EL BARCO DE DIOS Y SUS MARINEROS

Nuestras vidas tenemos que llevarlas adelante como un matrimonio Santo. La Iglesia es femenina y Cristo es el esposo al cual hay que honrar. El matrimonio espiritual es independiente entre Él y Ella, es decir, el hombre debe buscar a Dios y ella debe buscar a Dios. Nuestra vida debe rendirle a Cristo cuentas, pues Él ha dado todo por nosotros. Muchas veces el Pastor recibe órdenes de parte de Dios, que al transmitir a la congregación debe “cruzar los brazos” (como en la Biblia sucedió varias veces) y eso no gusta a los miembros. El Pastor es conductor de la congregación, pero las órdenes se las da el Señor.
En el espíritu estamos prestos, pero nuestra carne es “fanfarrona”, no quiere aceptar las órdenes. La gloria que viene sobre la Iglesia de Samaria es muy cara y demanda una reacción en los corazones. Aunque nuestro camino sea perfecto todos los días, si al llegar al punto de las promesas de Dios cumplidas, pecamos vendiendo al maestro por un poco de plata, de oro,… nos quedaremos ausentes de la bendición y no presentes a Él.

Hechos 27:1327:13 “Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta.”

La adoración es cuando la novia rodea al varón. Aquí ya no se debe hacer una vana repetición, sino que tenemos que separarnos de la masa, del protocolo y decir en nuestro corazón “voy a tocar al Maestro”.

Cristianos que se conforman a vivir en una cárcel, pues evitan esforzarse y se acostumbran a las comodidades de ese lugar. Pero para ver a Dios hay que salir de la prisión.
En ese barco que viajaba el apóstol Pablo estaba lleno de marinos que estaban más presos que el mismo Pablo. Satanás es el acosador de los hermanos y continuamente procura hacernos ver nuestras debilidades. Los cristianos debemos atar bien las cosas buenas que de Dios hemos recibido y echar por la borda lo que es un peso de pecado y nos impide ver a Dios.
Nos guste o no, nos habremos de beber la copa que Dios nos da a beber. La copa que bebió Jesús fue su primera muerte.
El apóstol Pablo aún estando en mitad de una tormenta, Dios venía y le hablaba respecto a la salvación del barco y de sus marineros. En el barco de Samaria muchas veces hay que remar porque si no sopla el viento hay que echar mano de la oración y remar en equipo con tu hermano.  En este barco hay algunos que solo están reclinados en la borda, esperando a ver a quién pueden transmitirle chismes. Estos días no son para jugar con la palabra pues Dios nos demandará lo que hemos hecho con su palabra.
Un adorador te puede hacer que te reconcilies con Dios. Son los únicos que conocen las órdenes del cielo.
Pablo era un Adorador y consiguió en el barco que viajaba quitarle la idea de tirarse fuera de la nave a aquellos que temían por su vida. Pablo conocía a Dios y les supo dar aliento a los que con él viajaban. La materia del barco no tenía valor, pero las vidas que con él iban si tenían valor para Dios.

“La materia no es Amor, Dios si es Amor”.
El barco de Samaria va a llegar a buen puerto, pues lo que Dios se ha propuesto lo va a lograr. Los rostros que son toscos, que no creen a la voluntad de Dios serán ignorados por su presencia.