discípulos esta Parábola para hacerlos entender que el ser humano necesita a Dios TODO el tiempo. El orar en TODO LUGAR es exactamente lo que el Texto Sagrado está diciendo y es estar en comunión con Dios, hablando con Dios, buscando a Dios TODO el tiempo. El apóstol Pablo nos dice en 1 Tesalonicenses 5:17: «Oren sin cesar» —. La razón no es para ser religioso ni estar repitiendo oraciones, es simplemente porque necesitamos a Dios todo el tiempo. Un hombre una vez dijo: “Antes de convertirme yo nunca oraba a nadie. Ahora oro a Dios.” Veamos el siguiente punto.
2. Dos personajes. — La Parábola tiene dos personajes:
a. Uno es un juez injusto que, hablando consigo mismo, admite su maldad. El dice que no teme a Dios ni tiene consideración de ninguna persona. El juez no representa a Dios, al contrario, Dios es todo lo opuesto a este juez. El juez no tiene ningún interés en hacerle justicia a esta pobre viuda. Cuando decide hacerlo, lo hace porque se siente fastidiado al verla llegar para pedir justicia.
b. La segunda persona en esta historia es la viuda. En los tiempos Bíblicos, las viudas habiendo perdido a sus maridos, no tenían como sostener su hogar económicamente. Las mujeres no tenían libertad de ir a buscar empleo. Ellas dependían de sus esposos para el sostén del hogar. El quedar viuda era sinónimo de pobreza, de hambre, de injusticias. Estaba claro que como no tenía recursos de ninguna clase, no podía esperar que tal juez le hiciera justicia.¹ Por esa razón nuestro SEÑOR usa a una viuda como ejemplo en esta Parábola. La viuda tenía un arma: la insistencia. Ella persiste en buscar justicia aunque el juez injusto no quiere hacerlo. Nuestro SEÑOR nos deja saber que el Cristiano tiene que persistir en la oración, no porque Dios sea injusto como este juez, al contrario, debemos de persistir en la oración para no desanimarnos. Si la viuda hubiera puesto sus ojos en las circunstancias, hubiera sido vencida por el desánimo. Sigamos con el siguiente punto.
3. Reconociendo al que oye la oración. — La historia es dada para hacernos saber que Dios no quiere que desmayemos. La Nueva Versión Internacional dice: DESANIMEMOS. El desánimo es común en todos, dadas las circunstancias. Para poder orar a Dios, hay que creer que Él existe, y que Él es el único Dios, y que como único Dios, es el que Recompensa con la vida eterna. Por eso Hebreos 11:6 dice: «En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan» —. Cuando oramos a Dios mostramos que hemos puesto nuestra confianza en Él solamente, y que dependemos de Él para TODAS las cosas. Sigamos con el siguiente punto.
4. Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. — La Biblia de las Américas dice: “Escuchad lo que dijo el juez injusto.” — Ambas traducciones nos dicen que nuestro SEÑOR quiere que pongamos atención a las palabras del juez injusto, a lo que JESÚS responde: ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? Aquí, como en otras similitudes, JESÚS enseña, no por analogía, sino por contraste.² No hay comparación alguna entre el juez injusto y Dios, al contrario hay un gran contraste entre los dos. Dios contesta las oraciones de Sus Hijos por amor, no por obligación ni fastidio. Dios no quiere que oremos para fastidiarlo, Él quiere que oremos porque nosotros necesitamos de Dios. Ahora concluimos con el último punto.
5. El beneficio de la Fe. — Al final del Texto que hemos leído, nuestro SEÑOR dice: «No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» Tenemos aquí un contraste entre la vida espiritual, y la vida material que vivimos en la tierra. El materialismo nos quiere vencer con el desánimo y las ocupaciones. La oración es el alimento del cristiano. La oración alimenta la Fe. La oración nos hace persistir en la Fe. “Debían orar siempre, sin desanimarse”. La oración es un deber no es un privilegio. Pero para orar a Dios hay creer en Él. Esto implica más que un simple asentir o una expresión de: “Yo creo”. Creer en Dios es entregarse a Él, es depender de Él, es someterse a Él. Es convertirse del pecado a la vida eterna.
Conclusión:
Oremos.
Notas:
1. William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, p. 342, editorial CLIE.
2. L. Bonnet, Comentario del Nuevo Testamento, vol. 1, p. 642, Casa Bautista de Publicaciones.
*Toda referencia Bíblica es tomada de la Biblia, Nueva Versión Internacional.
**Este sermón fue predicado en Agosto, 2007.