por Salvador Dellutri
Serie: La fidelidad del predicador
¿Dónde flaquean, hoy en día, los ministerios de predicación?
En mi opinión, falta el mensaje expositivo. Muchas veces se escucha una doctrina o una enseñanza que ha partido del psicoanálisis, la Nueva Era, la necesidad de la gente u otra doctrina de moda. A esta se le agregan dos o tres versículos bíblicos para apoyar un poco el preconcepto que el predicador lleva. Este predicador no está explicando la Biblia, más bien está presentando una teoría, la cual busca apoyar con textos bíblicos. Por eso hay mensajes que tienen más relación con la Nueva Era que con la Palabra de Dios.
Probablemente el predicador lo haga inconscientemente, sin darse cuenta, pero el hecho es que no ha partido de la Palabra de Dios. Creo, entonces, que necesitamos estudiar sistemática y exegéticamente la Palabra. El único sermón válido, en mi opinión, es el expositivo pues con él uno abre la Biblia y explica la Palabra, sin ponerle ideas propias. En todo caso, todos los pensamientos que uno aporte serán para dar claridad sobre el texto bíblico.
Yo recurro mucho a anécdotas, ilustraciones históricas y experiencias personales, pero me cuido de que el eje central no sean estas historias, sino que estas solo sirvan para traer luz sobre el texto bíblico. El mandato que yo he recibido es precisamente ese: explicar el texto bíblico.
También falta preparación previa. Un sermón necesita de mucha preparación. A veces la gente me pregunta: «Este sermón de hoy ¿cuánto tiempo le llevó prepararlo?» Yo les contesto: «¡Treinta años!»
No es solamente cuestión del tiempo que uno utiliza. Es la formación integral que uno debe tener dentro de la Palabra de Dios para conocer con intimidad ese mensaje. A esto me refiero cuando indico que hace falta preparación bíblica. Hay sermones que uno se da cuenta han sido organizados en dos o tres horas, pero una predicación no puede ser preparada de esta forma.
© Apuntes Pastorales. Volumen XXI Número 1