Jesús no demanda de nosotros una vida a medias, Él lo pide todo. Hoy se está llevando la mediocridad, que quiere decir, que no están ni fríos ni calientes. Es la costumbre de que cada uno se crean a si mismos como muy valiosos. Lo que deberíamos pasarnos mucho tiempo los cristianos es indagando de Jesús, aprendiendo de Él. ¿Cómo fue posible para Jesús, “vaciarse” de Dios para venir a la tierra? El sacrificio de Jesús no está valorado por millones y millones de evangélicos. Para entrar en los adentros de Jesús y conocerle no hace falta tanta fe, sino ganas de honrarle.
Satanás descargó toda su ira para destruir a Jesús. Ningún hombre podría aguantar ni la sombra un poco de su sufrimiento. Hoy muchos viven como en un hilo en cuanto a la salvación. Le hemos dado la vuelta a nuestras vidas y le hacernos creer a Jesús que el sufrimiento nuestro, es superior que el de ningún hermano. Arrebatamiento es estar listos. También es no avergonzarse nunca del que nos ha llamado. ¿Quién vive hoy sometido y atento a la voz del Espíritu Santo? Solo los que aman su venida están en continuo crecimiento. Valorar el sacrificio de Cristo quiere decir derramarse delante del Señor con muchas lágrimas.
Levítico 26:9
El Espíritu Santo cuando se vuelve a un hogar, es para hacerlo crecer. El pueblo de Dios está engañando al Novio porque está menospreciando el tiempo de espera. No hay corazones rotos por el amor del Señor entonces no hay boda que celebrar. El pueblo que es verdadero, debe estar continuamente en santidad y perfecta armonía del Espíritu. Solo queda escuchar oír la final trompeta, y los que viven entretenidos en la maldad, no la esperan y por eso serán sorprendidos. Arrebatamiento sin temor no existe. Para apartarse del mal hay que vivir irreprensible.
Lucas 2:52
Jesús no se quedó ni en el pesebre ni en los brazos de María. A nosotros, el crecimiento espiritual nos viene por la palabra. ¿Nos llamamos hijos de Dios y no preguntamos por Él, ni le buscamos? Jesús busca los corazones que le buscan y los bautiza, pero solo una vez, no. Dependemos de muchas llenuras y no solo de una visitación nada más. Nadie puede estar listo si no está lleno del Espíritu Santo y su llenura. Todos los que dejan el camino y tuercen su vida para ir en pos del enemigo, aunque se arrepientan, todo no volverá a ser lo mismo. Los que son duros de cerviz es porque se están alimentando de pecados y tinieblas.
Hechos 6:7
Si la Palabra crece, crece también el conocimiento y la salvación. Hoy llamarse evangélico no es suficiente sino que nada más es un punto de referencia ante la sociedad. Lo importante es verle a Él y practicar su justicia. Los que son mentirosos que tienen su lámpara vacía, no van a pronosticar sobre la venida del rapto, ya que no les conviene que se sepa. ¡Te llamas cristiano! ¿Dónde está entonces el aceite de tu lámpara? Sin amor, sin luz, ni amor, no nos podemos llamar hijos de Dios. El amor de Dios tiene raíces y la primera de ellas es la humildad. Si me llamo cristiano, tengo que tener la luz que lo demuestre. La fe no crece en las experiencias, sino en las pruebas y en la Palabra.
2 Corintios 10:15
Una fe que crece es mas fe que ilumina resplandece, lo contrario a todo esto es RUINA
Colosenses 2
Valorar el sacrificio de Jesús no tiene que pasar nunca por alto en nuestra vida. Es triste hoy poder ver que millones de llamados hijos están viviendo ajenos a la Palabra, y su fe no sólo no está creciendo sino que además están secas sus ramas. Jesús ya nos dijo: “vosotros no sois de este mundo”, pero lo que hace la iglesia ecuménica es cada vez meterse más y más con las organizaciones terrenales.
El cielo no puede ser predicado a “granel”. Es muy exclusivo el Señor a la hora de dejar entrar en su gloria. El apóstol Pablo exhorta a que examinemos nuestro corazón. Los que son duros en su corazón no se ven a sí mismo como son. “El que hizo el ser, ¿no sabrá lo que hay dentro?
La entrega es cuando se le busca de corazón. Sin entrega el Señor no se nos revelan sus marcas en sus manos. Si le busco, Él me llena de su aceite y me llena de su luz. No se trata de lo que el pastor predica, sino de lo que yo vivo de la Palabra que oigo. Que nos quede claro que ante todo Jesús se rebajó. Él tenía millones y millones de siervos, y aún así se hizo siervo de nosotros. Si Jesús está dentro de mí, tiene que haber en mí una reacción de luz. El arrebatamiento es recoger lámparas llenas de aceite y luz.
Mi vida es un pantano que necesita abastecerse para poder dar agua a muchos. El atalaya no tiene que tener sangre en sus manos causada por no predicar lo oído de parte de Dios. David descubrió el secreto que amar es sacrificarse. David era consciente que si entrega ninguna victoria podía alcanzar. Él era persistente y esforzado como tipo de Cristo. David era la lámpara de Israel, era la victoria del pueblo, como tipo de ministerio mesiánico. La luz brilla tanto en nosotros como lejos crezca nuestra fe.
¿Qué es lo principal para que Dios obre en nuestras vidas? Es conocer su voluntad y hacerla. Nadie puede ser adorador sin ungimiento. Lo que el Espíritu Santo revela es para nuestro crecimiento y para su gloria. En cada lugar de los cielos está la voz del Padre. Todo allí es crecimiento y separación en los dones o regalos del Unigénito. La Palabra del Hijo allí se hace palpable a nuestros ojos. Nuestra vida es una lámpara por la cual tenemos que pelear para que sea llena de su Espíritu. Yo soy hijo por su voluntad y por hacer su voluntad me salvó en luz.