El esposo de Abigail no quiso darle comida cuando David se la pidió. Este dijo: “Quién es éste para que yo coja de lo mío y le dé”… No podemos menospreciar al ungido de Dios.
1 Samuel 26:9
Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?
En este capítulo uno de los soldados de David quiso matar a Saúl, pues éste perseguía a David constantemente. Pero David lo reprendió y le dijo: “Quién levantará su mano contra el ungido de Jehová”. El Rey David tenía una pureza tan profunda, una humildad tan envidiable, que
no era capaz de darle las espaldas ni un momento a la Presencia de Dios. Dios nos inspira a que tengamos en mucha estima a los que nos presiden en las purificaciones.
De las heridas en la cruz que le hicieron a Cristo; en su cabeza, en sus manos y en su costado son las que debemos dejar que nos traspasen con la Palabra para ser transformados.
Salmo 103. Aquí habla sobre los ungimientos.
Cuando Dios hace cosas a lo grande, los que están a la altura responden con excelencia de servicio. Si no se está a la altura, lo que hay es una respuesta bajo intereses.
Jesús siempre está, sea cual sea la situación; la pobreza, el dolor, la desesperación de los justos siempre tiene por compañero, a Jesús el Santo.
No podemos tener a ningún hermano como inferior a nosotros.
El protocolo de Dios si dice en qué lugar está cada ungido.
Salmo 28:8
Jehová es la fortaleza de su pueblo, Y el refugio salvador de su ungido.
Jesús es el refugio salvador de su ungido. ¿Quiénes son los ungidos? Son los que están más cerca de Dios.
1 Samuel 2:10/35
Cristo como Mesías es el Ungido. Hay palabras exclusivas de Cristo; son mesiánicas.
Elisabeth, pariente de María, levantó una exaltación en la que reconocía la elección que Dios había hecho. No hay muchas personas que tengan éste discernimiento.
Dios se busca ungidos que están siempre dispuestos. Esto no se puede entender por los demás.
Dios quiere que seamos conforme a su corazón. Él sabe quiénes son suyos. Un verdadero padre es el que da la cara por sus hijos. Si discernimos que alguien busca en nosotros esa comprensión, ese trato amigable, no lo debemos rechazar.
Debemos procurar ser gratos, porque el agrado de Dios es lo más importante.
Cuando Él se busca a alguien que le proporcione olor grato hace que permanezca con Él hasta el final.
El Rey David vivía en una casa grande y los que pertenecían a sus contornos anhelaban poder entrar a la casa del Rey aunque fuese solo para hacer un servicio.
El hombre que quede en pie durante el servicio de su vida, al reino, al trono de su presencia, éste será afectado por la influencia del Pastor.
1 Samuel 9:16
Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.
Si el pueblo clama, Dios bendice al ministerio y éste ministra el poder al pueblo, otra vez.
Salmo 23:5
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Donde más necesitamos la unción, es en nuestra cabeza, pues en ella tienen lugar los peores conflictos.
Si el Pastor habla y emplea ungimientos en la reunión, vienen purificaciones a nuestra alma.
Lucas 4:18
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
Jesús fue y es el Ungido del Padre.
Aunque lloremos con mucho sentimiento no quiere decir que estemos dentro del ungimiento, sino que los que viven en la fe, son ungidos por la Palabra.
2 Corintios. En el Espíritu no hay apariencia, todo es original del Reino.