Dios, soberano de la historia Apocalipsis 4–5

El libro de Apocalipsis es sumamente vívido y emotivo. El apóstol Juan recibió esta enseñanza por medio de visiones y en el libro describe lo que vio. El lector se da cuenta de que para el apóstol no fue fácil expresar con palabras las escenas tan impactantes que vio. En ocasiones, su experiencia y palabras no alcanzaban para identificar y describir lo que veía, y por lo tanto, tuvo que decir que era semejante a otra cosa que él conocía. Sin embargo, a pesar de las limitaciones del lenguaje, bajo el cuidado del Espíritu Santo, las escenas que describe nos maravillan, asombran, consuelan y entusiasman y nos provocan a la adoración y esperanza.

DIOS ESTÁ EN EL TRONO
4:1–11

Con el cap. 4 se inicia la tercera y más extensa división del libro: “las cosas que sucederán después de estas” (4:1). Según 4:1, Juan fue trasladado en el Espíritu para que presenciara una escena celestial y en los caps. 4 y 5 encontramos la descripción de lo que vio. La escena hace gran impacto en el lector por las imágenes majestuosas, los colores brillantes, las formas grandiosas, los seres y personajes importantes, las voces de autoridad y el canto bellísimo. También contiene un acontecimiento singular que es fundamental para entender los eventos de los siguientes capítulos.

¡PENSEMOS!
¿Qué frases demuestran que los caps. 4 y 5 suceden en el cielo? ¿Cuál es el objeto más prominente de la escena? ¿Quién es el personaje central de ella? ¿Qué frases ayudan a identificarlo? Visualice y describa el trono y la persona sentada en él. ?Qué sentimientos surgen en usted al imaginar la escena? ¿Quiénes más están en la visión? ¿Qué hacen? ¿Qué aprende sobre Dios en este capítulo?

Juan vio un trono en el cielo y a Dios el Padre sentado sobre él. El lector sabe que es Dios porque se identifica en el v. 8. No se confunde con Jesucristo, quien aparecerá en la misma escena en el siguiente capítulo. La palabra trono se usa 37 veces en el libro, en 16 de los capítulos. El trono comunica la idea del reinado y autoridad de Dios. El Señor es soberano sobre los acontecimientos que suceden en el cielo y en la tierra. Aunque él permite que la maldad prevalezca temporalmente, al final triunfará sobre ella.

“SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR

DIOS TODOPODEROSO”

(APOCALIPSIS 4:8)

El lector debe visualizar, escuchar y sentir el impacto de tan hermosa escena. El hecho de que Dios esté en el trono es lo principal. El jaspe que se menciona es como el diamante, cristalino y brillante y la cornalina de rojo brillante. Alrededor del trono había un arco iris con muchos colores, pero el color verde de la esmeralda es el más prominente. El arco iris contribuye a dar color y belleza a la escena. Asimismo, este elemento puede significar la misericordia de Dios, como en Génesis 9, la cual no faltará aun en medio de los juicios.

Los relámpagos, truenos, y las siete lámparas de fuego comunican la idea del poder, majestad y gloria de Dios. Juan explica que las lámparas simbolizan al Espíritu Santo (comp. 1:4; 3:1). Alrededor del trono había una gran extensión de vidrio que reflejaba los colores y el esplendor de Dios sobre su trono (v. 6). Esa visión con los colores, la luz, la gloria y el sonido de truenos es realmente impactante.

¿QUÉ SIGNIFICAN?

EL TRONO__________________________________________________
EL QUE ESTÁ SENTADO EN ÉL________________________________
LOS VEINTICUATRO ANCIANOS_______________________________
LOS CUATRO SERES VIVIENTES_______________________________

Alrededor del trono había veinticuatro ancianos (v. 4). Algunos creen que representan a la nación de Israel y a la iglesia, o sólo a la iglesia. Pero puesto que el pasaje no provee mayor explicación, es natural entender que son seres angélicos que tienen autoridad (“tronos y coronas”). Una confirmación de este punto de vista es que hablan como individuos en vez de como grupos (5:5; 7:13; 11:6). Juan se dirige a uno de ellos como lo haría con un individuo y lo llama “señor” (7:14).

Además, los ancianos están asociados con otros ángeles y hacen lo mismo que ellos (comp. 5:8 y 8:3). Los ancianos echan sus coronas delante del trono para mostrar que Dios es el único que tiene autoridad absoluta.

Aparte de ellos, había otros cuatro seres angélicos (comp. Isaías 6:1–3; Ezequiel 10:14) que pertenecen a un orden muy excelso y se involucran en la adoración a Dios. En Apocalipsis, administran la justicia de Dios en la creación. Los diferentes rostros representan las distintas cualidades divinas que se reflejaron en la creación, tales como el poder real, la fuerza, espiritualidad y la rapidez de acción. Sus ojos comunican inteligencia, discernimiento y vigilancia, y sus alas, rapidez (comp. Salmos 18:10; Ezequiel 10:16). Constantemente alaban a Dios por su santidad, poder y eternidad. En los vv. 10 y 11, los veinticuatro ancianos se unen a la adoración a Dios, reconocen su autoridad, gloria, honra, poder y su obra como Creador (vv. 8–11).

El cap. 4 presenta a Dios como soberano de todo lo creado. Él posee toda la gloria y autoridad. Los seres celestiales le honran, adoran y obedecen. Como Creador, tiene derecho a reinar sobre todo lo que existe, hacer cumplir su voluntad en el universo, juzgar a los seres creados y llevar la historia hacia el destino que él ha determinado. Por tanto, es “digno de recibir la gloria y la honra y el poder; porque creó todas las cosas, y por su voluntad existen y fueron creadas” (v. 11).

EL CORDERO RECIBE EL LIBRO
5:1–14

¡PENSEMOS!
¿Cuál es el nuevo objecto que se nota en la escena? ¿Qué significan las características del libro? ¿Cuál es el problema que entristece a Juan? ¿Qué aprende usted de los dos símbolos de Jesucristo según los vv. 5 y 6? ¿Por qué es Jesús digno de tomar el libro y abrirlo? En su opinión, ¿cuál es la acción más significativa del capítulo 5? ¿Qué sucedió cuando Cristo tomó el libro? ¿Por qué características o actividades de Cristo lo alaban los seres angélicos?

El libro sellado 5:1–4

El cap. 4 describe la constante adoración de los ángeles. En el 5, Juan sigue viendo la misma escena, pero sucede algo más. La atención se centra en un libro que está en la mano derecha del que está en el trono. La posición del libro en la mano del Altísimo indica el origen divino de su contenido, la autoridad de la revelación, y el poder divino para ejecutarlo.

El libro tiene forma de rollo y está lleno de palabras por ambos lados del papiro o pergamino. En ese tiempo, el sello que se ponía en los documentos era de cera que se aplicaba caliente y líquida junto con la impresión de la marca de un anillo. Al enfriarse, la cera se ponía firme. Ese rollo es único, porque tiene siete sellos. Sólo había un sello en el exterior del rollo y permitía desenrollar la primera parte del contenido. Los otros sellos tenían que romperse uno a uno para descubrir otras secciones del rollo. Sin embargo, era posible ver todos los sellos, porque eran visibles en un extremo de rollo.

En las Escrituras, el sello puede significar que el documento fue autenticado como genuino por el autor y por lo tanto, tiene autoridad. Además, significa que está cerrado por ser una comunicación secreta y confidencial, que espera el momento en que una persona rompa el sello para descubrir su contenido.

El Cordero 5:5–6

Pero surgió el problema de que no había nadie digno de abrir el libro. La dificultad de encontrar a alguien digno sugiere que esa persona no sólo revelaría el contenido, sino que también tendría poder y autoridad para realizar lo que se revelara en el libro. La demora y la falta de una persona digna motivó tanta tristeza en Juan, que lloraba mucho.

Uno de los ancianos le avisó que “el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro”. Los títulos mesiánicos enfatizan la autoridad de Cristo y relacionan los acontecimientos con su reino (Génesis 49:9–10; Isaías 11:1, 10; Jeremís 23:5; 33:15; Apocalipsis 22:16). Sin embargo, Juan vio en el v. 6 una imagen muy diferente, “un Cordero como inmolado” (Isaías 53:7; Juan 1:29, 36; Hechos 8:32; 1 Pedro 1:19). Estaba vivo y de pie, aunque mostraba las señales de haber muerto. Por su muerte, Cristo venció para convertirse en el Rey digno de abrir el libro y realizar sus eventos. Juan usará muchas veces el simbolismo del Cordero (6:1 y ss.; 7:9 y ss.; 12:11; 13:8; 21:9). En la escena celestial, Jesucristo está delante del trono, de pie entre el Padre y los seres vivientes y dentro del círculo de los ancianos. Como en el cap. 1 y en el resto del libro, Jesucristo aparece en primer plano.

En el Antiguo Testamento, los cuernos simbolizan poder y autoridad, mientras que los ojos sugieren inteligencia y discernimiento. El número siete simboliza la perfección, indicando que Cristo tiene las cualidades de la perfección: él es todopoderoso, tiene autoridad absoluta y es omnisciente. Juan interpreta los siete ojos como los siete espíritus de Dios, o sea, el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. El Cordero tiene al Espíritu Santo.

La toma del libro 5:7

Inmediatamente, Jesucristo se acercó al soberano que estaba en el trono y tomó el libro de su mano derecha. La forma del verbo tomó expresa un acto dramático: “¡Se acercó y lo tomó, y ahora lo tiene!” Este es el evento principal del capítulo. Seis versículos se dedican a describir el libro y a encontrar e identificar al personaje que recibirá el libro para abrirlo. En el resto del capítulo, el silencio se rompe cuando se escuchan tres estrofas de un canto de adoración al Cordero.

Los siguientes capítulos aclaran lo que está escrito en el libro. Al abrir los sellos del libro, se desatan las tres grandes series de juicios (los sellos, las trompetas, y las copas) así como otros acontecimientos que llevan la historia hasta la segunda venida de Jesucristo. Entonces, el acto de recibir el libro de la mano de Dios Padre es muy significativo. Es el momento que Jesucristo y los santos han estado esperando. Según el plan perfecto y el calendario de Dios, el Hijo del Altísimo recibe la autoridad para intervenir en la historia humana y llevar a cabo los sucesos que preparan su venida y su reino terrenal. Se puede relacionar este evento con Salmos 110:1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. Cuando se cumpla esa visión, el momento habrá llegado para que Cristo desencadene el juicio sobre el mundo enemigo y venza al dominio del anticristo. El hecho de abrir cada sección del libro no sólo significa la revelación de lo que sucederá, sino la autoridad para llevarlo a cabo.

La adoración del Cordero 5:8–14

En la visión de Juan la reacción de los seres angélicos fue inmediata e impresionante. Se postraron delante del Cordero El aire se llenó de música de arpas, el olor fragante de incienso y la armonía de las voces. El tema del canto es la dignidad de Jesucristo. El primer motivo de alabanza es que él murió y redimió para Dios a personas de toda raza y nación. Los vv. 9 y 10 deben leerse en tercera persona, “contu sangre has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y les has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra” (comp. Éxodo 19:6). La redención abarca todo lo que su muerte logró, no sólo el perdón de los pecados, sino también la exaltación de los santos y su reinado con él.

En los vv. 11–12 se une al coro de los ancianos y los cuatro seres vivientes una multitud inmensa de ángeles que dirán a gran voz que Jesús es digno de tomarlo todo. Él es digno del poder omnipotente, las riquezas en toda esfera, material y espiritual, y la sabiduría para que el universo tenga orden y destino. Él es digno de recibir la fortaleza infinita, la honra y el resplandor celestial, así como la alabanza de toda la creación.

Todo lo creado se une a la adoración del Cordero en la estrofa final, que aparece en el v. 13. Finalmente, los cuatro seres vivientes y los ancianos se postran y adoran al Dios eterno que está sentado en el trono (comp. 4:10).

“EL CORDERO… ES DIGNO DE TOMAR

EL PODER, LAS RIQUEZAS, LA SABIDURÍA, LA

FORTALEZA, LA HONRA, LA GLORIA Y

LA ALABANZA”

(APOCALIPSIS 5:12).

IMPORTANCIA DE LOS CAPÍTULOS
4–5

La escena celestial de estos dos capítulos contribuye mucho a comprender el libro de Apocalipsis

Dios es soberano

En primer lugar, entendemos que el Señor tiene control de todo lo que pasará en el libro. Al estudiar los juicios terribles, la persecución y sufrimientos de los santos y el gran engaño de las multitudes por el anticristo, es imprescindible que el creyente de hoy y de la época de la tribulación, sepa que nada pasará sin que el soberano Dios tenga control de los acontecimientos. Todos los juicios y eventos que siguen en lo que resta del libro de Apocalipsis brotan de la voluntad y el plan del que está sentado en el trono. Él está cumpliendo sus propósitos en el mundo y lleva todo hacia la victoria del Cordero y la gloria del Padre celestial.

Jesucristo manifestará su autoridad

En 5:7, Dios el Padre entrega a Jesucristo la autoridad de intervenir en la vida de los hombres y en la naturaleza de este planeta para llevar a cabo el juicio más severo que jamás se haya conocido. Son castigos que derrotarán al reino de Satanás y del anticristo para que Cristo el Mesías establezca su reino milenial. La entrega del libro al Cordero es el suceso fundamental que da sentido a las visiones que siguen.

Observemos las palabras de J. A. Seiss, que interpreta el significado de la toma del libro de Apocalipsis 5:7: “Este es el acto específico más sublime que aparece en Apocalipsis, porque incluye todo lo que la creación sufrida y los santos de Dios sin herencia han anhelado, gemido, llorado esperando todos estos largos siglos—seis mil años de pesar y tristeza. Es el acto que lleva consigo el resto de lo que está escrito en la parte siguiente de esta gloriosa revelación. Es el acto en virtud del cual el mundo queda conquistado, Babilonia juzgada, el anticristo es destruido, el dragón es vencido, la muerte es derribada, la maldición queda cancelada, la tierra es hecha de nuevo y hace que el reino de bendición y paz sempiternos cubran sus montes e iluminen sus valles y la transforme en un paraíso divino inmarcesible… es el acto legal de reposesión de todo lo que se perdió con Adán y que fue redimido por medio de la sangre y las lágrimas del Hijo de Dios. El cielo observa en un silencio solemne mientras se ejecuta el acto. El universo se llena de admiración y expectación al presenciarlo y los seres vivientes, los ancianos y todas las huestes de ángeles se llenan de gozosa maravilla, como si se hubiera expedido un nuevo decreto divino para hacer una nueva creación”.

La tribulación

Antes de seguir el estudio, comentamos la relación de estos capítulos con las profecías anteriores del Antiguo y Nuevo Testamentos. Los profetas y Jesús proclamaron que habría una época de juicio y angustia sin precedentes en la tierra antes de la segunda venida de Cristo. El Señor llamó a la primera mitad “principio de dolores” y a la segunda mitad de tres años y medio, después de que el anticristo profane el templo, como la “gran tribulación” (Mateo 24:8, 21). Asimismo, explicó que “inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces, aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo… y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:29–30). Entonces, la tribulación es el período que precederá a la venida de Cristo.

Lo que comienza con la toma del libro de Apocalipsis 5, sigue con los juicios de los sellos en el capítulo 6 y continúa con los terribles juicios de las trompetas y las copas. Esta es la época de que hablaron los profetas y Jesucristo, y comúnmente se llama “la tribulación”. Según la profecía de las “setenta semanas” de Daniel 9, este período tendrá una extensión de siete años (una semana de años) y a veces se le llama la “semana setenta de Daniel”. Apocalipsis 4–18 describe muchos de los juicios y de las actividades que realizará Satanás en esa época antes de la segunda venida de Cristo.

Comparación entre Mateo 24 y Apocalipsis
Mateo 24 Apocalipsis
Señales del fin “principio de dolores”     vv. 3–14 Los sellos     cap. 6
“La abominación desoladora” a la mitad de los siete años (Daniel 9:27)      v. 15 El anticristo (2 Tesalonicenses 2:3–12)      cap. 13
Gran tribulación      vv. 16–28 Persecución de los judíos     cap. 12
Segunda venida de Cristo     vv. 29–31 El Rey de reyes     cap. 19

Muchos detalles confirman esta conclusión. Por ejemplo, los eventos de Apocalipsis 6 corresponden a las circunstancias que Cristo llama “el principio de dolores” en Mateo 24:3–14. El carácter y actividades de la “bestia” de Apocalipsis 13 y 17 concuerdan con lo que se aprende de ella en Daniel 7, 9 y 11. La mención de los tres años y medio de Apocalipsis 11:2; 12:6 y 14 concuerdan con el mismo período de las profecías de Daniel 7 y 12.

El arrebatamiento de la iglesia

Mucho se ha discutido si el rapto de la iglesia sucede antes, a la mitad, o al final de los siete años de la tribulación (1 Tesalonicenses 4:13–18), pero Apocalipsis no menciona específicamente ese evento. Sin embargo, es notable que después de dirigir los mensajes especiales de los caps. 2–3 a siete iglesias de Asia, el lector encuentra la palabra “iglesia” sólo una vez más, en la conclusión del libro (22:16).

Hay varias razones por las que es consecuente ubicar el rapto de la iglesia antes de los eventos de la tribulación que comienzan en el cap. 4. El período de las “setenta semanas” de Daniel 9:20–27 es un período determinado para el pueblo judío y la ciudad de Jerusalén (Daniel 9:24). En esa última semana, no la iglesia, sino la nación judía, estará de nuevo en primer plano y sufrirá las aflicciones que le fueron profetizadas. Según el cap. 7, los creyentes judíos serán los siervos especiales de Dios en esa época, y darán testimonio a todo el mundo.

También, las profecías del reino milenial enseñan que habrá judíos y gentiles sobrevivientes de la tribulación con cuerpos mortales, no glorificados, que habitarán en la tierra. Si el rapto sucediera junto con la segunda venida, entonces todos los creyentes serían glorificados. Todos los no creyentes serían juzgados y, entonces, no quedarían personas con cuerpo mortal para entrar en el reino.

Además, algunos pasajes del Nuevo Testamento prometen a los cristianos que no experimentarán la ira de Dios, como dicen 1 Tesalonicenses 1:10 y 5:9 y Apocalipsis 3:10. La tribulación incluye grandes manifestaciones de la ira de Dios (Apocalipsis 6:16; 15:1, 7; 16:1).

Entonces, este comentario sigue el orden de eventos que aparece en el siguiente cuadro y enseña que los creyentes de la iglesia no estarán en la tierra durante la tribulación.

EL ORDEN DE LOS ACONTECIMIENTOS
Época de la iglesia

El arrebatamiento

La tribulación (siete años)

La segunda venida de Cristo

El reino milenial

El estado eterno

Hechos 2, Apocalipsis 3

1 Tesalonicenses 4:13–18

Apocalipsis 4–18

Apocalipsis 19

Apocalipsis 20

Apocalipsis 21–22

Los caps. 4–5 enseñan que Dios, el Creador, tiene el control de los acontecimientos de la tierra. Los que sufrían la opresión de Roma en los primeros siglos de la iglesia, los que pertenecen a Dios ahora y los perseguidos en la tribulación, pueden contar con esto: Dios controla todo. Además, Jesucristo, el amoroso y sacrificado Salvador recibirá la autoridad y el poder para culminar los propósitos divinos en este mundo que ha sido corrompido por el pecado. Él murió para derrotar a las fuerzas del mal y es digno de ejecutar el juicio y reinar eternamente. Él siempre ha sido y es, digno del amor, la fe, la lealtad, la obediencia y el sacrificio de sus criaturas. Nuestro amor y gratitud debe motivarnos a adorarle con el canto y la obediencia.

¡PENSEMOS!
?Qué impacto tendrían estos capítulos en los creyentes del primer siglo? En los capítulos 4 y 5, ¿qué características de Dios lo fortalecen y animan en medio de sus circunstancias actuales? ¿Cuáles son las enseñanzas de estos dos capítulos que le ayudarán a entender el resto del libro? ¿Qué aprendió acerca de los seres celestiales?
Después de estudiar el capítulo 5, ¿por qué resultados de la muerte de Cristo desea agradecer a Dios? Aprendemos que la adoración es una reacción después de contemplar la gloria, poder y grandeza de Dios. Compare su adoración y dedicación a Dios con la de los seres angélicos. ¿Cómo debe cambiar usted al respecto?

Orth, S. (1998). Estudios Bı́blicos ELA: La consumación de los tiempos (Apocalipsis) (44). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.