De las rejas a la libertad

por José Belaunde M.

Descubra el interesante mensaje que se encuentra en las palabras del ángel y en la actitud de Pedro. Una liberación que va más allá de la incómoda situación física en la que se encontraba Pedro y que lo hace reflexionar acerca de su actitud como un verdadero hijo de Dios.

El libro de los Hechos nos narra en su capítulo 12 (del versículo 1 al 19) cómo Pedro fue liberado de la cárcel por medio de la intervención de un ángel. Más allá de su interés histórico, ese episodio encierra un significado espiritual muy instructivo que vamos a examinar en las próximas líneas.

Ese capítulo cuenta cómo el rey Herodes —no el Herodes que quiso matar al niño Jesús y ordenó la matanza de los niños de Belén. Ni su hijo, Arquelao, que gobernaba cuando nació Jesús; ni tampoco su otro hijo, Herodes Antipas, que reinaba cuando Jesús fue crucificado. Este es Herodes Agripa, nieto del primero y sobrino de los segundos, que tuvo un final terrible, narrado a continuación del episodio que nos ocupa. Este Herodes pues, cuarto en la línea de los reyes de Judea que llevan ese nombre, para congraciarse las simpatías de las autoridades judías, ordenó matar a Santiago, o Jacobo, no el hermano del Señor sino del apóstol Juan Boanerges (Mr 3.17), uno de los hijos del trueno (1)


 



Dado el buen resultado que obtuvo con ese martirio ante los ojos del pueblo, Herodes quiso hacer lo mismo con el apóstol Pedro. Para ello ordenó meterlo en prisión y tenerlo fuertemente custodiado, para que no se escape (2)  Entretanto la Iglesia de Jerusalén afligida oraba por él.