Predicas Cristianas | Estudios Biblicos
Nahúm 1:3-6; Isaías 54:10. Jehová, el Eterno, como dueño absoluto de todo lo creado, tiene dominio total sobre su creación. A su voz, todos los elementos de la tierra se sujetan; Él gobierna las aguas de la mar; los vientos le obedecen y los montes tiemblan ante su presencia. A su paso los collados se deslíen y se hunden las peñas cuando estos elementos son usados como instrumentos en los juicios del Eterno Job 36:29-31; 37:13.
Si el Eterno usa de estos elementos, ¿Se podría considerar un Terremoto, un Huracán, un Tsunami o una erupción volcánica, como un juicio del Señor? Para algunas organizaciones protestantes sí, por cuanto el pecado según dicen ellos, es el factor principal por la cual vienen todos estos castigos, los cuales son los juicios que hace el Eterno sobre toda la humanidad; tomando en cuenta, que el señor aborrece a todo hombre que se enseñorea del pecado, por cuanto no se ha arrepentido de sus maldades y no ha dejado su idolatría: recibiendo así, el justo pago de su extravió
Es cierto que el pecado siempre será el motivo para que el Eterno haga juicio sobre los hombres Génesis 6:5-7, Isaías 13:11, pero no podemos asegurar actualmente, que el Eterno por medio de un Terremoto, un Huracán o cualquier fenómeno natural, esté ejecutando sus juicios sobre las gentes, pues esto haría del Eterno un ser injusto, ya que cuando un Terremoto se manifiesta, no mata a todos los pecadores de la tierra, ni siquiera a los de una ciudad; y no podrían ser mas pecadores unos que otros (comparar con, Lucas 13:1-5).
Los fenómenos naturales, como son: Terremotos, Huracanes, Tsunamis y explosiones volcánicas entre otros, no son en sí catástrofes, ni mucho menos pueden ser considerados como juicios del Eterno sobre las gentes: sino que son parte de la misma creación del Todopoderoso. Por medio de la ciencia: nos damos cuenta, como estos eventos naturales tienen un propósito positivo dentro del ecosistema, manteniendo el balance en la estructura de la misma tierra Job 37:12-13; Job 38:26-27.
Entonces, ¿Por qué mueren muchas gentes a causa de estos eventos naturales? Los factores que han causado miles de muertes, no han sido en sí lo que procede de la naturaleza, sino, (en algunos casos), de la mala ubicación de los pueblos o ciudades, en que estos se han establecido. Por otro lado, está el factor “pobreza”: es decir, que a causa de la misma pobreza, muchas de las casas no están bien construidas, y no soportan la fuerza que genera un terremoto, huracán o maremoto (Tsunami), y de ahí, la catástrofe. De aquí que un arquitecto estadísticamente haya dicho: “los Terremotos no matan gentes los edificios sí”.
También está el factor “negligencia”. Si las personas fueran consientes, cuando se avecina uno de estos fenómenos, tendrían más precaución; menos tragedias se suscitarían y menos muertes habría que lamentar. Según las estadísticas, muchos de los que mueren en un huracán o un Tsunami (como caso), las muertes son causadas por negligencia: por no dar credibilidad a la magnitud del evento, y por no extremar precauciones. La biblia señala diciendo: “el avisado ve el mal, y escóndase: mas los simples pasan, y reciben el daño” Proverbios 22:3.
Desde hace algunos miles de años, hasta la actualidad, el Eterno ya no ha castigado al hombre a causa de su pecado usando como medios los elementos de la tierra. El ha dejado a las gentes que anden en sus propios caminos, pero los ha dejado bajo advertencia: “por que el Eterno traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda cosa oculta, buena o mala” Eclesiastés 12:14.
EL JUICIO DEL DILUVIO UNIVERSAL
Génesis 6:3-7; Génesis 9:11. Sin duda alguna, el juicio más grande que el Eterno haya ejecutado sobre la humanidad, fue el diluvio universal. Sobre este suceso, existen datos históricos por todo el mundo, que certifican dicho evento mundial; sobre todo, los datos bíblicos que son la prueba indeleble e indubitables, en donde encontramos la respuesta del ¿Por qué? El Eterno juzgó de esa manera a toda la raza humana.
Según la lectura bíblica, el Eterno se molestó con toda la raza humana, por causa de su maldad; por cuanto todo lo que procedía de su corazón como eran: sus pensamientos, “…era de continuo solamente el mal” (verso 5). La lectura no dice que tipos de pecados cometieron los hombres, pero lo que sí es posible probar o determinar, es que no eran idolatras. Por su parte, nuestro señor Jesucristo, nos da algunos datos, en donde nos dice, que los hombres en los días de Noé, solo comían y bebían; se casaban y se daban en casamiento (Mateo 24:37-39), entendiendo con esto, que al Eterno lo tenían olvidado.
No obstante, la maldad le pesó al Eterno, e hizo que se arrepintiera de haber creado al hombre sobre la tierra y derramara sobre ellos todo el peso de su ira. Génesis 6:7. En este juicio se castigó la maldad de los padres, también sobre los hijos, y aun sobre los animales que había sobre la faz de la tierra Génesis 7:21-23. Solo así, destruyendo al mundo, el Eterno, logro erradicar todo el pecado de ellos; toda la violencia que había sobre la tierra Génesis 6:11-13.
Muchos críticos, actualmente, censuran la determinación del Todopoderoso, pues argumentan diciendo, que, por qué tuvieron que morir los niños, los cuales no tuvieron ninguna culpa, ya que los pecadores fueron los adultos y no ellos. Desde un punto de vista muy humano, es difícil comprender los designios del Eterno; no así desde la perspectiva bíblica, ya que de acuerdo a las Escrituras, la consecuencia de la maldad de un padre siempre recaerá sobre su hijo Éxodo 20:5.
¿Por qué el Señor no perdonó al mundo antiguo? (2ª Pedro 2:5). Los que conocemos que el Eterno es un ser lleno de amor, que su misericordia es muy grande y que es tardo para la ira, también sabemos que a Él, el pecado lo irrita, lo enfurece. En este caso, lo que impidió que el Señor perdonara al mundo viejo, fue que el pecado se había multiplicado y sobre todo: que no se arrepentían de ello, ni se volvían de ese mal camino. La necedad y la soberbia de ellos, fue el detonador que hizo que el Eterno los destruyera para siempre.
Después de que el juicio del Eterno concluyó, Él mismo juro, que nunca más destruiría la tierra por causa de los pecados del hombre, ni volvería a destruir a los seres vivientes. Es decir; por medio de otro diluvio Génesis 8:21, Génesis 9:11-17. El Eterno sabe que el hombre siempre será malo y que ésta maldad está en el hombre desde que es joven; pero aun con todo eso, el Señor con su paciencia esperara a que todos nos arrepintamos de nuestros pecados, y no despreciemos ““…las riquezas de su benignidad, paciencia, y longanimidad…” Romanos 2:3-5.
JUICIO CONTRA SODOMA Y GOMORRA
Génesis 19:20-25; Judas 7. Después del juicio que ejecutó el Eterno, por medio del diluvio sobre las naciones, ejecutó otro, de no menos trascendencia, al confundir las lenguas de los hombres. La única diferencia de este juicio, fue, que no hubo muertes que lamentar (Génesis 11:1-9). No, así, con el juicio que hizo sobre los de Sodoma, Gomorra y las ciudades comarcanas, cuyo punto, es el centro de nuestro estudio.
El pecado siempre será el motivo y la razón por la cual el Eterno tenga que destruir a las gentes. Pero esta forma de castigo viene, por cuanto el pecado se ha agravado en extremo y en esta condición pecaminosa el hombre hace que el Eterno tome esta decisión Génesis 18:20. Isaías 30:1. Cuando se dice que el Señor solamente destruye al hombre cuando éste agrava su pecado, no se está diciendo que los pecados que no son agravados, no sean castigados por el Eterno. Recordemos que, todos los pecados tienen una retribución, un pago, y este es la muerte, Romanos 6:23.
Antes de que el Eterno destruyera a dichas ciudades, Abraham, intervino, mediando por causa de los justos que quizá había dentro de ellas. Abraham se apoyó primero, en la justicia de cincuenta almas; luego, en cuarenta y cinco, después, en cuarenta, seguido de treinta; luego, veinte, y por último, diez almas justas que estuvieren en esas ciudades de miles, o quizá millones de habitantes para que aquel lugar no fuese destruido. El Eterno escuchando la petición de Abraham, le asegura, que aunque fuesen diez los únicos justos que hubiera en esas ciudades; por amor a ellos, y por amor a él, no destruiría a todos. Génesis 18:23-32.
Fuego y azufre cayó de los cielos, destruyendo las ciudades y a sus moradores; las llanuras y todo aquello bueno y hermoso que produce la tierra. En este juicio, el Eterno una vez más, vuelve a desatar su ira sobre un “mundo” atestado de maldad; de hombres que cometían actos vergonzosos, contaminando sus propios cuerpos, mudando el uso natural contra naturaleza (Romanos 1:24-27). Solo tres almas justas se lograron salvar, ya que aun la mujer de Lot, por haber mirado hacia la ciudad; cosa que no debió haber hecho (Génesis 19:17), se convirtió en estatua de sal; también murió. También los yernos de Lot se pudieron haber salvado, solo que por incrédulos, no lo lograron: pues no creyeron a la palabra de Lot (verso 14).
Los habitantes de Sodoma fueron y son los responsables de la existencia, de toda la depravación sexual que hoy en nuestros días conocemos: el “homosexualismo”. A este género pecaminoso, la biblia lo identifica como “sodomía” (Deuteronomio 23:17), y es un pecado que tiene que ver con todo lo relacionado a la sexualidad; tanto de los seres humanos, como a la de los animales. Técnicamente, por esta razón, el Eterno hizo juicio sobre estas cuatro naciones, aunque es posible que hayan sido mas de cuatro ciudades las que redujo el Señor a cenizas (Deuteronomio 29:23). No obstante, lo que si podemos asegurar es, que el castigo que sobre vino a Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, queda como ejemplo, para todos aquellos que han de vivir, sin temor y sin reverencia delante de Jehová 2ª Pedro 2:6: y para que por medio de este juicio, toda la humanidad reconozca el poder, y la ira del Todopoderoso; y pueda por medio de esta experiencia, volverse de su mal camino, olvidando toda maldad; dejando todo el pecado.
JUICIO CONTRA ISRAEL
Éxodo 19:3-6; Levítico 26:21. Después de la cautividad de Egipto: Israel libre y soberano, fue conducido del Eterno al Monte Sinaí para recibir su ley y ser regidos por medio de ella. Allí el Señor le dijo, que si andaba en sus decretos y guardaba sus mandamientos y los pusiere por obra: seria su especial tesoro, y que derramaría sobre ellos y sobre todo lo que poseyera todas sus bendiciones: pero también le dijo; que, si no los ponía en práctica y los abominaba, invalidando su pacto: traería sus juicios sobre ellos; hasta una entera consumación (Levítico 26).
No paso mucho tiempo para que Israel se olvidara de las instrucciones del Eterno, pues a los pocos días estaba haciéndose un ídolo: un becerro de oro Éxodo 32:7-9. En ese momento, el Señor pensó hacer juicio, destruyendo a todo su pueblo Israel, pero por la súplica hecha por Moisés, el Eterno detuvo su mano de hacerlo (verso 10-14). No obstante, a causa de aquella maldad, aquel día, murieron como tres mil (3000) hombres, los cuales cayeron bajo la espada de los levitas (verso 27-28). ¿Acaso fueron los únicos que estaban adorando al becerro de oro? No, pero fueron los únicos que no se arrepintieron de su pecado.
Otros juicios que el Eterno ejecutó sobre Israel, fue por haber ofrecido incienso extraño y por murmurar. El castigo fue tan grande, que en una ocasión, murieron más de 14,000 almas, sin contar los que murieron por la rebelión de Coré Números 16:49-50. En otra ocasión, el Eterno uso de serpientes venenosas, cuya mordedura mato a muchos de los judíos rebeldes. Todos, estos castigos vinieron sobre Israel, no por ser idolatra, sino por haber murmurado y por haber hablado mal del Señor y de su siervo Moisés Números 21:4-6.
La fornicación es otro de los pecados que el Eterno aborrece, y por este pecado, una vez más Israel vuelva a sentir la ira de Jehová Números 25:1-9. Aunque en esta ocasión, también el pecado consistió en la idolatría, ya que las mujeres moabitas movieron a los varones de Israel a sacrificar a sus dioses. De manera que, la rebelión, la idolatría la murmuración, y la fornicación y otros pecados, fueron la causa de todos los sufrimientos de Israel, por los juicios de Jehová.
Pero sin duda alguna, el peor juicio que pudieron haber recibido todos los repatriados de Egipto, fue, que no hayan entrado a la tierra prometida Números 14:27-35. El Señor ya estaba cansado de las quejas, de las murmuraciones y de todos los pecados de su pueblo, al grado que ya no los soporto mas. A pesar de todo, el castigo al que fueron conminados los hijos de Israel, no les quito la vida en ese mismo instante, sino que les dio cuarenta años todavía, hasta que no quedara con vida, ninguno de aquellos que se rebelaron por haber murmurado.
El Eterno siempre cumple su palabra. A Israel le dijo que si no ponía en práctica sus mandamientos y los invalidaba, el también los haría sufrir por ello. El Señor amó mucho a Israel, pero no podía permitir que ese amor lo cegara. Por eso, el Eterno con todo y su dolor tuvo que castigarlos, aunque por amor de los justos no los destruyo del todo; además, porque él mismo es un ser paciente: “…lento para la ira, y grande en misericordia” Salmos 103:8.
Jeremías 25:1-11; Ezequiel 33:29. El Eterno es un ser que no se aíra tan fácilmente sobre el pecador (Salmos 86:15), sino que a todos les da un tiempo para que se arrepientan. Y así como a las naciones les dio una oportunidad; un tiempo: así también lo hizo con su pueblo, dándoles la oportunidad de que se arrepintieran. Todavía en los días de Isaías (siglo VIII), el Eterno decía a un pueblo cargado de maldad: “¿Para qué habéis de ser castigados aun? Todavía os rebelareis…” Isaías 1:5.
Fue en los días de Moisés, cuando el Eterno le comunico a Israel: que si no oía su voz y abominaba sus decretos, y no guardaba sus mandamientos menospreciando, e invalidando así su pacto: Él traería muchos males sobre ellos, hasta que fuesen consumidos todos los hombres de todas las ciudades de Israel a causa de su pecado (Deuteronomio 28:45-58). El profeta así como Israel, sabían lo que sobrevendría sobre ellos, sino se sometían a los mandamientos del Todopoderoso.
Según la lectura bíblica, unos años antes de que Israelfuese llevado cautivo a Babilonia, el profeta Jeremías madrugaba diciendo, a Israel: que dejaran todo el pecado, porque si no, el Eterno traería gentes de otros lugares, para ser destruidos. Además, les recordó que el Eterno no tan solo por medio de él, les ha comunicado esto: sino también por medio de todos sus santos profetas que a él le antecedieron (verso, 3-4). No obstante, Israel nunca inclino su oído para escuchar las palabras del Todopoderoso, recibiendo así el juicio del Eterno: un castigo jamás visto entre los hijos de Israel: pues fueron malditos por Jehová, por setenta años (verso 11).
El Eterno, por más de siete centurias, soporto los pecados de su pueblo Israel. La desobediencia, la fornicación, el cohecho, la infamia, la idolatría y otros muchos pecados, saturaron la paciencia de Jehová. Según Isaías (1:4,6), Israel era un pueblo lleno de maldad; era una generación de malignos, e hijos depravados: que nada ileso había en él, sino que “…desde la planta del pie hasta la cabeza, todo era una herida: una hinchazón y podrida llaga,…” cuyos pecados, fueron motivo del juicio en los 70 años de cautiverio Jeremías 30:15.
Durante 70 años Israel no gozo de los sábados, ni de las solemnidades del Eterno. La alegría se torno en tristeza, y la honra en vergüenza. El olor que antes había sido muy agradable en ellos por los perfumes aromáticos, ya no los tendrían más, sino ahora solo hediondez (comparar con Isaías 3:16-24). Todo lo bello, y todo lo hermoso que había sido Israel, ahora estaba puesto en muladar Lamentaciones 4:5.
CONCLUSION:
En este juicio que hizo el Eterno contra Israel, lo sometió a los más crueles de los castigos. Sus mujeres fueron violadas, sus niños estrellados a causa del hambre, “…la piel de ellos se pegaba a sus huesos,… y las manos de las mujeres piadosas cosieron a sus hijos; fuéronles comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo” Lamentaciones 4:8-10.
Nunca en la historia del mundo se ha visto jamás, que un pueblo haya padecido tanto como el pueblo Israel; aunque todo esto fue por causa del pecado: pues el señor le había dicho: “Y si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados”. Levítico 26:21.