A Dios le desagrada el enojo

Texto Bíblico:Colosenses 3;8

Introducción:

Es normal que lo seres humanos nos enojemos por determinadas cosas que nos pasan o con algunas personas que nos hacen daño y reaccionamos con ira, con rencor, con rabia, es decir, combatimos los malos sentimientos de los demás con nuestros peores sentimientos, incluso con agresiones verbales y físicas que causan daño y eso no está nada bien.

Con malos sentimiento no agradamos a Dios, debemos controlar nuestro carácter cuando algo malo nos ocurre, puesto que cuando la ira nos invade no pensamos en nuestros actos ni en nuestras palabras y podemos causar daños mayores que el que nos están proporcionando, por ello debemos actuar con auto control pensando que si nos enojamos y respondemos con ira ofenderemos a Dios con nuestra rabia.

Si nos hacen algo malo, el sentir molestia es difícil de evitar, pero deshonramos a Dios cuando esa molestia se desata en ira que nos hace pecar, somos imperfectos y habrán situaciones que nos harán sentir enojados pero no podemos permitir que esa rabia nos domine y nos haga perder la felicidad y el regocijo en Dios, cuando perdemos ese regocijo es cuando pecamos y hacemos cosas de las cuales luego nos podemos lamentar, porque hacerle daño a otra persona nunca es bien visto ante los ojos de Dios.

Por estas situaciones que nos pueden ocurrir con frecuencia, se hace indispensable hacer un estudio bíblico de cómo el enojo le desagrada a Dios porque hace que pequemos, para ello la palabra de Dios en Colosenses 3;8, nos muestra como Dios nos pide dejar esos malos sentimientos que solo nos llevan al pecado.

Desarrollo:

Colosenses 3;8:“Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.” La rabia, la furia, el enfado, la maldad y las groserías nos hacen pecar ante Dios, por ello para alejarnos de esos malos sentimiento que desagradan a Dios debemos en primer lugar orar, cuando nos sintamos enojados la primera opción que debemos tener en mente es orar, Dios nos dará calma y nos ayudará a pasar el mal momento.

Cuando nos sintamos enojados recurramos a Dios, hablemos con Él y contémosle lo que sentimos, no importa dónde nos encontremos, debemos procurar hablar con Él y desahogar lo terrible que nos sentimos cuando alguien nos hace enojar. Luego medita en Dios, piensa todo lo bueno que tienes a tu alrededor.

Debemos pensar en las bondades que Dios nos regala, como la vida, su amor, su gracia, su piedad, son infinitas las cosas que Dios nos proporciona y nos llenan de alegría, así cuando pensamos en las bondades de Dios que han recaído sobre nosotros podemos entender cuanto nos ama Dios, cuanto bien ha hecho en nosotros y lo felices que somos, así cualquier enojo será insignificante ante tanta Gloria que día a día Dios nos ofrece.

Luego piensa en la predica cristiana de la palabra de Dios, que nos recuerda el desagrado que le causamos a Dios cuando pecamos por enojarnos, en las ofensas que damos a nuestro prójimo al hablar con irá en nuestro corazón y en lo mal que hacemos sentir a Dios ya que si ofendemos a nuestro hermano es como si lo ofendiéramos a Él, preguntémonos ¿es con pecado que debemos reaccionar frente a nuestros enojos? No podemos apagar el fuego con más fuego, no es con malas palabras que lograremos hacer entender a nuestro hermano que nos hirió con el mal rato que nos hace pasar, sólo con prudencia y cordura calmaremos la irá y actuaremos de forma correcta.

Otra forma de calmar la irá es respirando profundo y alabar a Dios por las pruebas a las que nos somete, con esas pruebas manifestamos nuestra fe, si actuamos apegados a la palabra de Dios y no dejamos que se desaten los demonios sino que controlamos la irá a la cual nos tienta Satanás, demostraremos nuestra fe y confianza en Dios, así que en vez de permitir que por nuestra boca salgan malas palabras, hagamos que nuestros labios pronuncien alabanzas a Dios Todopoderoso, quien nos dará paciencia y sabiduría para no pecar con nuestra ira, podemos cantar una alabanza a Dios y así sentiremos su presencia en nosotros.

Después de calmarnos con esa meditación es mejor hacer silencio, pensar en que podemos hacer ahora para resolver el inconveniente que generó el enojo, darnos un tiempo para pensar cómo vamos a confrontar a la persona que nos hizo molestar y como superaremos esa dificultad, no busquemos la confrontación de inmediato, es mejor esperar, buscar a un buen amigo con quien desahogarnos, si son buenos amigos nos ayudarán a calmarnos y no alimentaran la ira.

Conclusión:

Optemos por despejar la mente, drenar los sentimientos haciendo algún deporte, saliendo a caminar, leyendo algún pasaje bíblico, escuchando un mensaje cristiano, yendo a la Iglesia, olvidar el malestar por un momento, cualquier actividad sana que nos distraiga de la rabia será buena para agradar a Dios, el tiempo dará claridad de cómo se debe reaccionar y como se va actuar ahora.

Por último, vuelve a pedirle a Dios sabiduría para enfrentar la situación de forma correcta, para no deshonrarlo ni hacerle daño a nadie con nuestras palabras o con agresiones físicas como consecuencia de no controlar la ira, la violencia no agrada a Dios, Él aborrece el pecado así que no pequemos por nuestra rabia, agrademos a Dios con el control propio, de nada sirve el enojo que enferma el alma y nos aleja de Dios.

Hasta aquí, hemos visto que para el cristiano, triunfar debe ser igual a caminar de la mano de Dios ya que con él siempre vamos a vencer; los éxitos y los traspiés siempre harán parte del camino pero entendemos que para quienes amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien (Romanos 8:28).

También hemos aprendido sobre la fe de David, la sensibilidad a la palabra de Dios que tenía Josías y el temor de Dios de Ananías, Misael y Azarías. Ahora, veremos tres características más que son cruciales para llevar una vida de triunfo.

IV. LA VIDA DE ORACIÓN DE DANIEL. Daniel 6:10

Hacer que la oración sea parte de nuestro diario vivir, no como un simple rito sino como un verdadero tiempo de comunión con Dios, es algo indispensable para el cristiano. No es saludable relegar la oración a lo que quede de tiempo de cada día, ni postergarla para después. Hablar con Dios es absolutamente imprescindible para nuestra vida cristiana.

A. Disciplina de oración.

Daniel tenía una disciplina de oración de tres veces al día. Esta era su costumbre, su necesidad, su hábito, no un rito. No significa que tengamos que hacer exactamente como él en cuanto a la frecuencia o la cantidad de ocasiones en las que oraba, pero sí debemos seguir su ejemplo en relación a que era una disciplina, nada reemplazaba ese tiempo.

B. Fidelidad en la Comunión.

Para los días de Daniel se creó un edicto que prohibía orar a otros dioses u hombres distintos al rey Darío. No obstante, Daniel mantuvo su fidelidad primero a Dios antes que a los hombres y Dios se glorificó en él. Capítulos adelante podemos ver cómo Dios lo libró del foso de los leones y fue promulgado por parte del mismo rey Darío que todos debían temer al Dios de Daniel.

“…tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público…” Mt. 6:6

V. LA PUREZA MORAL DE JOSÉ. (Génesis 39:7-12)

La historia de José está llena de situaciones impactantes. Fue vendido por sus hermanos como un vil esclavo, y a partir de allí fue subiendo hasta convertirse en el segundo hombre más importante de todo Egipto.

Pero en esa historia ascendente hubo situaciones de prueba que por haberlas superado, Dios lo recompensó.

Uno de esos episodios se dio en la casa de un hombre adinerado llamado Potifar. José administraba los bienes de este hombre pues se ganó su confianza. La esposa de Potifar se sintió atraída por José al punto de que lo sedujo en varias ocasiones para que se acostara con ella.

No estamos hablando de una situación fácilmente sorteable, estamos hablando de una prueba moral en la que una mujer muy seguramente bastante atractiva estaba seduciendo a un muchacho que la veía como una tentación. Hasta aquí, no había pasado nada, era la decisión de José de ceder o no ceder lo que determinaría el desenlace de su camino. José hizo lo que dice la palabra de Dios:“huir de la fornicación” (I Corintios 6:18). Es interesante que la biblia diga ‘huir’ y no ‘resistir’. Veamos algunas de las claves de esta situación:

A. Él era consciente del poder destructivo del pecado (v. 9)

B. Se regía por principios éticos (humanos y divinos). No quería pecar contra su amo terrenal, ni contra Dios. (v. 9)

C. Huyó del peligro (39:12)

VI. LA PRESENCIA DE DIOS EN ELÍAS. (I Reyes 17:1)

Si hay una característica indispensable para tener éxito en esta vida, es tener la presencia de Dios en nosotros. Para ejemplificar este punto, tenemos al profeta Elías:

A. Elías tenía celo de Jehová. I Reyes 19:10-14.

Este ‘celo’ que se menciona aquí tiene que ver con el absoluto desacuerdo y rechazo por las cosas que van contra Dios y que implican que los hijos de Dios se aparten de él. Es un deseo ardiente por ser exclusivos para Dios y no compartir nada en absoluto con el mundo. Ese era el celo de Jehová que Elías tenía y que debemos nosotros también compartir. Seamos exclusivos para Dios, no hay que flirtear con las cosas que desagradan al Señor.

B. Poder y milagros. I Reyes 17:16, 22-24

La presencia de Dios en Elías le capacitó para realizar milagros. Si tenemos esta misma presencia en nuestra vida, Dios nos permitirá ver sus grandes obras y maravillas.

Conclusión

Querido lector, este estudio bíblico ha tenido como propósito mostrar 6 características que se consideran vitales para triunfar en la vida. Recordemos que triunfar no se trata solo de tener un grado universitario, o de tener muchas empresas y dinero; son cosas que muchos buscan pero el indicador de triunfo en la vida del cristiano está determinado por su cercanía a Dios. Entre más lejos esté una persona de Dios, más cerca estará del fracaso; y entre más cerca esté de Dios, más cerca estará del triunfo, no importa cuántos bienes posea. El verdadero triunfo será llegar a la eternidad a morar con Dios.

Mientras tanto, necesitamos las cualidades que podemos aprender de estos hombres de Dios:fe, sensibilidad a su voz (la palabra de Dios), temor de Dios, vida de oración, pureza moral y la presencia de Dios.

Si usted lee otras historias de hombres y mujeres de Dios como Gedeón, Rut, Samuel y muchos otros, aprenderá mucho más. Pero empezar con estas seis será sin duda un gran paso para ser un triunfador.