Dios esta en favor de la vida

Exodo 20:13

INTRODUCCIÓN

Una vez, un niño le preguntó a su papá: ¿Cómo empiezan las guerras? Su papá le respondió: Mira, la primera guerra mundial empezó cuando Alemania invadió a Bélgica. Inmediatamente el papá fue interrumpido por su esposa. “Dile al niño la verdad. Empezó porque alguien fue muerto”. El esposo se volteó con un aire de superioridad y le dijo: “A quién le hicieron la pregunta: a ti o a mí?” Molesta, la esposa salió enojada del cuarto y cerró la puerta lo más fuerte que pudo. Después de unos segundos, el niño dijo: “ No te preocupes, papi; ya no me tienes que decir más: ya sé cómo.” Nadie necesita que se le recuerde que los pasos de la violencia están ya presentes en nuestra sociedad yucateca. La reciente tragedia del diputado asesinado junto con su hijo y chofer ha hecho que esta realidad sea demasiado obvia. Lo que sucedió fue un ejemplo espantoso de lo que puede surgir del corazón del hombre.

Pensemos por un momento todas las veces que hemos visto y disfrutado asesinatos en la televisión y en las películas. Todos nosotros miramos cientos de asesinatos cada año. Pero alguien podría decir: Pero eso no es verdad. Son actores y nadie en realidad está siendo asesinado. Y es verdad. Pero aunque no estamos aquí para debatir sobre la violencia en la televisión, el punto es que la popularidad del homicidio es de alguna manera un reflejo de nuestra cultura. Y probablemente un reflejo de la condición humana en general. La humanidad siempre ha estado involucrada y fascinada con el hecho de matar. Desde el inicio de la vida del hombre han existido los asesinos. El primero que se registra es Caín, quien mató a su hermano Abel, ahí en el libro de Génesis. Pero podemos entender que antes de ello, Satanás, en forma de serpiente engañó a Eva y por tanto introdujo la muerte a toda la raza humana. Así que vemos en la acción de Satanás, su verdadera estrategia. Él está aquí para matar. La meta de él y la de todos aquellos que lo siguen es muerte y destrucción. Por el otro lado, Dios está a favor de la vida. Dios creó la vida. Él es el dador de la vida. Él nos da la vida temporal que gozamos aquí, y también es el que nos da la vida eterna que disfrutaremos para siempre. Dios está a favor de la vida, no a favor de la muerte. Él está en contra del asesinato. Esto lo encontramos claramente especificado en el mandamiento que consideraremos hoy: allí Dios le dice a su pueblo: No matarás. Sin embargo, una mejor traducción sería: No cometerás homicidio. Veamos cómo este mandamiento se aplica en relación con dos tipos de homicidios: el h. físico y el personal.

EL HOMICIDIO FÍSICO

Todos entendemos que este mandamiento significa que nadie debe matar a su prójimo. La prohibición del homicidio queda bien clara para todos. Pero al mismo tiempo es necesario reconocer y contestar algunas preguntas que inevitablemente surgen en relación con esta prohibición. Por efectos de tiempo, sólo los comentaré de manera general, aunque cada uno de ellos merece una atención más detallada. Mencionaré varios pasajes bíblicos para ofrecer un panorama a grandes rasgos.

1. Si Dios prohíbe matar y comer animales. Los vegetarianos dicen que sí, pero la Biblia dice que no. Gén 9:3. Sólo comer la sangre. El N.T. afirma que es lícito comer la carne de los animales y quitaba las restricciones que Dios puso bajo el antiguo pacto. Pablo hablaba de algunas personas que se oponían a esto en 1 Tim. 4.3-5

2. La pena capital (de muerte). ¿Es lícito este castigo en los países donde existe esta práctica? Gén. 9:5-6. Dos enseñanzas: la vida del hombre es sagrada porque el hombre es portador de la imagen de Dios. El mandato de castigar con la muerte no sólo a hombres que cometen homicidio, sino también a los animales. Vemos en este pasaje que Dios establece la pena de muerte para los homicidas. En esencia, estos versículos establecen la base de todo gobierno humano. La palabra “demandar” es un término judicial. Vemos aquí a Dios encargando a los seres humanos la responsabilidad de efectuar el juicio divino en los caos de homicidio. La autoridad establecida por Dios para llevar a cabo la pena de muerte incluye la autoridad para establecer las leyes y las normas que gobiernen las actividades humanas que puedan conducir al homicidio. Entonces, lo que tenemos aquí es la autoridad de Dios que ha sido delegada en la autoridad civil para hacer leyes para la protección y el bienestar de la sociedad en general, no sólo para el homicidio, sino también para actos como el robo, el adulterio y cosas semejantes que resultan en violencia. De modo que podemos concluir que la prohibición de Exo. 20:13 no se refiere a la pena de muerte. No se refiere a la pena capital que efectúan las autoridades, porque al ejecutar a los homicidas están cumpliendo un mandato de Dios. Es de notar que el N.T. mantiene en vigor la pena de muerte para el homicidio. Rom. 13:4; Hech. 25:10,11 Mat. 26:51-52

3. El homicidio involuntario o accidental. Veamos lo que dice la Biblia. Exo. 21:12,13; Deut. 19:2-7 El propósito de estas ciudades de refugio era doble: dar tiempo para calmar las pasiones (claro- en el caso de los familiares del muerto) y para que los testigos pudieran juzgar su caso y así quedara aclarada su inocencia, si así hubiera sido el caso. Para mayor detalle, ver. Núm. 35:10-34

4. El homicidio en defensa propia. Éxo. 22:2. la regla general es que el ladrón debe ser aprehendido para ser juzgado por las autoridades; pero hay casos excepcionales donde para defenderse, uno mata al ladrón o al asesino en defensa propia. En tal caso, no se le consideraba culpable de homicidio.

5. Matar en tiempos de guerra. Ya hemos comentado algo de esto en la cuestión de la autoridad y en Rom. 13. El gobierno está obligado y autorizado para proteger a los ciudadanos de su país. No importa si los malhechores son homicidas comunes, soldados de un ejército enemigo que viene a invadir el país para dañar y matar a otros ciudadanos de su país. El gobierno está autorizado por Dios para castigar a los criminales de este tipo. Esto nos puede ayudar a distinguir entre una guerra justa (la que ocurre en defensa propia, y es lícita) y una guerra injusta (la que ocurre por mera agresión y que es injusta).

6. Otra cuestión es el suicidio y el infanticidio o aborto. El suicidio es un acto de homicidio cometido en contra de uno mismo. En relación con el aborto, existen serias discusiones entre los mismos teólogos, pero a pesar de todo la Biblia declara que el bebé que vive en l matriz de su madre es un ser humano vivo aun antes de nacer. En el Salmo 139:13-16 David dice que Dios no sólo forma el cuerpo, sino también todas las características de la persona desde el momento de la concepción. Habla del embrión. De aquí que la Biblia considere el aborto como un homicidio.

En resumen, podemos decir que respecto del homicidio físico:

Este mandamiento prohíbe que matemos a menos que sea en defensa propia.

Cuando el gobierno ejecuta la pena de muerte no comete homicidio; sino que cumple con la justicia divina.

Si el gobierno no ejecuta a los criminales dignos de muerte, entonces se hace culpable de los crímenes subsiguientes que sean cometidos por ellos.

EL HOMICIDIO PERSONAL

Hay una forma más de matar a alguien. Veamos con atención. Un principio fundamental que debemos tomar en consideración es que las actitudes siempre van antes de las acciones. No somos robots, somos seres pensantes, seres humanos con voluntad y decisión. Por ello, nuestras actitudes e intenciones son la clave de nuestros actos. Es esta área donde encontramos el segundo tipo de homicidio: el homicidio personal.

La diferencia entre este tipo de homicidio y el físico es que uno trata del homicidio físico y el otro se refiere al intento de matar o terminar con el valor, la reputación, el nombre y la estima de otra persona. Ver Mat. 5:21-22. El error de los fariseos era que habían limitado el significado al mero acto físico. Sólo se fijaban en la letra. Sin embargo, Cristo amplía el delito para darle su verdadero significado. Jesús dijo que el mandamiento de no matar también significa “no aborrecerás” o “no odiarás” a tu prójimo. Juan dijo el que aborrece a su hermano es un homicida.

Así que este mandamiento no sólo prohíbe el homicidio físico, sino también las palabras, pensamientos y emociones que conducen a ello. El mandamiento incluye el enojo excesivo, el desprecio, el odio y aun las palabras que manifiestan deseos semejantes. Es muy posible y muy frecuente desear la muerte de alguien y en ese caso somos tan culpables como si lo hubiéramos matado en el sentido físico. Cristo habla de algunas circunstancias relacionadas con el homicidio personal que es tan grave como el físico.

El enojo excesivo, la ira y el coraje que son emociones explosivas, sin control y que ponen en evidencia la falta de dominio propio. No todo enojo es pecado, pero aquí Jesús habla de aquellos que se enojan deseando un mal hacia su prójimo. Lev. 19:18 prohíbe el guardar rencor y por lo tanto es un pecado. Entonces somos culpables de quebrantar este mandamiento cuando guardamos rencor, malicia y amargura, además de cuando chismeamos, calumniamos. En Gálatas 5 Dios dice que tanto los culpables de enemistades, contiendas, celos, ira, divisiones, etc, son tan culpables como los homicidas.

Las palabras abusivas. La palabra “raca” quiere decir vacío, sin valor, hueco, basura, estúpido. Esta palabra era usada para mostrar desprecio, para decir que la persona no valía nada. La palabra “fatuo” era tal vez más fuerte pues significa rebelde, apóstata o maldito. Esta palabra era usada para condenar a alguien al infierno. Cualquiera de nosotros podemos violar el sexto mandamiento cuando usamos palabras semejantes para comunicar nuestro odio, rencor, amargura y resentimiento. Así que al usarlas, según las palabras del Seor Jesús, se vuelven en una manera de matar a alguien. Estas palabras provienen de un corazón contaminado, pues de la abundancia del corazón habla la boca.

CONCLUSIÓN

Hay mucho más en el asesinato. Todos hemos cometido este pecado, así que debemos arrepentirnos de haber violado este mandamiento. La Biblia dice que no debemos conformarnos a los valores y creencias de este mundo. También dice que Dios conoce y mira nuestro corazón. Fil. 4 nos exhorta a mirar lo amable, lo de buen nombre en nuestro prójimo. Seamos cuidadosos en nuestro trato con los demás.

Contacte al Autor: felixramirez [arroba] yahoo.com Ministerio: Iglesia Bautista El Camino

Retener nuestras ofrendas y diezmos. Recordemos las filosas palabras de Malaquías 3:9-10

No usar nuestros dones espirituales. Dios nos ha dado dones para edificarnos los unos a los otros. Al no usarlos, estamos robando al Cuerpo de Cristo la edificación que Dios quiere.

No darle a Dios la Gloria por sus hechos en nuestras vidas y adueñarnos de su honra. Al menos, eso parece cuando no venimos a la adoración en la iglesia. 

Y la lista podría continuar: ¿Nunca ha regresado algún producto a una tienda y le dijo al dependiente que el artículo comprado vino descompuesto cuando en realidad Ud. fue quien lo descompuso? ¿O nunca le ha llamado Ud. a su jefe para decirle que estaba enfermo cuando en realidad no lo estaba? ¿Nunca se ha quedado con un cambio (vuelto) que el cajero le dio de más? ¿O no pagar una mercancía que no se la cobraron? Sí, ya sé que estos ejemplos parecen ser inofensivos y simples… y justificarnos diciendo que todo el mundo lo hace. Pero, ¿no son siempre actos de robo? Claro. Porque básicamente robar es tomar algo que no nos corresponde sea pequeño o grande. Un pastor sintetizó muy bien esto cuando dijo: Estamos hurtándole a Dios cuando no lo adoramos como deberíamos o cuando colocamos nuestros intereses antes que los suyos. Le hurtamos a Dios cuando dedicamos nuestro tiempo para gratificarnos personalmente y no compartimos con otros el evangelio de su gracia. Le hurtamos al patrón cuando no trabajamos como somos capaces de hacerlo o cuando nos tomamos descansos prolongados o cuando nos salimos antes de la hora correcta.

Como comerciantes, estamos hurtando cuando cobramos demasiado por nuestros productos o intentamos hacer un "negocio redondo" o nuestro "agosto" en un campo lucrativo. Hurtamos cuando vendemos un artículo de baja calidad como si fuera de mejor calidad. Les hurtamos a nuestros trabajadores cuando los hacemos trabajar en un ambiente laboral que perjudica su salud o cuando no les pagamos un salario digno que les permita una calidad de vida saludable y adecuada, como buscamos para nosotros mismos. Hurtamos cuando tomamos un préstamo y no lo pagamos en la fecha convenida o de plano no lo pagamos. Hurtamos cuando no administramos correctamente los recursos de otros. Nos robamos a nosotros mismos cuando malgastamos nuestros recursos como el tiempo, dinero y talentos. Estamos hurtando cuando egoístamente gozamos nuestros bienes materiales en excesos cuando otros llevan una existencia de extrema necesidad: sin alimento, ropa, medicina o vivienda.

II. EL MANDAMIENTO EN TÉRMINOS POSITIVOS: TRABAJAR PARA UNO MISMO Y PARA LOS DEMÁS

A. Como hemos visto, cada uno de los diez mandamientos presenta un lado negativo y uno positivo. Hagamos un rápido repaso:

Sólo Dios debe ocupar el centro de tu vida

Adora a Dios en formas que estén de acuerdo con lo que Él es.

Habla de Dios de tal manera que le honres

Aparta tiempo para la adoración a Dios

Habla y trata con respeto a tus padres

Respeta la vida

Guarda tus votos matrimoniales Miremos el otro lado de este mandamiento. El lado positivo está en Efesios 4:28 "El que hurtaba no hurte más, sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga que compartir con los que tienen necesidad. Notemos dos afirmaciones positivas aquí. A. Debemos trabajar El diseño de Dios es que vivamos una vida productivo. Dios quiere que trabajemos y que hagamos algo productivo. Tal vez su trabajo no sea un empleo (en donde le den un cheque de su sueldo, pero todos deberíamos hacer algo útil. En nuestros días es muy común oír de las cosas interactivas: juegos interactivos, televisión interactiva y aprendizaje interactivo. Interacción significa que somos llamados a contribuir con algo. Somos más que espectadores. Uno decide qué jugadores saldrán en la pantalla, uno participa en un concurso de TV, o participa en los ejercicios de aprendizaje. La persona que está trabajando está buscando construir una sociedad. La persona está contribuyendo. El que roba no construye. El que roba está tratando de tomar, cuando Dios quiere que contribuya. Dios quiere que disfrutemos el deleite de cumplir los compromisos, de los logros.

B. Debemos trabajar para poder compartir El deseo de Dios no es que trabajemos para que lo podamos acumular. Él quiere que trabajemos para que podamos darle una mano a los que están a nuestro alrededor. Dios nos bendice para que nosotros hagamos lo mismo y seamos de bendición para los demás. El lado positivo de este mandamiento es muy evidente. Si es nuestro deber evitar tomar lo que le pertenece a otro, también debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para hacer que los demás prosperen, ayudándoles a lograr todo su potencial. El Señor resumió esta enseñanza en la famosa Regla de Oro en Mat. 7:12: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. El punto es claro: Aquellos que pueden trabajar deberíamos estar dispuestos a compartir con aquellos que están en necesidad. ¿Puede ver la diferente mentalidad que los cristianos debemos tener frente al resto del mundo? Debemos ser personas que usemos lo que tenemos de manera diferente. Debemos trabajar y trabajar duro para poder ser de testimonio y de bendición a los que nos rodean. Debemos trabajar para enriquecer las vidas de los que están en contacto con nosotros. a nuestri alrededor. Trabajamos y ahorramos no para jubilarnos temprano, sino para ayudar a aliviar el sufrimiento que nos rodea.

C. Algunos lineamientos respecto al 8o. mandamiento • Si lo arrestan o multan por lo que está haciendo… es robo.

Si está hacienda algo que no quiere que otro se entere … es robo.

Si Ud. Se molesta por algo que alguien le está hacienda a Ud. … es robo.

Si Ud. Se pasa justificando su comportamiento … muy probablemente es robo.

CONCLUSIONES

De nuevo estamos frente al gran asunto de que necesitamos ser perdonados. Si Ud. Acepta que ha violado este mandamiento hay dos cosas que debe hacer Primero, debe acudir a la cruz. Ud. Necesita desesperadamente la gracia de Dios. Acérquese honesta y humildemente para recibir el perdón de Dios. Segundo, Ud. Debe restituir lo robado hasta donde sea posible. Es decir, si ud. ha robado algo, debe reponerlo o devolverlo. Es algo fácil de hacer, aunque riesgoso, pero recuerde que es lo correcto. Tercero, hay que hacer algunas cosas positivas:

Entréguese a trabajar honestamente.

Combata el egoísmo buscando hacer cosas en favor de los demás. Pude ser abrir la puerta a los otros, llevarle comida a alguien necesitado, ofreciéndose a llevar a otros. En fin, se trata de trabajar concientemente a favor de los demás.

Sea generoso al ofrendar.

Ahorre para compartir lo que tenga. Conviértase en un dador, más que un receptor.

Nunca olvide que Ud. representa al Señor en todo lo que hace. La gente está observando cómo llevamos nuestra vida. Están mirando cómo le hacemos con las pequeñas cosas. Están buscando algo que les compruebe que nuestra integridad es sólo superficial. Esforcémonos en representar correctamente al Señor. Somos imagen de él.

Fuente: www.centraldesermones.com