Jesucristo, restaurador de adultos solteros

por Joel Garriga

La condición mundial actual atenta continuamente contra la primera institución creada por Dios en el huerto del Edén. Efectivamente la familia, órgano fundamental de la sociedad, es una especie que se encuentra en peligro de extinción cada día más debido a que nos enfrentamos a condiciones pecaminosas que anteriormente no existían. ¿A quién le corresponde la labor de detener el desenfreno que atenta contra la seguridad familiar?

La condición mundial actual atenta continuamente contra la primera institución creada por Dios en el huerto del Edén. Efectivamente la familia, órgano fundamental de la sociedad, es una especie que se encuentra en peligro de extinción cada día más debido a que nos enfrentamos a condiciones pecaminosas que anteriormente no existían. Me refiero a los siguientes factores:



Inmoralidad televisiva: sólo basta sintonizar la pantalla chica en el canal de preferencia para tener acceso a todo tipo de actos antifamiliares llenos de perversidad.



Adulterio cibernético: desde la comodidad del hogar, con sólo marcar una dirección de correo electrónico, se encuentran los más avergonzantes actos pornográficos como alternativa a la inconformidad sexual entre matrimonios.



Orgías telefónicas: igualmente dañinas, ya que con sólo marcar los dígitos de las famosas líneas pornográficas (cambian de país en país), se trafica abiertamente con el erotismo, sin ningún tipo de inhibición. Asombrosamente, todo esto se practica desde la comodidad del hogar sin necesidad de salir a la calle.

La pregunta a formularse es: ¿A quién le corresponde la labor de detener el desenfreno que atenta contra la seguridad familiar? De nada vale señalarnos unos a otros, es necesario tomar acción contra la maldad y el pecado que nos rodea. Sin lugar a dudas, la causa mayor de desintegración familiar hoy en día se llama divorcio, una plaga que llena las salas de los tribunales diariamente. Si tomamos en consideración a los Estados Unidos de América (EE. UU), país que muchos denominan como la mayor potencia mundial, nos daremos cuenta claramente de la terrible condición en la cual vivimos. En 1997 se casaron un total de 2,384.000 parejas, mientras que se divorciaron 1,163.000, representando una proporción de casi un 50%. Quizá gran parte de ese total de parejas divorciadas pasó por nuestras iglesias, pero la iglesia no pasó por ellas. Lo peor de todo es el rechazo al que se enfrentan los divorciados que permanecen en la iglesia y los que a diario continúan llegando. ¿Qué hacer con ellos? Sencillamente, lo que hizo nuestro gran maestro Jesucristo.


En las páginas bíblicas observamos diversos encuentros de Jesús con adultos solteros, donde se repitieron los mismos modelos de restauración.


Veamos como ejemplo el caso de la mujer samaritana. Jesús le revela su falta de compromiso conyugal confrontándola en Juan 4:18 con las cinco relaciones matrimoniales que había sostenido, pero luego de esto, ella no sólo aceptó el plan salvador sino que trajo a otros a los pies del maestro. Además, en Lucas 7:48-50, observamos a una mujer de dudosa reputación (algunos creen que era prostituta) que ungió a Jesús con perfume y Él no sólo la perdonó sino que le ministró paz. Otra mujer (aunque no era soltera) fue sorprendida en acto de adulterio (Jn. 8:3-11), pero Jesús en lugar de condenarla, como merecía por ley, le ministró su perdón y la motivó a vivir en santidad. Por último, Lucas 7:12, 13 nos muestra a una madre viuda que también fue restaurada por el Señor Jesucristo. En todos estos casos se muestra el corazón compasivo, perdonador y amoroso de Jesús, independientemente de la condición por la que atravesaban estas mujeres.


Mi propia experiencia me lleva a entender la problemática del adulto soltero, ya que he vivido dos etapas diferentes de soltería. Antes de casarme por primera ocasión y al quedar viudo a la edad de 28 años (esta segunda fue devastadora). Luego de cinco años de viudez me volví a casar y actualmente junto a mi esposa llevamos un mensaje de restauración y bendición para la familia. En los pasados cinco años de ministerio hemos experimentado cómo cientos de adultos solteros (divorciados, viudos y nunca casados) han sido transformados por la mano del Señor a través de talleres de superación, los que han servido como herramienta de restauración en sus vidas, motivándolos a integrarse a diversas labores dentro de la iglesia porque han reconocido su importancia ante Dios. Por esta razón, entendemos claramente que «un enemigo no identificado tampoco puede ser derrotado, pero un enemigo identificado sí puede ser destruido».


A manera de conclusión, estimo muy favorable la formación de grupos de apoyo encabezados por líderes competentes que desarrollen diferentes actividades a favor del adulto soltero, un grupo mayormente marginado, ignorado y desatendido en nuestras iglesias. Nos apoyamos en la realidad bíblica de que Dios no ama el divorcio, según Malaquías 2:16, pero también creemos que Dios está presto a restaurar al divorciado de acuerdo a Eclesiastés 3:15.


Adelante pastores, Dios busca restauradores.

Joel Garriga, junto a su esposa Millie, son los directores del Ministerio de Restauración «Más que vencedores» en Orlando, Florida.

Apuntes Pastorales, Volumen XVII, número 2 / enero – marzo 2000, todos los derechos reservados