Alabando a las misericordias eternas de Dios

Por: pastor Daniel Brito

Título: Alabando a las misericordias eternas de Dios

Texto: Salmo 107:1-9:

«Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

2 Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario,

3 a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur.

4 Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable.

5 Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo. 6 En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción. 7 Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable. 8 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 9 ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!»

Introducción:

En un mundo donde se escuchan tantas noticias de calamidades y crisis económica, tenemos la seguridad de un Dios que está en control, y que oye las oraciones. Trataremos los siguientes puntos:

(1) Los Redimidos del SEÑOR.

(2) Reunidos de las tierras.

(3) Afligidos y encadenados.

(4) JESUCRISTO el Sanador.

(5) Clamaran en la tempestad y los libró.

(6) El Sustentador.

(7) ¿Quién es sabio?

Lección:

1. Los Redimidos del SEÑOR. —Este salmo es un salmo de alabanza a Dios, por los redimidos, los que han experimentado las misericordias de Dios. Si algo debemos recordar, es que las MISERICORDIAS de Dios son ETERNAS. «Los que ha redimido del poder del enemigo. ¿Qué gratitud puede bastar por la liberación del poder del pecado, la muerte y el infierno? En el mismo cielo no hay himno más dulce que aquél cuya esencia es: “Tú nos has redimido para Dios con tu sangre.” C. H. S.»[1]

2. Reunidos de las tierras. —Estos versos nos recuerdan a Israel cuando estaban vagando por el desierto rumbo a la Tierra Prometida, y como en cada instante que fueron rebeldes y eran castigados por Dios, recibían el alivio necesario cuando clamaban al SEÑOR.

a. (Versos 6-7) «En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción. 7 Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable.» Veamos DOS significados de estos versos:

i. Aquí encontramos indudablemente ayuda física, en lo que cuantas veces el SEÑOR nos ha protegido, y ha traído a la mayoría de los que están presente en esta noche, a esta gran nación, donde muchos han encontrado a JESUCRISTO como Salvador. ¿Cuántas historias podríamos escuchar de protección en medio de terribles peligros, aún sin conocer todavía a JESUCRISTO como Salvador? Porque Dios está cuidando de los suyos, y de aquellos que ya los CONOCE.

ii. Pero también encontramos en estos versos la verdadera CIUDAD, adonde todo REDIMIDO espera llegar, y es a las moradas eternas. Eso nos debe recordar a los héroes de la fe, mencionados en Hebreos 11:13-16:

(1) «Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.14 Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria.15 Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella.16 Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.»

b. Esa es la esperanza del creyente, que sabe que su morada en la tierra es temporal, pero que su verdadera PATRIA, se encuentra en las moradas celestiales.

3. Afligidos y encadenados. —«Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas 11 por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo. 12 Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara. 13 En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. 14 Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. 15 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 16 ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro! 17 Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad, 18 todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte! 19 En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción.»

a. Según el tárgum judío, estos versos se refieren al rey Sedequías y a los nobles de Judá en el exilio en Babilonia. Para que la gente alabe al SEÑOR, porque Él libra de la esclavitud.[2]

b. Pero aquí también encontramos alusión a las cadenas del pecado y del pasado, que son por menospreciar los designios del Altísimo como dice nuestro Texto. Pero eso también nos recuerda que hay tiempos donde uno pasa por el valle de sombra y muerte, donde el peligro nos ha acechado, la Mano del SEÑOR nos rescata.

i. (Salmo 23:4) «Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.»

c. Y encontramos también la respuesta, y es: «En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción.»

4. JESUCRISTO el Sanador. —(Versos 20-23) «Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. 21 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 22 ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras!»

a. Estamos viviendo en lo que según las señales y las profecías Bíblicas, son los últimos tiempos. Con grandes adelantos de la ciencia, aun así escuchamos de epidemias, de cáncer, y de todo tipo de enfermedades que acecha al mundo en que vivimos. Recientemente hemos sido testigos de la gripe porcina, que según los expertos, puede causar la muerte de millones de personas.

b. Pero es muy claro que aún en la enfermedad más grave, encontramos al MÉDICO Divino, a JESUCRISTO el Sanador. El Salmo 103:3 dice:

i. «Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias»

ii. Las DOS cosas más importante que el ser humano puede necesitar son: el perdón de los pecados y la sanidad del cuerpo.

5. Clamaron en la tempestad y los libró. —(Versos 23-30) «Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. 24 Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del Señor y sus maravillas. 25 Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas 26 que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. 27 Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. 28 En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. 29 Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. 30 Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 32 ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!»

a. Creo que todos los que hemos estado alguna vez en un barco, sabemos del terror ocasionado por una tormenta en la mar. Pero en nuestros tiempos con los adelantos de la ciencia, ¿qué podemos decir de los aviones? Es tan común dar un viaje en avión, que lo que tomaba antes días o semanas, se hace ahora en solamente horas.

i. Y es ahí, donde leemos el Texto Sagrado: «En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. 29 Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar.»

b. Pero no debemos olvidar, de las pruebas de la vida que son como un mar embravecido. «Dios recibe noticias con más frecuencia de las personas afligidas que de las que se hallan en bienestar, tranquilas y fuera de peligro. El hijo pródigo era muy altivo y decidió que no regresaría nunca, hasta que la necesidad le empujó a hacerlo; entonces oyó palabras de amor de su padre. Agar era orgullosa en la casa de Abraham, pero humilde en el desierto. Jonás estaba durmiendo en el barco, pero despierto y orando en el interior de la ballena (Jonás 2:1). Manasés vivía en Jerusalén como un libertino, pero cuando estaba encadenado en Babilonia, su corazón se volvió al Señor (2º Crónicas 33:11, 12). Las enfermedades corporales forzaron a muchos, según el evangelio, a acudir a Cristo, en tanto que otros que disfrutaban de salud no le reconocieron.»[3]

6. El Sustentador. —(Versos 33-42) «Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca, 34 los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes. 35 Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales; 36 hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable. 37 Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas. 38 Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños. 39 Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción. 40 Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos. 41 Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. 42 Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados.»

a. Estos versos ahora nos muestran a nuestro SEÑOR EL SUSTENTADOR. No importa el trabajo de uno, o de donde uno viene. El mundo entero se está tambaleando ante la crisis económica. En California, casi el 11% de los trabajadores están desempleados.

b. Pero aquí encontramos en nuestro Texto, como Dios cambia a lo SECO en FÉRTIL. Los redimidos encuentran la MISERICORDIA de Dios, y el sostén que necesitan para su diario vivir. «Pero, aunque la Providencia les de buen cobijo, ellos deben usar las manos para sembrar y plantar (v. 37). el trabajo del hombre ha de esperar la bendición de Dios, así como la bendición de Dios corona el trabajo del hombre»[4]

i. «Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. 42 Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados.» (Versos 41-42).

 

7. ¿Quién es sabio? —(Verso 43) «Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor.»

a. Esto es una pregunta para todos nosotros, y con eso, debemos considerar TODO el tiempo, el amor de Dios, y Su Misericordia que es Eterna.

b. Dios nos llama en esta noche a recordar las MARAVILLAS de Dios, y a llamar a aquellos que todavía no se han entregado a JESUCRISTO en esta noche, al arrepentimiento.

Conclusión:

Oremos.

Notas:

[1].  Charles Spurgeon, El Tesoro de David.

[2].  Allen P. Ross, The Bible Knowledge Commentary, Walvoord-Zuck editors, Old Testament, p. 871,  Cook Communications.

[3].  Charles Spurgeon, El Tesoro de David.

[4].  Francisco Lacueva, Comentario Completo de Matthew Henry, p. 638, editorial CLIE. 

 

 

 *Toda referencia Bíblica es tomada de la Biblia, Nueva Versión Internacional.