“Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se 1evantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre” (2 S. 17:23).
Introducción
Ahitofel le propuso a Absalón que le permitiera organizar doce mil hombres para esa misma noche perseguir a David, y por el cansancio sorprenderlo a él y a sus hombres, dándole muerte al rey, y así vendría la paz (17:1–3).
A pesar de parecerle bien el consejo de Ahitofel (17:5–6). Husai le aconsejó al rey hacer lo contrario a lo sugerido por Ahitofel, pidiéndole que no atacara esa noche, que juntara a todo el ejército y que Absalón fuera también a la batalla (17:7–11). El consejo de Husai agradó a Absalón y a los de Israel (17:14), y detrás de todo estaba Dios, frustrando el consejo de Ahitofel para ruina de Absalón.
Husai le aviso a los sacerdotes Sadoc y Abiatar y estos a sus hijos Jonatan y Ahimaas, quienes se lo notificaron a David (17:15–17). Un joven que los vio con David, se lo comunicó a Absalón, y una mujer los escondió en un pozo y sobre el mismo puso una manta con grano (17:18–29). Cuando los criados de Absalón preguntaron por ellos, ella les dijo que habían cruzado el río Jordán (17:20). Luego cruzaron el río y avisaron a David para que pasara el río también (17:21–22).
Ahitofel al verse rechazado, se fue a su casa y se suicidó ahorcándose (17:23). Sabía que ya Absalón estaba perdido, y que de él caer prisionero pagaría un alto precio por la traición al rey David.
Amasa, sobrino segundo de Sarvia, y de David, substituyó a Joab como comandante del ejército de Israel (17:25). En Mahanaim, el ungido recibió abastecimiento y provisiones de sus aliados (17:27–29).
- La propuesta
“Entonces Ahitofel dijo a Absalón: Yo escogeré ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré a David esta noche… y mataré al rey solo” (17:1–2).
Ahitofel le propuso al ungido un plan de ataque sorpresivo para esa misma noche. Él personalmente escogería una infantería de doce mil hombres, que comandaría en la guerra contra el ungido. Con logística y estrategia militar daría un asalto al ungido. ¡Qué mejor que atacar de noche!
Él sabía que el ungido y sus hombres estaban cansados y débiles. El enemigo de nuestras almas busca siempre la ocasión para atacarnos. Especialmente si sabe que estamos cansados y débiles.
El creyente tiene que aprender a descansar en los brazos de Jesucristo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt. 11:28–29).
“Viniendo otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño” (Mt. 26:43).
El creyente tiene que aprender a fortalecerse en la gracia y la misericordia de Dios:
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1).
“Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal. 27:1).
Ahitofel quería la cabeza del ungido: “y mataré al rey solo” (17:2). Claramente le dijo a Absalón: “pues tú buscas solamente la vida de un hombre” (17:3). A su juicio el ungido era el verdadero problema, y eliminando ese problema, todo sería mejor para Absalón.
El Señor Jesucristo declaró: “Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas” (Mt. 26:30).
El diablo busca y quiere destruir al ungido. Atacando al ungido, le ataca su visión. Sin visión el pueblo perecerá, o como se lee en la Reina-Valera 60: “Sin profecía el pueblo desenfrena”. El precio por la cabeza del ungido era alto, pero Satanás lo quiere eliminar.
Leemos: “Este consejo pareció bien a Absalón y a todos los ancianos de Israel” (17:4). Los ancianos de Israel era parte de este complot político contra el ungido. El plan de Ahitofel recibió el voto por unanimidad de los ancianos y de Absalón
- La enmienda
“Y dijo Absalón: Llamad también ahora a Husai arquita, para que asimismo oigamos lo que él dirá” (17:5).
Absalón llamó a Husai para preguntarle si se debía seguir el consejo de Ahitofel (17:5–6). Husai inmediatamente rechazó el consejo de Ahitofel: “El consejo que ha dado Ahitofel no es bueno” (17:7). Y acto seguido dio razones para atacar la postura de Ahitofel (17:8–10). Reconoció a David y a los suyos como hombres de guerra y persona precavida (17:8–9). Sus hombres acorralados pelearían y cualquier baja infligida a Absalón desmoralizaría a sus tropas (17:10).
Aconsejó a Absalón para que desde Dan a Beerseba, Israel se uniera a él (17:11), y le afirmó: “y que tú en persona vayas a la batalla” (17:11). Husai tenía que provocar a Absalón a salir a la batalla. Allí sería expuesto al peligro. Al enemigo se tiene que sacar de su lugar y confrontarlo en el campo de batalla.
Husai le dio esperanza de victoria a Ahitofel: “Entonces le acometeremos en cualquier lugar en donde se hallare, y caeremos sobre él como cuando el rocío cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de él y de todos los que están con él” (17:12–13).
III. La decisión
“Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel…” (17:14).
Dios mismo estaba detrás del rechazo al consejo de Ahitofel: “Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón” (17:14).
Husai comunicó a Sadoc y Abiatar, sacerdotes, el consejo de Ahitofel y el de él (17:15). Quienes por intermedio de Jonatan y Ahimaas, sus hijos, expuestos al peligro, lograron comunicar todo al ungido (17:16–21).
Antes del amanecer ya el ungido con todos sus hombres había cruzado el Jordán (17:22). Para Ahitofel el rechazo a su consejo lo sumió en una profunda depresión, y sintiendo que ya estaba todo perdido, se fue a su casa, arregló todo y se ahorcó (17:23). Un caso único de suicidio en el Antiguo Testamento.
Luego Absalón con su ejército cruzó el Jordán, comandado el mismo por Amasa, un sobrino segundo de David (17:24). En Galaad, hoy día Jordania, Absalón levantó campamento (17:25).
En Mahanaim el ungido y sus hombres recibieron provisiones de algunos aliados (17:27–28). Dios les reveló a estos que: “El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (17:29).
El capítulo termina con un pueblo cansado y sediento, pero recibiendo abundantes bendiciones. Dios proveía para sus necesidades. El que confía y depende de Dios nunca será avergonzado. De algún lugar vendrá su auxilio.
Conclusión
(1) El enemigo siempre estará tramando planes para tomar por sorpresa al ungido. (2) El ungido necesita de un Husai que sin comprometerse sepa cómo defender. (3) El consejo de Ahitofel, Dios lo frustró para mal de Absalón.
Kittim, S. (2002). David el ungido – sermones de grandes personajes bíblicos : Kittim, Silva (270). Grand Rapids, Michigan, EE. UU. de A.: Editorial Portavoz.