El Espíritu Santo no se relaciona con la mentira. La línea en que se mueve es en integridad. Esta es la enseñanza en la que se mueve el Pastor de Samaria. En el espíritu, Dios vertió el cuerno del aceite (de la unción) sobre la cabeza del Pastor. Esto es para capacitarle a que haga la obra conforme a su Santa Voluntad.
La Unción no conoce de denominaciones, no se le puede encasillar diciendo que el Espíritu Santo es bautista, es de los hermanos, pentecostal, etc.
La primera relación del Espíritu Santo con nosotros es la Fe.
Dice las escrituras en una de las epístolas “oh, almas adulteras, no sabéis que el Espíritu Santo, os anhela celosamente”. Aquí vemos claramente que la relación primera debe ser por la fe en la Palabra. “Puestos los ojos en el autor y consumador de la Fe”.
Daniel 10:11…
10:11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
A los adoradores Dios les exige una atención especial.
A menos que tengamos la personalidad del Espíritu Santo no podremos compartir lo que viene a decirnos.
Los adoradores tienen el oído adecuado que le da confianza al Espíritu para venir y hablarles.
Los que no tienen mansedumbre no tienen la personalidad del Espíritu.
Si el culto no lo empezamos desde la santidad, el fuego que le estamos presentando al Señor, es un fuego extraño.
Jesús escogió al empezar su ministerio a hombres , en su mayoría, rudos, de la parte norte del país, no eran de la capital. Él consiguió incrustar su personalidad en los doce. Les transmitió su carácter divino.
El centurión, no siendo judío, tenía una personalidad que atraía a Jesús y lo impresionaba. Para el centurión la palabra de Jesús tenía todo el peso, toda la validez.
Cuando sentimos al Espíritu Santo, sentimos a Dios en su deidad. El apóstol Pablo estaba ligado al Espíritu y este era fortalecido en el Poder y por eso estaba dispuesto a ir y morir incluso por causa de la obra.
Debemos estar preparados para escuchar su voz. El que se haga servidor de sus hermanos es el que está capacitado para escuchar. Humanamente una persona que no tiene personalidad se le declara un “don nadie”. Las riquezas no nos dan personalidad, las carreras universitarias tampoco nos dan carácter ni personalidad. El sabio e inteligente en Dios es aquel que sabe bajar el cielo a la tierra. El no nos ha creado para nosotros sino para alabanza de su Nombre.
La personalidad del Espíritu Santo une a las familias. El nos enseña a educar a nuestros hijos, nos da capacidad para cuidar a nuestros mayores. La honra viene por el Espíritu, su señorío es lo que alegra y transforma las almas. Abraham tenía personalidad de un adorador y fue forjado en las pruebas más difíciles para un padre.
Nos pasa lo que hablamos, lo que predicamos.
Josué buscaba la personalidad de su maestro Moisés, buscaba favor y le imitó hasta el día que partió a su presencia.