Jn 6, 16-21: Jesús se reúne con los discípulos caminando sobre el mar

16 Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, 17 embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; 18 soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. 19 Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. 20 Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». 21 Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)


Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia

Clemente de Alejandría

El Pedagogo: En camino hacia la Vida Eterna

«Inmediatamente, la barca se acercó a la orilla» (Jn 16,21)
III, 12, 101

Dirijamos nuestra oración al Verbo: Sé propicio a tus pequeños, Pedagogo, Padre, Guía de Israel (2 Re 2,12); Hijo y Padre, ambos un solo Señor. Concede a quienes seguimos tus preceptos llevar a su perfección la semejanza de la imagen (Gn 1,26) y sentir en lo posible la bondad de Dios, como juez, y su rigor; y concédenos tú mismo todo eso: que vivamos en tu paz sobre la tierra, que seamos trasladados a tu ciudad; que atravesemos sin naufragar las olas del pecado y que, en plena calma, seamos transportados junto al Espíritu Santo, la inefable sabiduría.

Que de noche y de día,- hasta el día final-, alabemos y demos gracias al único Padre e Hijo, Hijo y Padre, al Hijo Pedagogo y Maestro, junto con el Espíritu Santo. Todo está en el Uno, puesto que en Él son todas las cosas (Jn 1,3; 1 Co 8,6; Col 1,16-17), por quien todo es uno, por quien la eternidad es, de quien todos somos miembros (Rm 12,5; 1 Co 12,12); de Él es la gloria y los siglos; todo sea para el Bueno; todo, para el Bello; todo, para el Sabio; todo, para el Justo. A Él la gloria, ahora y por los siglos de los siglos. Amén (Rm 11,36).

Francisco de Sales

Del Amor de Dios: En medio de la tormeta, clama a Dios

«Soy yo, no temáis» (Jn 6,20)
Libro VI, Capítulo 14, IV, 353, 354

«Tened confianza, soy Yo, no temáis… Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?.» Jn 6, 16-21

Puesto que Dios puede y sabe sacar bien del mal, ¿por quiénes hará esto sino por aquellos que, sin reserva, se han dado a Él?…

¡Ea!, hija mía, cuando habéis tenido penas, incluso cuando todavía no teníais tanta confianza en Dios, ¿es que perecisteis en la aflicción? Y me diréis que no.

Por tanto ¿no vais a tener valor para salir a flote en las demás adversidades? Dios no os ha abandonado hasta ahora, ¿es que ahora os va a abandonar; precisamente ahora que queréis ser suya?

No temáis el mal que viene del mundo, pues quizá nunca os llegue a venir; y en todo caso, si llegase, Dios os fortalecerá.

Él mandó a san Pedro que anduviese sobre las aguas, y San Pedro, al ver el viento y el oleaje, tuvo miedo, y el miedo le hizo hundirse y pidió socorro a su Maestro, que le dijo: «hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?», y le tendió la mano, tranquilizándole.

Si Dios os hace caminar por las olas de la adversidad, no dudéis, hija mía, no temáis. Dios está con vos, tened ánimo y os veréis libre…

No importa apenas lo que yo sea en estos momentos pasajeros; lo que importa es que yo sea eternamente morador de la gloria de mi Dios.

Caminamos hacia la eternidad; ya tenemos casi un pie allí; Dios quiera que sea para nuestra felicidad, y entonces, ¿qué importa que estos breves instantes transitorios nos sean molestos?

En medio de la agitación e inquietudes de nuestras pasiones, entre los vientos y las tormentas de las tentaciones es cuando clamamos al Señor, al Salvador, y Él permite que seamos así agitados para inducirnos a invocarle más ardientemente…


Uso Litúrgico de este texto (Homilías)

Tiempo de Pascua: Sábado II