Según el área que nos movemos en la carne, tenemos una actitud u otra. Un boxeador no recibe la misma disciplina que una bailarina de ballet. El amor es redención, es resurrección, es Jesús y vida eterna. El carácter de Dios y su personalidad es Amor. Si manifestamos el amor de Dios nadie podrá contradecirnos. El amor de Dios nos declara inocentes de toda culpabilidad. Nuestra declaración a Dios equivale a vivir una vida consagrada a Él en gratitud.
Nuestra relación con Jesús hará que tengamos entrenamiento en todas las áreas que hay que batallar y en las que debemos ejercer la adoración y la alabanza.
Si no tenemos oído para atender la amonestación de Dios y si tenemos oído para escuchar la voz del desespero del mundo, seguro que caeremos como árboles que se secan.
Hay que escuchar la inspiración divina y una de ellas es la música inspirada por su divino Amor. La mayoría de la sociedad se inspira en el Jesús del pesebre y en el de la Semana Santa. Pero Él es mucho más grande de lo que podemos creer y entender nosotros.
Cuando el pecado pasa por nuestra vida y no lo saboreamos, Él se hace cargo de nuestro perdón, pero cuando nos detenemos en paladear el pecado, esto equivale a renunciar a su sacrificio.
Para las vidas que le claman, el Señor llega pronto y no retarda sus promesas.
Vale la pena esperar sus promesas, pues el que cree en Él, no experimentará la muerte. La profecía que se cumple en nosotros es verle cara a cara un día. Jesús es el dueño de la vida. El ganó la resurrección por precio y somos redimidos por Dios y no por los hermanos.
El Padre envió al Hijo para poder abrazarnos. No podrá existir otra declaración de amor más alta que la que mostró el Señor a su Amada. En el matrimonio el esposo debería mostrar el mismo amor por su esposa. No le pidió el Padre a la esposa que muriese por el marido, sino a Cristo que diese la vida por la Iglesia.
En la declaración de amor de una pareja de novios, debe haber una amabilidad y una dulzura excelente. Igualmente debemos conquistar a nuestro esposo con la dulzura de la adoración.
Cristo es el único que nos ha unido desde adentro para ser aceptados por el Padre. El Señor quiere conseguir que los dos seamos uno en Él (hablamos en el matrimonio). Si no compartimos todo para liberarnos, será imposible agradarle por completo.
Los cristianos que no recuerdan sus declaraciones pasadas al Señor, quiere decir que no lo viven con sinceridad. El Señor nos ha puesto en este barco para que realicemos la travesía con éxito, gracias al sometimiento al capitán de la nave.
El nos libró de la muerte y su poder. Ningún ángel puede ser capaz de traernos condenación, pues Dios mismo terminó con el imperio de la muerte.
No se puede crecer espiritualmente donde hay maldición.