Predicacion de Dwight L. Moody
Las siguientes palabras nunca fallan porque no son palabras de Jesus: Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados y yo os haré descansar.
La primera se halla en Mateo 11:28: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cansados y yo
Os haré descansar
«Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es cómodo y mi carga ligera.»
No he visto nunca a una persona que no quisiera descansar. No hay hombre o mujer que viva sobre la faz de la tierra que no necesite descanso. Leemos del rico que derribó sus graneros y los edificó mayores y dijo a su alma: «Alma, descansa, tienes mucho almacenado.» Los mercaderes se afanan día y noche para amontonar dinero, con miras a poder descansar.
Los hombres dejan sus familias y amigos y dan la vuelta al mundo para ganar dinero, con la esperanza de poder descansar. Los marineros surcan las olas y se alejan durante meses de su hogar para conseguir dinero a fin de que éste les lleve el descanso. De hecho si el descanso estuviera en el mercado para poderlo comprar habría muchos centenares en Londres que lo comprarían incluso a precios muy altos, pero aunque el dinero no lo puede comprar al creer la palabra de Dios puedes obtenerlo sin dinero y sin precio.
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados y yo os haré descansar.» Ahora bien, cuando decimos nosotros «haremos esto» no siempre lo hacemos. Quizá no tenemos., intención de cumplir la palabra cuando decimos que haremos una cosa, o si pensamos hacerlo a veces fallamos por carecer de los recursos o capacidad de cumplir la promesa. Pero recuerda, Dios nunca quebranta una promesa.
Nunca se equivoca, nunca falla en cumplir su palabra. Y las palabras que leo son dignas de toda confianza, porque no son palabras de hombre, sino del Hijo de Dios: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados y yo os haré descansar.»
Esto nos dice dónde hay el único lugar en que podemos hallar descanso. No hay otro lugar en que un hombre pueda tener la posibilidad de hallar descanso para su alma. Recuerda, no es por medio de algún credo, no es por medio de alguna Iglesia particular o por medio de alguna doctrina determinada, sino por medio de Cristo. «Venid a mí.» Es acudiendo al Cristo personal, solamente, que conseguimos la paz y el descanso del alma.
La paz
En Juan 14:27 hay una promesa que es muy preciosa para mí. Cristo dice: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.» Yo me voy, pero no voy a quitaros mi paz; os la dejo.» «Mi paz os doy.» Nótese la expresión: «Mi paz.» «Mi paz os doy.»
Muchas personas buscan su paz en fuentes mundanas, pero cuando la encuentran no sacan mucho de ella, porque el diablo puede jugar con los sentimientos de los hombres, como el hombre toca un arpa y puede engañarnos en múltiples formas. Pero si vamos a Cristo en busca de la paz obtenemos lo que queremos, obtenemos descanso para el alma y hasta que vayamos a Él no la conseguiremos.
Hay muchas cosas que alteran nuestra paz, pero no hay nada que pueda alterar la paz de Dios. Si pudiéramos agarrar una isla y echarla en medio del Atlántico haría una gran conmoción en este mundo, pero no creo que Dios fuera sacudido en su trono eterno por ello; no alteraría los cielos, altos y elevados por encima de la tierra. Tengamos la paz de Dios y tendremos descanso.
Luego dice: «Estas cosas os he dicho para que mi gozo permanezca en vosotros.» El gozo de Cristo no es nuestro gozo. Cuando vamos a un Cristo personal y nuestras almas permanecen en Él entonces obtenemos descanso, paz y gozo. Éste es un descanso que nada puede alterar; es una paz que fluye como un río; es un gozo para siempre jamás.
Ahora vayamos a la segunda cosa, que Él hará y que se halla en Juan 6:37. Me parece que algunos dirán: «Ah, si yo fuera bastante bueno para ir iría y conseguiría este descanso, paz y gozo.» Pero si lees el versículo que menciono verás que dice: Al que a mí viene
en modo alguno le echaré fuera
Sin duda esto es amplio, ¿no? No importa si eres hombre o mujer; no importa cuáles sean tus tribulaciones, tus penas, tus pecados; si vas directamente al maestro Él no va a echarte fuera. Ven, pues, pobre pecador; ven tal como estás y acepta su palabra.
Hay un joven pródigo y desenfrenado que acudió a un a de nuestras reuniones. El curso que seguía era directamente a la ruina, pero el Espíritu de Dios empezó a obrar sobre él. Mientras yo estaba conversando con él y esforzándome por llevarle a Cristo le cité este versículo.
Se lo mostré y dirigí su mente de modo directo al mismo durante bastante tiempo y al fin pareció que la luz irrumpía en su mente y que hallaba consuelo en él, así que le dije que se aferrara a aquel versículo. Bien, después que se marchó camino a su casa el diablo fue a su encuentro.
Por mi parte no creo que haya persona alguna que empiece a dirigirse a Cristo sin que el diablo se esfuerce, de alguna manera, en entrar en contacto con él y hacerle tropezar. Y aún después que la persona ha acudido a Cristo viene el diablo y trata de atacarle con dudas y hacerle creer que hay algo falso en la cosa.
Así que Satán fue al encuentro de este joven y le susurró: «¿Cómo sabes que ésta es una traducción correcta? Esto le llevó durante un rato a un punto muerto y volvió a arrojarle a las tinieblas. Pero recordó lo que le había dicho, que se aferrara al texto y, después que Satán le hubo puesto la objeción en la cabeza, se aferró, al versículo, pero no halló la paz hasta las dos de la madrugada. Entonces se dijo: «Voy a aferrarme al versículo y si no es la traducción correcta cuando me presente ante el tribunal de Dios le diré que no sabía que estaba mal, porque yo no entiendo ni griego ni latín.» «Al que a mí viene en modo alguno le echaré fuera.» Si quieres ir a Él tengo autoridad de Dios pra deciros que Cristo os recibirá hoy, sí, en este mismo momento.
Los reyes y príncipes de este mundo cuando envían invitaciones lo hacen a los ricos, los poderosos, los sabios, los nobles, pero el Señor, cuando estaba sobre la tierra, llamaba a su alrededor a los individuos más pobres y desgraciados. «Este hombre», decían, «a los pecadores recibe y con ellos come». Los publicanos, pecadores y prostitutas se apresuraban a entrar en el reino de Dios en sus días.
Este hombre recibe a los pecadores
Aquí, en Londres, no hay ninguna sociedad que hubiera aceptado como miembro a John Bunyan, en su tiempo, y con todo, el Señor le salvó y le dio la bienvenida a su reino. Aquí hay algún pobre y desgraciado borracho, expulsado de su casa por sus padres y abandonado por todos sus amigos, pero el Señor le recibe. he conocido a algunos de los parias más andrajosos, despreciados por todo el mundo y, con todo, el Señor los ha recibido. Así que coge su palabra hoy y acepta invitación: «Al que viene a mí en modo alguno le su
echaré fuera. »
Pero dices que has de líbrate de tus pecados primero y luego acudir a Él. Esto sería como un hombre que estuviera muriendo de escarlatina y dijera: «¡Oh, he de esperar a que me libre de la fiebre antes de enviar a buscar al médico!» Es precisamente porque eres un pecador y no puedes librarte de tus pecados que necesitas un salvador.
Si yo estuviera en trance de muerte por falta de alimento, ¿sería razonable que dijera: Cuando me libre de esta hambre, entonces empezaré a comer»? Es precisamente porque estás hambriento que necesitas comer y porque eres un pecador que necesitas a Cristo. Es porque un hombre está enfermo que necesita al médico, y Cristo es el médico del alma.
3 En Lucas 5 leemos sobre el leproso que va a Cristo y el Señor le dice:
«Quiero; sé limpio.»
E inmediatamente le dejó la lepra. Ésta es otracosa que Cristo quiere hacer sobre la cual voy a llamaros la atención. Ahora bien, si hay alguna persona aquí llena de la lepra del pecado, si quiere ir al maestro y contarle todo su caso, Él va a decirle lo que dijo al pobre leproso: «Quiero; sé limpio», y la lepra de sus pecados desaparecerá. El único que puede perdonar pecados es el Señor. Aquí hay sus palabras, míralas otra vez: «Quiero; sé limpio» y entonces pon esto junto al otro versículo: «Al que viene a mí en modo alguno le echaré fuera. »
Los proscritos del diablo
Un día, estando Witfield predicando, dijo que el Señor estaba tan ansioso de salvar almas que aceptaría a los proscritos por el mismo diablo. Lady Hutingdon le reprendió diciendo que no debía hacer afirmaciones así. Un poco más tarde, sin embargo, acudió a oír su predicación una pobre mujer, un verdadero desecho.
Estaba agobiada por una profunda convicción de pecado y antes de poco halló paz en su salvador y fue recibida allí mismo en el reino de Dios. Ahora bien, si hay algún pobre pecador aquí, que reciba este versículo y retenga en su mente que el pobre leproso fue a Cristo. La ley prohibía que un leproso se acercara a las otras personas, pero Cristo está por encima de la ley. «La ley vino por Moisés, pero la gracia y la verdad por Jesucristo. »
Así que podéis hacer un intercambio maravilloso hoy. Podéis tener salud en lugar de enfermedad; podéis desembarazaras de todo lo que es vil y detestable a la vista de Dios. El Hijo de Dios viene y dice: «Voy a limpiarte la lepra y darte la salud en cambio.
Voy a quitarte esta terrible enfermedad que destruye tu cuerpo y tu alma y te daré mi justicia en su lugar. Te vestiré con las vestiduras de salvación.» ¿No es esto algo maravilloso? Es en esto que piensa Jesús cuando dice: «¡Quiero!» ¡Oh, echa mano de este «quiero»!
La confesión
Después que el hombre ha sido salvado la confesión es lo que viene después. Hemos sido limpiados en la sangre del cordero y lo siguiente es abrir la boca. Hemos de confesar a Cristo aquí, en este mundo, en tinieblas, y hablar a los demás de su amor. No tenemos por qué avergonzarnos del Hijo de Dios.
Un hombre considera un gran honor si consigue una victoria que haga que su nombre sea mencionado en el parlamento o en la presencia del rey y de su corte. Es un gran honor. Y en la China leemos que la mayor ambición de un soldado triunfante es tener su nombre escrito en el palacio o templo de Confucio. Pero pensemos en tener el nombre mencionado en el reino de los cielos por el príncipe de gloria, por el Hijo de Dios, porque tú le confiesas aquí, en la tierra.
Tú confiesas que eres suyo aquí; Él va a confesar que tú eres suyo allá. Si deseas ser llevado a la clara luz de la libertad tienes que dar el paso y colocarte en el lado de Cristo. He conocido a muchos cristianos que van palpando en las tinieblas y nunca reciben la clara luz del reino, porque están avergonzados de confesar al Hijo de Dios. No os avergonzéis, cristianos, que vuestros amigos y aun vuestro enemigos sepan que estáis del lado de Dios.
5. A continuación viene el quiero del servicio
Hay muchos cristianos aquí, según creo, que han sido avisados para decir: «Quiero hacer algún servicio para Cristo.» Bien, Cristo dice: « Seguidme y yo os haré pescadores de hombres.» No hay cristiano que no pueda traer a alguno al salvador. Cristo dice: «Y yo, si fuere levantado, atraeré a los hombres a mí», y nuestro deber es precisamente levantar a Cristo y vivir para Él.
Puedes ir a predicar con la elocuencia del ángel Gabriel, pero si vives como un demonio tu predicación no sirve de nada. No importa lo elocuente que seas y lo hermoso que sea el lenguaje que uses, tu predicación no sirve de nada. No vale nada el seguir a este hombre o a aquél; sigue a Cristo, sólo a Él. Él dice que nos hará pescadores de hombres.
Pedro sacó una buena redada el día de Pentecostés
Dudo que Pedro pescara nunca tantos peces en un día como hombres en el día de Pentecostés. Se habría roto cualquier red que hubieran tenido a bordo si hubieran tenido que arrastrar tres mil peces. Nuestro Señor dijo: «Sígueme, Pedro, y yo te haré un pescador de hombres», y Pedro le obedeció simplemente y aquí, en el día de Pentecostés, podemos ver el resultado.
Pero hay una razón y una gran razón por la que muchos fallan. Muchos hombres buenos me han preguntado: « ¿Por qué no tenemos resultado alguno? Trabajamos de firme, oramos mucho, predicamos a conciencia y no hay ningún éxito.» Os lo diré. Es porque muchos pasan todo el tiempo disponible remendando sus redes. No es de extrañar que no pesquen nada.
Reuniones de interesados
Lo importante es «celebrar reuniones para interesados » y de este modo se tira la red y se ve si se ha pescado algo. Si siempre estás remendando y disponiendo la red no vas a pescar muchos peces. ¿Quién ha oído de un hombre que vaya a pescar y eche la red y luego la deje allí, sin tirar nunca de ella? Todo el mundo se reiría de su locura.
Había un ministro en Manchester que vino a verme un día y me dijo: «Quisiera que me dijera por qué algunos ministros no tenemos más resultados de los que tenemos.» Le sugerí la idea de recoger las redes y añadí: «Tiene que tirar de la red.» Le dije que hay muchos ministros en Manchester que pueden predicar mucho mejor que yo, pero que no tiraban de la red.
Muchas personas tienen objeciones a las reuniones para interesados, pero yo insistí ante él en la importancia de las mismas y el ministro contestó: «Nunca he tirado de la red; voy a intentarlo el próximo domingo.» Lo hizo y ocho personas, interesados ansiosos, fueron a su estudio.
El próximo domingo vino a verme y me dijo que nunca había tenido un domingo tan maravilloso en bendición en su vida. La próxima vez que tiró de la red había cuarenta y cuando vino a verme en la casa de la ópera, donde predicaba el otro día, me dijo gozoso: «Moody, he tenido ochocientas conversiones el año pasado. ¡Es un gran error no haber empezado antes a tirar la red!» Así que amigos, si queréis pescar hombres
hay que tirar de la red
Si sólo pescáis uno ya será algo. Puede que sea un niño, pero he visto a un niño que convirtió a toda la familia. No sabes lo que hay en la cabeza algo dura de este muchacho en la sala de interesados; puede transformarse en un Martín Lutero, un reformador que haga temblar el mundo; es imposible predecirlo. Dios usa lo débil de este mundo para confundir a lo poderoso.
La promesa de Dios es tan buena como un billete del Banco de Inglaterra; «prometo pagar a fulano de tal», y aquí hay uno de los pagarés de Cristo: «Si me seguís os haré pescadores de hombres.» ¿No quieres echar mano de la promesa, confiar en ella y seguirle ahora? Pero si quieres pescar hombres tienes que usar un poco de, ¿cómo lo diré
Sentido común
Esto es llamar pan al pan y al vino. Si un hombre predica el evangelio y lo predica fielmente debe esperar resultados allí mismo. Pero después que ha proclamado las buenas nuevas, que celebre una reunión para interesados, y si es necesario una nueva reunión, y que vaya a la casa de la gente y que les predique y ore con ellas y de esta manera serán a centenares los que serán traídos a Dios.
Creo que los hijos de Dios tienen el privilegio de cosechar el fruto de su labor trescientos sesenta y cinco días al año. « Bien », dice alguno, « pero ¿ no hay tiempo para sembrar y tiempo para segar?» Sí, es verdad, hay los dos, pero también puedes sembrar con una mano y segar con la otra.
¿Qué pensarías de un campesino que estuviera sembrando todo el año y que nunca segara? Repito, queremos sembrar con una mano y segar con la otra, y si buscamos fruto de nuestra labor lo veremos. «Si fuere levantado a todos atraeré a mí mismo.» Hemos de levantar a Cristo y buscar a los hombres, usando el cebo apropiado. Hay muchos que no lo hacen y luego se maravillan de que no tengan éxito.
En vez de esto organizan toda clase de diversiones para ver de pescar hombres. Se ponen a trabajar en una forma falsa. Yo os diré lo que necesita este mundo que perece: necesita
a Cristo y a Cristo crucificado
Hay un vacío en el seno de todo hombre que necesita ser llenado y con sólo que vayamos a ellos con el cebo apropiado los pescaremos. Este pobre muchacho necesita un salvador y si hemos de tener éxito en la pesca de hombres hemos de predicar a Cristo crucificado, no su vida solamente, sino su muerte.
«Y con sólo que seamos fieles en hacer esto tendremos éxito.» ¿Y por qué? Porque hay su promesa: «Si venís en pos de mí yo os haré pescadores de hombres.» Y esta promesa vale lo mismo para ti y para mí, como para sus doce discípulos, y es tan verídica ahora como en tiempo de ellos. «Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, a perpetua eternidad.»
Piensa en el exaltado privilegio de hacer llegar un alma a Cristo. Pones una corriente en marcha que seguirá fluyendo por los siglos, cuando tú ya no estés presente. «Bienaventurados los que mueren en el Señor, porque descansan de sus labores y sus obras les siguen.»
Pablo y sus escritos
Pensemos en Pablo allá arriba. Hay una corriente continua de personas que suben al cielo cada día y cada hora, que han sido llevadas a Cristo por medio de sus escritos. Pablo puso en marcha una corriente que ha venido fluyendo desde hace dos mil años. Imaginémonos a los hombres que suben al cielo y dicen: «Pablo, te doy gracias por la carta que escribiste a los Efesios; hallé a Cristo en ella.» «Pablo, gracias por escribir la epístola a los Corintios.» «Pablo, he hallado a Cristo en la epístola a los Filipenses.» «Te doy gracias, Pablo, por la epístola a los Gálatas; hallé a Cristo en ella.» Y así me imagino a gente que está ascendiendo
y dan gracias a Pablo en todo momento por lo que hizo. ¡Ah!, cuando Pablo fue puesto en la cárcel no se cruzó de brazos y se quedó en la indolencia. No empezó a escribir y sus epístolas han llegado hasta nosotros a lo largo de las edades, llevado a miles y miles al conocimiento de Cristo crucificado.» «Sí», dijo Cristo también a Pablo, «te haré un pescador de hombres si vienes en pos de mí», y Pablo sigue pescando almas desde entonces.
El diablo pensaba que había obrado con astucia cuando metió a Pablo en la cárcel, pero estaba muy equivocado; dio un paso en falso, por lo menos esta vez. No tengo dudas de que Pablo ha dado gracias a Dios a partir de entonces por la cárcel de Filipos y los azotes y su encarcelamiento. Estoy seguro que nunca sabemos antes de llegar al cielo todo lo que el mundo ha conseguido de esta cárcel.
6. Hallamos lo siguiente en Juan 15:18: «No os dejaré huérfanos.» Para mí éste es un dulce pensamiento, que Cristo no nos haya dejado solos en este oscuros yermo aquí abajo. Aunque Él ha subido al cielo y ha ocupado su lugar a la diestra del Padre en su trono no nos ha abandonado. Como dice el texto, «no nos ha dejado huérfanos».
No abandonó a José cuando le pusieron en la cárcel. «Dios estaba con él.» Cuando Daniel fue echado en el foso de los leones el Todopoderoso estaba con él. Estaban juntos, no podían ser separados, así que Dios también descendió al foso de los leones con Daniel.
No hay separación
Si tenemos a Cristo con nosotros podemos tenerlo todo. No pensemos en lo débiles que somos. Elevemos nuestros ojos a Él y pensemos en El como nuestro hermano mayor, que tiene todo poder, porque le ha sido dado en el cielo y en la tierra.
Dice Jesús: «He aquí estoy con vosotros hasta el fin del mundo.» Algunos hijos y amigos pueden dejarnos y es muy triste el momento en que un miembro de nuestra familia se va a un país alejado, por ejemplo, Australia. Pero gracias a Dios el creyente y Cristo nunca estarán separados.
Él está con nosotros aquí y nosotros estaremos con Él en persona más adelante. Estaremos con Él y le veremos en su hermosura luego. Pero no sólo está Él con nosotros, sino que nos ha mandado al Espíritu Santo, el cual nos dice todas las cosas. Demos honra al Espíritu Santo reconozcamos que está aquí en medio de nosotros. Él tiene poder para dar vista al ciego, libertad al cautivo y para abrir los oídos del sordo, para que pueda oír las gloriosas palabras del evangelio.
7. Luego hay otra cosa que hará, según Juan 6:40; en el capítulo aparece cuatro veces: «Yo le resucitaré en el último día.»
La resurrección
Me parece muy dulce la idea de tener un salvador que tenga poder sobre la muerte. Mi bendito maestro tiene las llaves de la muerte y del infierno. Siento lástima de los pobres incrédulos e infieles. No tienen esperanza de vida eterna. Pero todo hijo de Dios puede abrir este capítulo y leer la promesa y su corazón salta dentro de él de gozo al hacerlo.
En general los comerciantes ponen los mejores géneros en el escaparate para que todos vean su calidad. Lo mismo aquí cuando Cristo estaba en esta tierra nos dio una muestra de lo que Él podía hacer. Hubo los casos de la hija de Jairo, el hijo de la viuda y Lázaro de Betania.
Resucitó a los tres para disipar toda duda que pudiera quedar en nuestro corazón. ¡Qué oscuro y sombrío sería este mundo si no tuviéramos esperanza de resucitar, pero ahora, cuando depositamos a nuestros hijitos en la tumba, aunque sea con pesadumbre en el corazón, no es sin esperanza. Hemos visto su lucha terrible con la muerte.
Hemos visto su partida al más allá, pero hay una estrella que ilumina las tinieblas: el pensamiento de que, aunque el círculo feliz ha sido quebrado en la tierra volverá a completarse allí, en el mundo de la luz celestial. Los que habéis perdido a un ser querido regocijaos al leer lo que Jesús «hará».
Los que han muerto en Cristo volverán a ser recobrados más adelante. Las tinieblas se disiparán y la luz de la mañana de la resurrección caerá a raudales sobre nosotros.
Hay sólo un corto tiempo de espera y luego oiremos la voz, desde la tumba, de Aquel que ha dicho: «Yo le resucitaré en el último día.» Esta es una promesa preciosa.
8. Veamos ahora otra cosa que hará en Juan 17:24: «Padre, aquellos que me has dado quiero que donde yo estoy también ellos estén conmigo.»
La gloria futura
Estas palabras las dijo en el aposento alto la última noche, antes de ser crucificado y sufrir la terrible agonía y muerte del Calvario. Veo algunos aquí, cuyos rostros empiezan a iluminarse ante la idea de que verán al Rey en su hermosura en el más allá. Sí, un día glorioso esto tendrá lugar en el futuro.
Algunos creen que el día en que se convierten ya lo han conseguido todo. Sin la menor duda obtenemos la salvación respecto al pasado, paz en cuanto al presente, pero luego hay la gloria del futuro. Es a causa de esto que se regocijaba Pablo.
Decía: «Estas leves aflicciones, estos azotes, estas piedras que me echáis, todo esto cuenta muy poco; la gloria que hay en el más allá excede, con mucho, a todo esto, que no cuenta para nada, con tal que pueda ganar a Cristo.» Y así, cuando las cosas van contra nosotros, cobremos ánimo, recordemos que la noche va a pasar pronto y que la aurora alborea para nosotros.
El punto que corresponde al pecador
Falta sólo un punto a los ocho que hemos visto. Hemos considerado las cosas que hará Cristo: Nos dará descanso, no va a echar a nadie por vil que sea, sino que recibirá a todos los que se allegan a Él, nos hará limpios, dará testimonio de que le pertenecemos, nos hará pescadores de almas efectivos, no nos dejará huérfanos, nos resucitará en el último día y hará que estemos con Él en la gloria.
Y ahora los pecadores han de decir:
«Me levantaré e iré a mi Padre.
¿Quién quiere decirlo esta tarde? ¿Quién quiere ir a Dios, como fue el hijo pródigo? Puedo verle desde aquí. Está mirando hacia el horizonte, las colinas lejanas, donde le parece ver ya la casa del padre que había abandonado y sabe que allí su padre amante, con la cabeza cana, le está esperando; el hijo se dice: «estoy pereciendo aquí de hambre cuando en la casa de mi padre hay abundancia de pan. Me levantaré e- iré a mi padre.» Ésta fue la encrucijada decisiva de su vida. ¿Fue algo glorioso, verdad, pecador?
Cuando Mr. Spurgeon predicaba el otro día en el West End hizo un resumen de las cosas que la audiencia que tenía delante había escuchado. Algunos de vosotros, les dijo, habéis pasado por alto las oraciones de vuestros fieles maestros de la escuela dominical que suplicaban con lágrimas por vosotros y que iban a veros a vuestras casas para hablaros. Resististeis todas sus súplicas y su influencia ya no os afecta.
Y también habéis ido más allá de las lágrimas de vuestra madre y de sus oraciones y ella quizá ya descansa en el sepulcro hoy; también habéis dejado atrás las lágrimas y oraciones de vuestro padre y las de vuestro pastor, un hombre piadoso y fiel. Hubo un tiempo en que sus sermones os hacían efecto, pero ahora ya no os causan impresión alguna; habéis ido a reuniones especiales y tampoco os han conmovido.
Y decís que todavía seguís tan campantes. Bien, es verdad, pero recordad que os estáis acercando a paso acelerado al infierno y que no hay hombre, prácticamente, que pueda albergar esperanzas de ser salvo si deja endurecer su corazón más allá de este punto.
Amigos míos, decid: «Me levantaré hoy.» Habrá gozo en el cielo por vuestro regreso. Leed en Lucas 15«Hay gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente.» Regresad ahora y vivid.
Estoy perdido, lo sé; nada sanará mi mal de cuanto me cerca aquí. Me levantaré e iré a Jesús, muerto por mí.