por Jan Johnson
Como cristianos nos sentimos cómodos con otros creyentes. Pero hoy día, ese confort ha evolucionado a tal punto de haberse creado una subcultura que consiste de camisetas cristianas y Páginas Amarillas, la que contribuye para que mantengamos nuestros contactos con inconversos al mínimo. Pero como Jesús, precisamos ser misioneros, tolerando las partes indeseables de nuestra cultura para evangelizar a otros.
¿Es qué hemos olvidado nuestro propósito y abandonado a los no salvos?
Me estaba impacientando con los estudiantes en mi clase de evangelización personal en la iglesia. Me decían, «no conozco a personas inconversas a las que pudiera testificarles». Luego me di cuenta que yo tampoco tenía relación con personas inconversas. Al igual que mis estudiantes, yo había permitido que mis lazos profundos y amor por la familia de Dios me aislaran de los inconversos. Inconscientemente me había unido al «gueto cristiano».
Como cristianos nos sentimos cómodos con otros creyentes. Pero hoy día, ese confort ha evolucionado a tal punto de haberse creado una subcultura que consiste de camisetas cristianas y Páginas Amarillas, la que contribuye para que mantengamos nuestros contactos con inconversos al mínimo. Bromeando, un pastor dijo: «Si quiere encontrar gente que tenga contactos no cristianos, ¡tome a aquellos nuevos creyentes antes de que se sequen como el resto de nosotros!».
Leemos únicamente libros cristianos, vemos películas cristianas solamente, asistimos a actividades cristianas, y luego no sabemos cómo hablar con los no creyentes. Nos sumergimos en un cristianismo cerrado que no puede relacionarse con el mundo.
Jesús, sin embargo, se mezcló con toda clase de gente. Tanto en las bodas de Caná como en el banquete ofrecido por Mateo, Jesús comió con recolectores de impuestos y pecadores, ganándose la reputación de «comilón y bebedor» (Lc. 7.34). Hoy día Jesús probablemente fuera el primero en aceptar la invitación a una fiesta de Navidad de la oficina. Y como él, precisamos ser misioneros, tolerando las partes indeseables de nuestra cultura para evangelizar a otros.
EL TEMOR A SALIR DEL GUETO
Los cristianos no están evangelizando porque conocen a muy pocos inconversos y tienen miedo de intentarlo. Más aun, no saben dónde comenzar.
William Booth, fundador del Ejército de Salvación, tuvo una visión. Grandes nubes negras y rayos cubrían un océano tormentoso con miles de personas que clamaban por ayuda, luchando por verse a salvo. Una enorme roca se levantaba del océano hacia las nubes.
Alrededor de la roca había una plataforma con personas. Unos pocos trataban de ayudar a los que se estaban ahogando, usando cuerdas, escaleras, y barcos. Pero la mayoría de las personas sobre la plataforma continuaban haciendo sus cosas, sin pensar en aquellos que se encontraban en el mar ni siquiera en sus amigos que se estaban ahogando.
A pesar de que oían su clamor, las personas que estaban sobre la plataforma pasaban su tiempo cuidando de sus jardines, criando a sus hijos, y pidiéndole a Dios que algún día pudieran llegar a alcanzar la seguridad absoluta en la cima de la montaña.
Como la gente sobre la plataforma, los cristianos se han olvidado de su propósito, temiendo que obedecer al mandato de hacer discípulos signifique asociarse y hacer amistad con inconversos.
Una iglesia, entusiásticamente votó por la realización de estudios bíblicos caseros de índole evangelística. Los cristianos podían traer amigos no cristianos a un lugar informal. Pero cuando el pastor comenzó a entrenar a la gente, un miembro dijo: «No conozco inconversos». Los otros también opinaron lo mismo y alguien comentó: «es difícil ser amigo de personas inconversas». Finalmente, uno preguntó: «¿Podría usted, pastor, encontrar a personas no cristianas y traerlas al grupo?»
Estaban entusiasmados con la idea de evangelizar, pero se rehusaban a abandonar su mundo cristiano insular.
Algunos cristianos temen que la asociación con personas inconversas pueda tirarlos abajo espiritualmente. Están tan preocupados de que el mundo los contamine que nunca «contaminan» al mundo. En su lugar, los cristianos, precisan aprovechar las oportunidades para permear su cultura.
A medida que la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) crecía, una iglesia tomó en cuenta que estaba pegada a la universidad. En lugar de mudarse, la iglesia comenzó una fundación afiliada a tres escuelas de posgrado en teología, trayendo a varios eruditos para dar clases. Estas clases atrajeron tanto a estudiantes de la UCLA como a estudiantes de universidades cristianas.
La fundación desarrolló una relación con la UCLA, y la universidad posteriormente contrató a uno de los profesores de la fundación como profesor asociado adjunto de Historia en estudios del Nuevo Testamento. Sus clases son de las primeras en llenarse. En lugar de escaparse de la UCLA, la iglesia se infiltró allí.
Muchos creyentes son como creyentes de «conejeras». De mañana salen de la seguridad de sus casas, contienen la respiración en sus trabajos, se apresuran a volver a casa, a sus familias, y de allí a los estudios bíblicos; finalmente terminan el día orando por los inconversos que trataron de evitar todo el día.
Temen aquello que Pedro dijo de «presentar defensa con mansedumbre y reverencia», el comportamiento cristiano (1 Pe. 3.14,15). Debemos mostrar a los no creyentes cómo viven los cristianos y debemos estar preparados para contarles por qué viven así.
Linda no se sentía muy a gusto en su nuevo trabajo hasta que descubrió que otra empleada de la oficina era cristiana. Compartían los almuerzos juntas y colocaban música cristiana para testificar a los compañeros. Se sentían seguras la una con la otra. Después de algunas semanas el supervisor las amonestó por su «música ofensiva» y sus actitudes aislacionistas. En lugar de reconocer lo impropio de su comportamiento, las dos mujeres se sintieron «perseguidas por amor a la justicia».
Otros cristianos usan sus dones espirituales como excusa para no evangelizar. Cuando expresé mi consternación por ser un cristiano de gueto, un amigo trató de consolarme diciendo: «Dios da a algunos cristianos el don de animar a otros cristianos y a otros el don de evangelizar. Ya que tú eres una persona que anima a otros, no precisas tener amigos no cristianos».
Dios concede los dones espirituales para realzar la obediencia, y no para limitarla. La obediencia exige que los cristianos crezcan y se desarrollen en áreas para las cuales no están dotados.
A pesar de que mi don espiritual no es el dar, he aprendido a dar. Al principio yo daba porque mi madre me había enseñado a hacerlo, y más tarde lo hice porque era lo correcto. Ahora doy porque quiero hacerlo. De la misma forma estoy aprendiendo a obedecer la orden de evangelizar.
COMO ROMPER CON EL GUETO
Para salir del gueto, tuve que elaborar el siguiente plan de escape:
Renovar relaciones anteriores.
Las amistades pueden ser renovadas mediante una invitación a alguna antigua amistad para almorzar juntos o simplemente llamando y diciendo: «Siento que hayamos perdido el contacto. Tratemos de renovar la comunicación». A los amigos de antaño del secundario o de la facultad podemos escribirle a la casa de sus padres.
Cuando Susana decidió ampliar su círculo de amistades para incluir a no cristianos, llamó a una ex compañera de trabajo. Esta mujer invitó a Susana y a sus hijos a la hora en la que se cuentan historias en la biblioteca pública. Susana no sólo fue para que sus hijos pudieran aprovechar la actividad, sino también para restablecer el contacto con su amiga. Eventualmente, pudo hablarle de Cristo.
Hacer amistades con los vecinos.
Para construir amistades en el vecindario donde vive mi familia, ofrecemos porciones sobrantes de pastel o herramientas a nuestros vecinos. Cuando los niños del vecino invitan a nuestros hijos a jugar en su casa, nos tomamos el tiempo para conocer a sus padres.
Cuando Julio y Carolina se mudaron, se propusieron no sólo tener amigos en la iglesia sino también en la comunidad. A pesar de que querían dedicarse a reparar su casa, separaron tiempo para hablar con cada uno de los vecinos que paraba a saludarlos. Comenzaron un club para el cuidado del peso que llevó a la creación de un estudio bíblico.
Unirse a un grupo comunitario.
En lugar de auspiciar clases para realizar ejercicios o clubes para hacer dietas dentro de la iglesia, los cristianos podrían participar de estas actividades en sus comunidades. Considere unirse a algún equipo de voleibol municipal, o a algún club comunitario, y aun a clases de escuela nocturna.
Cuando Diana dejó su trabajo en una organización para eclesiástica para tener su bebé, pronto se dio cuenta que no tenía más amigos que aquellos del trabajo o de la iglesia. Para hacer nuevas amistades, especialmente con madres jóvenes, se unió a una liga para madres, donde tomó un curso de maternidad. Sus nuevas amigas la ayudaron en cuanto a la maternidad, y ella pudo hablarles de Cristo.
Ser hospitalario.
Los no creyentes tienen más disposición para escuchar después de haber experimentado el calor de un hogar cristiano.
Cuando Sara se había propuesto hacer más amistades con no creyentes, adoptó a los amigos de una nueva convertida, Valeria. Invitaban a los amigos de Valeria a comer, jugaban juegos de mesa y conversaban.
Sara estaba tan animada que quiso hacer una reunión con las mujeres de su calle, por lo que dejó invitaciones en sus buzones que decían: «Hola, soy Sara de la casa de la esquina. Me gustaría conocer mejor a las mujeres que viven en mi calle. Voy a tener una reunión en mi casa el sábado 9 de mayo con muestras y ventas de joyas. ¡No precisa comprar nada! Venga simplemente para que podamos conocernos».
Juana y David acostumbraban a invitar gente de su iglesia que no tenía a donde ir para Navidad, Año Nuevo, y otras ocasiones festivas. Para salir de su gueto cristiano, comenzaron a invitar a personas de su vecindario y de sus trabajos.
Emplear a no creyentes.
Cuando Gonzalo decidió comprar un producto determinado, tanto él como su esposa enumeraron a todas las personas que conocían que vendían el producto, decidiendo comprárselo a un matrimonio que en un tiempo habían profesado ser cristianos. A través de aquel contacto invitaron a la pareja a la iglesia.
Después de eso, comenzaron a orar por el empleado de la tintorería, el doctor y el abogado. Ahora en lugar de usar a un plomero o un quiropráctico cristiano, oran para que Dios provea alguno que precise conocer a Cristo.
Al principio pensé que era «muy tímido para hacer este tipo de cosas» pero he aprendido que no es un requisito el ser extrovertido para hacerse de amigos. Ahora veo cada nueva situación, como ser, un nuevo trabajo, vecindario o clase nocturna, como oportunidades para encontrarme con no cristianos.
Antes de salir de mi gueto cristiano, había observado que el guardia de seguridad de la biblioteca era muy amigable, y luego olvidé este detalle. Pero últimamente nos hemos hecho amigos. El otro día mencionó que le gustaba el baloncesto. Tal vez le guste la idea de jugar en el equipo de nuestra iglesia. Luego podré invitarlo a alguna clase de escuela dominical.
Este escape del gueto se ha convertido en algo tan bueno, que ahora cuando una nueva relación resulta ser cristiana, hasta me desanimo un poco.
Tomado de Moody, emisión de noviembre de 1987.
Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 5. Todos los derechos reservados