por G. Campbell Morgan
¿Cuál es el significado especial del bautismo de Jesús en el Jordán? Este artículo analiza los primeros treinta años de Jesús y los tres años de su ministerio. Luego del estudio de las dos etapas de la vida de Jesús, el autor nos ofrece el significado que encierra el bautismo del Hijo de Dios y cómo este simbolizó la transición de su vida privada a la pública para así continuar con el plan divino de la redención.
El recuento de los años privados y públicos de la vida de JesúsParte I
Cristo experimentó varias crisis durante su misión y una de ellas surgió cuando, después de emerger del largo silencio y aislamiento de Nazaret, afrontó el breve período de palabra y servicio, para después culminar en la cruz. Esa crisis está marcada por su bautismo en el río Jordán. Con respecto a sus primeros treinta años prácticamente no se dan detalles, solo unas cuantas declaraciones breves que constituyen la historia de este período. Estas declaraciones revelan los principios de su vida, junto a una simple presentación de los hechos, suficiente para comprender los detalles más valiosos. Eran los años de reclusión y vida privada. Las narraciones de los cuatro evangelistas ofrecen una historia mucho más amplia de los tres años de ministerio público. Entre estos períodos se encuentra el bautismo en el Jordán, el cual los divide y al mismo tiempo los unifica. En el caso de Jesús, esta ceremonia tuvo un significado especial, el cual se podrá obtener al analizar cuidadosamente los treinta años previos y los tres posteriores. El orden del presente estudio, entonces, es el de considerar, primero, los treinta años de vida privada; en segundo lugar, los tres años de ministerio público; y finalmente, la ceremonia que tuvo lugar entre los dos espacios de tiempo.
Sus años de vida privada
Con respecto a los primeros treinta años de Jesús, lo mejor es recopilar las declaraciones de las Escrituras que describen este periodo para así tener un conocimiento de los hechos. Luego se debe considerar los aspectos característicos de esos años tal como están revelados en dichas Escrituras. Los hechos registrados se refieren a la infancia, niñez, juventud y adultez de Jesús. En cuanto a la infancia, los siguientes hechos están escritos.
Infancia
«Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido» (Lc 2.21).
«Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor» (Lc 2.22).
«Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo» (Mt 2.1315).
«Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno» (Mt 2.1923).
En exacto cumplimiento de las demandas de la ley hebrea, Jesús fue circuncidado a los ocho días de edad. De este modo, quedó incorporado exteriormente a su relación con el pacto que Dios tenía con Israel. El segundo hecho corresponde a su presentación en el templo y dedicación como primogénito de su madre al propósito y servicio de Dios. El tercer hecho registra la huida a Egipto; y el cuarto, el regreso a su propia tierra y pueblo.
De esta forma, en conexión con la infancia, hay una historia de hechos sugestivos. El primero es la identificación de Jesús con el pueblo de Dios bajo el pacto, y esto se puede apreciar por medio del símbolo de separación y pureza. El segundo hecho es su dedicación a una obra especial y específica, la cual se percibe a través de su presentación en el templo. El tercer acontecimiento es el traslado a Egipto como parte de un programa divino para proteger a Aquel que Dios había separado para sí mismo. Y el cuarto hecho es el regreso a Nazaret para experimentar esa vida humana que progresaría de la inocencia hasta la santidad. Este sería el lugar de la probación normal que acontece al hombre y que era necesaria para su desarrollo.
Niñez
Con respecto a la niñez de Jesús, todos los hechos registrados se encuentran en el Evangelio según Lucas:
«Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él» (Lc 2.40).
«Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos, pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2.4151).
La historia entera de la niñez de Jesús desde la infancia hasta su mayoría de edad religiosa se halla en un solo versículo. La declaración principal del versículo es: «El niño crecía». Luego se explica la declaración de lo que puede llamarse un análisis de las líneas de su crecimiento. Se reconoce el hecho de su naturaleza humana: física, mental y espiritual. El desarrollo físico en las palabras: «se fortalecía»; el desarrollo mental en las palabras: «se llenaba de sabiduría»; el desarrollo espiritual en las palabras: «la gracia de Dios era sobre él». De modo que el desarrollo de Jesús no era unilateral. Bajo la cuidadosa preparación de su madre, cada área de su vida progresaba en perfecta armonía.
El otro hecho registrado acerca de su niñez es el de haber alcanzado la mayoría de edad religiosa. Creer que este hecho es algo accidental equivale a no ver la importancia de esta historia. El propósito que tuvo María al venir a Jerusalén era principalmente, el de cumplir las exigencias de la ley, es decir, traer a Jesús para su confirmación. Se consideraba que un muchacho comenzaba ese período de la vida al tener tratos directos con la ley. Es decir, ya no la recibía a través de la instrucción de sus padres sino que, al haberlo criado en el conocimiento de sus demandas, ahora asumía él mismo la responsabilidad de cumplirlas. El rito, que todavía existe y se practica, consiste en que el candidato estudia ciertos pasajes de la ley, que debe recitar y presentar ante los gobernantes y doctores. Estos conversan con el candidato para hacerle preguntas, y así poner a prueba su conocimiento, a la vez que él también puede proponerles preguntas que surjan de su instrucción. Esta era la ceremonia a la que Jesús fue traído a la edad de doce años.
El cuadro de Cristo aquí rebosa de hermosura, aunque muchas veces las falsas ideas en cuanto a la actitud de Jesús hacia los maestros oscurecen este hecho natural. Un concepto muy popular de su acción es el de un muchacho que se deleitaba en hacer preguntas que mostraran su propia sabiduría y confundieran a los doctores. Esto parecía ser completamente contrario a los hechos. Jesús, un muchacho puro y hermoso, físicamente fuerte, mentalmente despierto, espiritualmente lleno de gracia, que entraba ahora a nuevas y mayores experiencias de su vida, respondió a las preguntas de los doctores con una lucidez que los pasmaba. Además, les presentaba problemas que demostraban cuán notable era el calibre de su mente, y cuán intenso el hecho de su naturaleza espiritual. Tan grande era esta oportunidad para él, que se demoró en volver, y siguió hablando con estos hombres.
Sus padres supusieron que Jesús estaba en la caravana, por eso, empezaron el viaje a casa; pero al no encontrarlo, regresaron. Aquí una vez más, se ha violentado el carácter de Cristo por el tono en que repite su pregunta. No había ni una pizca de reprensión en lo que dijo a su madre. Es mucho más probable que hubiera una tierna expresión de sorpresa. Ella, la responsable de su preparación y bajo cuya dirección su mente se había desarrollado y su naturaleza espiritual había sido alimentada, no sabía cómo «los negocios de su Padre» eran para él lo más importante.
Hasta aquí por supuesto vemos a Jesús en el desarrollo de su naturaleza humana siguiendo las líneas normales. Aunque Jesús era verdaderamente Dios, era también realmente hombre. Su vida humana la vivió en todo dentro del dominio de la humanidad. El Hijo de Dios en su deidad se abstuvo de dar a lo humano, en su prueba y desarrollo, alguna ayuda que no fuese la que originalmente estaba a disposición del hombre no caído.
La historia de la confirmación concluye cuando él descendió con sus padres ya que estaba sujeto a ellos.
Juventud
En cuanto a la juventud de Jesús, es decir, el período desde su confirmación hasta su joven virilidad, existe una sola declaración.
«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lc 2.52).
Aquí nuevamente no hay detalles, sino la simple declaración de su progreso, y este se revela como equilibrado e incluye toda su naturaleza, «en sabiduría, en estatura, en gracia para con Dios y los hombres». La aplicación de esta declaración, y que muchas veces se pierde de vista, es que él creció en gracia no solo para con Dios, sino para con los hombres. No es una señal de hallarse en la «gracia de Dios» cuando uno está fuera de gracia para con los hombres. La personalidad y el carácter de Jesús no separaban a las multitudes de él, sino la enseñanza que reprendía sus pecados y los llamaba al arrepentimiento. Es muy hermoso leer que en esos largos años en Nazaret Jesús era un favorito. No se dan pormenores; sin embargo, sí es posible detenerse ante esta declaración e imaginar varios hechos incluidos en ella. Uno casi puede ver a los niños que van a él, tal vez llevando sus juguetes para que los compusiera; y los jóvenes, visitándole para hablar sobre algunos de los problemas que afligían sus corazones. Piense también en los ancianos, doblegados por la tristeza, escuchando atentamente mientras él les hablaba. Nunca lo olvide: «Crecía en gracia para con Dios y los hombres». Jesús era un predilecto en su propia aldea hasta que vinieron los días cuando, al cumplir la voluntad de su Padre, tuvo que hablar palabras que le costaron la amistad de la gente. Estas palabras incluso hicieron que esos mismos hombres de Nazaret intentaran asesinarlo, mucho tiempo antes de que lo realizaran los sacerdotes de la nación.
Todavía queda un hecho registrado acerca de su ocupación durante estos años en su mayoría de edad.
«¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él» (Mt 6.3).
La pregunta se hizo en los días cuando la enemistad de los hombres de Nazaret fue instigada contra él debido a su sabiduría y a que enseñaba con autoridad. Sin embargo arroja luz sobre hechos de esos años pasados. Jesús era el carpintero del pueblo. La palabra griega «tekton», aquí traducida por «carpintero», etimológicamente significa un productor, pero específicamente, y en su uso en ese país, indicaba un artesano en madera. La declaración nos lo revela como Uno que aprendió un oficio, y que llegó a ser maestro de las herramientas de su arte.
Estos hechos, aunque tan breves, revelan las peculiaridades de la vida de Jesús. Durante el proceso de preparación vivió en dependencia de la dirección de otras voluntades humanas. Caminó por la senda de un deber diario. La faena no fue para él meramente trabajo emprendido con fines de entretenimiento. Fue su respuesta a una dura necesidad. Trabajó por el pan que sostendría su existencia corporal. A través de todos los años, su vida fue condicionada dentro de limitaciones humanas. Estas eran, por supuesto, las que formaban parte de un plan divino original. Había una diferencia desde el principio hasta el fin entre la experiencia del Hombre Jesús y la de los hombres caídos. La inteligencia de estos está oscurecida. La de Jesús brillaba claramente, y con todo en una siempre creciente capacidad. La emoción de esos hombres está prostituida. La de Jesús estaba en todo tiempo aplicada a los aspectos más elevados, y respondía a lo más perfecto. La voluntad de esos hombres está degradada porque se halla bajo el dominio de un falso principio gobernante. La de Jesús era ejercida dentro de la verdadera esfera de sumisión a lo más sublime. Los treinta años fueron los de prolongado silencio, en los cuales el Hijo de Dios aparece como despojado y separado de toda realeza, menos la de una virilidad victoriosa.
Le invitamos a consultar los otros artículos de esta serie:
- De niño a hombre, Parte II
- De niño a hombre, Parte III
Tomado y adaptado del libro Las crisis de Cristo, G. Campbell Morgan, Ediciones Hebrón – Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.