Los dones del Espíritu Santo

Por: Familia Cristiana

Conocí un obispo que, casi siempre, en la eucaristía de la confirmación preguntaba a catequistas y catecúmenos los dones del Espíritu Santo. Basta un poco de imaginación para pensar que, con los nervios del momento, siempre se escapaban algunos. Mucho más problemático es cuando se nos escapan en la vida ya que sin la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas somos solamente la sombra de lo que estamos llamados a ser.
 
Hablar de dones del Espíritu Santo es hablar de su acción en nosotros, del cristiano vivo, ardiente y encendido en el Espíritu que el Resucitado nos donó desde su cruz cuando entregó su Espíritu.
 
La reflexión sobre los dones se basa en el capítulo 11 del profeta Isaías en el que leemos:
 
“Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé.

Y le inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra.
Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.
Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.

Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.

La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.

Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano.
Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahvé, como cubren las aguas el mar.”
 
En el texto se distinguen dos partes una que describe el vástago de Jesé, lleno del Espíritu del Señor, de cualidades, virtudes y juicios justos (1-5) y otra (6-9) en la que contemplamos los efectos de este gobierno justo y prudente que se irradia sobre la naturaleza animal e inanimada. Un poema que se refiere al Mesías que tenía que venir.
 
En el trasfondo resuenan otros pasajes de la Escritura
 
• La profecía de Batán en la que Yahvé anuncia a David que le edificará una casa y afirmará su descendencia consolidando el trono de su realeza (2Sam 7,11-12). Todos los textos mesiánicos se relacionan con esta promesa fundamental de un descendiente de David.
 
• Un poco anterior es el pasaje de Ezequiel: “Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará, mi siervo David: él las apacentará y será su pastor. Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta tierra las bestias feroces.

Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán en los bosques. (34,23.25). Se presenta la figura del Pastor y la paz que se deriva de Él.
 
• Hay otros textos que nos hablan del origen del rey: Is 7,14: el Dios-con nosotros el Emmanuel; Is 9,5: un niño que se llamará “maravilla de consejero, Dios fuerte, siempre padre, príncipe de paz; Zac 6,12-13: un germen que reconstruirá el templo y dominará en su trono; Jer 23.33: un germen de David que será un rey prudente que practicará el derecho y la justicia.
 
El rey ideal
 
En este rey es Dios mismo el que actúa ya que “Reposará sobre él el Espíritu de Yahvé” y esta presencia del Espíritu es una fuerza creativa, iluminadora, impulsora y decisiva. La obra de Dios en él se explica mediante tres parejas de sustantivos: sabiduría-entendimiento; consejo-fortaleza; conocimiento–temor del Señor.
 
La primera pareja se refiere a la capacidad de guiar al pueblo son un juicio recto lo que implica una sabiduría o conocimiento profundo inspirado de o alto. El mejor ejemplo lo tenemos en el Rey Salomón.