¿Ha compartido alguien contigo un problema particular de su vida y tu tratas de pensar en alguna forma de ayudar?
Es normal hacerlo, ya que tu sientes un interés verdadero por esa persona y quieres ayudarla a suavizar el dolor que ha experimentado.
Pero a veces no puedes proponer una solución, así que le dices: “Desearía ayudarte, pero voy a orar por ello.”
Lo he hecho muchas veces. Pero, ¿qué estamos diciendo realmente cuando ofrecemos esa ayuda? La forma en que lo decimos pareciera expresar que la oración es el último recurso que existe. Oraré por ti.
En otras palabras, querría ayudarte, pero siendo que no puedo, oraré por ti”.
Desde luego que no significa que es la última cosa que se puede hacer.
Ofrecemos orar porque creemos que Dios puede ayudarnos aún cuando nosotros no podamos hacerlo. Sin embargo, me pregunto cuanto consuelo (y poder) podría unirse a nuestras intenciones si lo dijéramos de otra forma.
Por ejemplo, oraré para que Dios se acerque a ti y te dé el alivio en esta prueba. Quiero que sepas que estaré diciendo tu nombre cada día en mis oraciones y sé que ellas serán escuchadas porque Dios te ama y se preocupa de todo lo que te sucede.
Ejemplos
Sé que las personas sienten la diferencia cuando les ofrecemos orar por ellas no como algo casual, sino intencionalmente, como un compromiso de fe.
He aquí algunos ejemplos para utilizar el poder de la oración al ayudar a los demás:
1.Hágale saber a la persona que usted estará orando por ella y después ofrézcale orar juntos.
Recuerdo haber hecho eso por la bibliotecaria de nuestros hijos. Se estaba jubilando y la queríamos mucho. Nos estábamos despidiendo y ella nos confesaba cuánto extrañaría su biblioteca. Entonces me ofrecí para orar en ese momento.
Di gracias a Dios por su servicio y la influencia que ella causó en nuestros hijos, como también por la siguiente etapa en su vida. Me agradeció y me dijo que esa había sido lo más hermoso que alguien había hecho por ella. Fue algo muy natural para mí, pero mi acción tocó un lugar especial en su corazón.
Escuchar decir su nombre ante Dios puede ser un poderoso regalo para la persona por la cual uno ora.
2.Designe cierto momento para orar por esa persona o por su problema específico y dígale que lo está haciendo.
Recientemente, mi hijo escuchaba a una amiga compartir las luchas que estaba teniendo en la escuela y cómo aquellas situaciones difíciles le ocurrían a diario.
De modo que le preguntó a esa amiga si le ayudaría saber que alguien estaría orando cada día a las 8:10 de la mañana, justo cuando comenzaban las clases.
La chica apreció mucho esa idea y le dijo: “¡Sí! Imagina. ¿No te gustaría saber que alguien está orando por ti justo en el momento de tu gran necesidad?”
3.Averigua cómo le ha ido a esa persona.
Mucha gente escucha a alguien decirles: “Oraré por ti”. Pero si usted le dice: “He estado orando por ti y por tu situación. ¿Cómo te ha ido?”, entonces esa persona sabe realmente lo que significa que usted haya orado por ella y que usted cree sinceramente en lo que le está pidiendo a Dios. Además, ella también puede empezar a buscar las respuestas que Dios tiene para ella.
4.Créalo usted mismo.
No le diga a alguien que orará por él porque suena como algo noble de hacer. Ore por ellos creyendo que Dios está obrando en sus vidas y que usted es un instrumento de Su poder como un intercedor. Crea que sus oraciones en beneficio de sus amigos harán que Dios toque sus vidas en esa situación específica.