“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:21
Cuando hablo de tesoro no hago referencia solamente a cosas materiales de mucho valor económico, como joyas, dinero, automóviles lujoso, alhajas, etc. Más bien me refiero a todo aquello que ocupe un lugar excesivamente importante en nuestro corazón, convirtiéndose entonces, en nuestro tesoro personal. Cuando alguna persona posee un tesoro, su actitud será intentar preservarlo, cuidarlo, ocultarlo de los demás y, si es posible, aumentarlo.
La Biblia nos enseña que nuestro corazón (nuestros deseos, anhelos, ocupaciones, desvelos, etc.) corre detrás de nuestros tesoros. Yo no se qué es lo que tu atesoras en tu corazón. Quizás sea una importante cuenta bancaria, o un reluciente automóvil nuevo, o una imponente casa en un exclusivo barrio, o, tal vez, no sea nada de eso. Puede que sea tu profesión, o lo que has logrado por tu propio esfuerzo (¿un ascenso en tu trabajo?, ¿un reconocimiento especial en la iglesia?, ¿una posición social destacada?). Generalmente nos comportamos de manera muy egoísta cuando atesoramos algo. Lo deseamos sólo para nosotros, queremos disfrutarlo y usarlo para nuestro deleite. No nos interesa si otros le atribuyen valor y mucho menos si alguien puede necesitar algo de lo que a nosotros nos sobra, nosotros sólo queremos contemplar nuestro tesoro y gozarnos en él. Y como tenemos TODO nuestro corazón (nuestro tiempo y esfuerzo) ocupado en nuestro tesoro, no nos queda espacio ni tiempo en nuestro corazón para nuestras familias, amigos, hermanos, padres, vecinos. Restamos valor a aquello que realmente importa y trasladamos ese valor a nuestro tesoro (éxito, logros, posesiones, posición laboral, social y eclesiástica).
Como consecuencia, empezamos por confundir y terminamos por perder nuestras verdaderas prioridades. Invertimos el orden de nuestras prioridades, y las acomodamos según nuestro parecer o, lo que es peor, según nuestra conveniencia. Entonces mantener el éxito ministerial, los logros profesionales, los bienes materiales, se convierten en nuestras prioridades, comenzando a ocupar un lugar de PRIVILEGIO en nuestras decisiones, en desmedro de nuestras esposas, hijos, amigos y… ni hablar de Dios… no tenemos tiempo para ocuparnos de El. Dios, por el momento, no es una prioridad en nuestras ajetreadas vidas. Para El ya habrá tiempo más adelante…
NECIO!!! ¿Sabes tú si tendrás tiempo y oportunidad aún de recapacitar sobre tus procederes? ¿Tendrás oportunidad de volver tus ojos a Dios? ¿Podrás recuperar a tu familia una vez que la pierdas?… No lo sabes ¿verdad?
“PUESTOS LOS OJOS (EL CORAZÓN) EN JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE”. (Hebreos 12:2) Y yo agregaría… EL AUTOR Y CONSUMADOR DE TU VIDA.
Es necesario que hoy recapacitemos sobre dónde hemos puesto nuestro corazón. Es el momento oportuno en que Dios nos dice: “Detente y revé tu lista de prioridades, léela de atrás para adelante, entonces tendrás una idea de donde tienes puesto tu corazón”.
¡Pon tus ojos en Jesús, ábrele las puertas de tu corazón, invítalo a morar en él, a reinar en él, permite que sea el Espíritu Santo quien te ayude a acomodar tu lista de prioridades. Deposita tu corazón (tu esperanza, tus sueños, tus anhelos) en Cristo, que El sea el tesoro de tu vida. Cristo es un tesoro de riqueza inagotable, que tú puedes compartir con los demás y que siempre seguirá aumentando de valor en tu corazón!
Otra vez lo digo… Cristo es el autor y consumador de tu vida. Nadie te conoce como El. Nadie te ama como El. Solo Dios puede darte la paz, la felicidad y la plenitud de vida que necesitas. Sólo en Cristo tu vida estará satisfecha y feliz. No existe un bien material, ni un logro intelectual, no hay amor humano que pueda darte esa plenitud de vida que estas buscando, porque fuiste creado para vivir en comunión permanente con tu Creador (Jeremías 1: 5 – Salmos 33:15 – 119:73 y 139:7) Esto de ponerme a pensar dónde estaba mi tesoro, para saber dónde esta mi corazón, me llevó a preguntarle a Dios: Padre, ¿Y Tu corazón dónde está puesto, cuál es Tu tesoro? ¿Y sabes qué? Su respuesta aún hoy sigue llenándome de gozo. Dios me dijo: “VOSOTROS SOIS MI ESPECIAL TESORO” (Malaquías 3:17). EL CORAZÓN DE DIOS ESTA PUESTO EN TI Y EN MI!!! TÚ Y YO somos no sólo el tesoro de Dios, sino Su ESPECIAL tesoro.
Atienda y entienda bien esto que sigue:
SOMOS TESOROS ESCOGIDOS DENTRO DE SU INAGOTABLE TESORO. DOBLEMENTE ESCOGIDOS, DOBLEMENTE AMADOS, JOYAS SEPARADAS PARA SU GLORIA, PIEDRAS PRECIOSAS SANTIFICADAS PARA SU HONRA. ESCOGIDOS Y ESCULPIDOS POR SUS MANOS PARA DARLE HONRA. TU Y YO SOMOS REAL SACERDOCIO, NACIÓN SANTA, LINAJE ESCOGIDO POR DIOS, PARA EXALTAR LAS VIRTUDES DE AQUEL QUE NOS LLAMO DE TINIEBLAS A SU LUZ ADMIRABLE!!! (1ra. de Pedro 2:9) ESO SOMOS TU Y YO. NO LO DIGO YO, LO DICE NUESTRO AMOROSO PADRE.
Por eso no permitas que nada ni nadie te haga dudar quién eres., y mucho menos que te haga desviar tu corazón hacia algo que realmente no vale la pena. Dice el Padre: “Dame hijo mío hoy tu corazón” (Proverbios 23:26). Pon tu corazón en Dios, El sí vale la pena.
DIOS TE BENDIGA.
Fuente: www.centraldesermones.com