Un autentico nacionalista

Nehemías 1:1-11

Introducción

Era la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando un hombre llamado Juan Aldama llegó al poblado de Dolores buscando al sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, párroco de dicho pueblo, al encontrarlo le informa que sus planes de independizarse de la corona española habían sido descubiertos, ni tardo ni perezoso busca un estandarte con la imagen de la virgen de Guadalupe y después manda hacer sonar las campanas para llamar al pueblo y “organizarlo” para luchar por la libertad. Bajo el grito de: ¡Viva la independencia! ¡Viva América! ¡Muera el mal gobierno! 300 hombres mal entrenados y mal armados dan inicio la tan conocida batalla de independencia mexicana. Esta es a grandes rasgos la historia que de manera oficial se nos enseña en las escuelas y a través de diferentes medios de comunicación con el propósito de que no olvidemos que en algún tiempo fuimos un pueblo esclavo y que hubo quienes se sacrificaron por darnos libertad.

A estos personajes se le ha llamado héroes, y en algún sentido lo son, aunque tenemos que reconocer que los llamados héroes de la independencia no poseían una motivación adecuada, es más nos podríamos atrever a decir que sus verdaderas intenciones no eran beneficiar a los pobladores nativos de estas tierras. Sino más bien el padre de la patria quien era hijo de españoles, pero nacido en Pénjamo Guanajuato, formaba parte de un grupo social de esos tiempos conocido como “criollo” mote de reflejaba el menosprecio de la clase española por aquellos que nacían en la Nueva España. Los “criollos” no disfrutaban de todos los beneficios al igual que los españoles de pura cepa, sino que eran discriminados, eran considerados ciudadanos de segunda calidad, un poco por arriba que los indígenas esclavos. Esto creaba descontento y recelo entre los criollos como Don Miguel Hidalgo y Costilla, quien desde muy joven desarrollo un carácter revolucionario y beligerante. Por esos años Francia empezó a dominar poco a poco a las naciones que le rodeaban entre las que se contaban España. Una de las muestras de esto que Napoleón nombra un pariente suyo de nombre Juan Bonaparte (quien por cierto era alcohólico) como encargado oficial de España. Esto no fue bien visto por los españoles y desde luego que por los criollos en la Nueva España tampoco, pues esto representaría bajar aún más en la escala social de lo que ya estaba. Esos fueron poderoso motivos que invadieron a Miguel Hidalgo y su amigo Ignacio Allende a planear independizarse de España, utilizando como carne de cañón a los indígenas mexicanos; por eso utiliza el estandarte con la imagen para convencerlo de que su lucha contaba con el respaldo de Dios. Y todo le funciono muy bien, pues después del grito del 16 de septiembre la guerra ya no podía detenerla nadie. Sin embargo a pesar de no poseer las motivaciones más correctas hasta nuestros días este evento se sigue recordando y hasta celebrando con banderas y adornos con los colores rojo, banco y verde; además de que sobresaltamos todo lo mexicano como la música, la comida, sus trajes típicos y desde luego sus héroes.

En lo particular, lo cuestionable de esto no es celebrar que tenemos libertad, ni muchos menos pretender ser el aguafiestas; sino tiene que ver con que nuestra independencia no fue fundada en el más puro nacionalismo; es decir no fue por los motivos más puros y correctos; no fueron movidos por las necesidades de los habitantes de estas tierras, no fueron movidos por el dolor de aquellos que lo habían perdido todo, tampoco fue el amor a los esclavos que soportaban horas incansables de arduo trabajo; no lucharon porque amaran incondicionalmente esta tierra y a su gente, sino por sus puros y egoístas intereses. Ahora, usted se preguntará ¿Qué importancia tiene ahora, si después de todo nos hemos beneficiado? Si, eso es verdad, pero sigo creyendo que lo que mal empieza, mal continúa y mal acaba; y digo esto porque aunque durante este mes se exagera el amor a la patria, tampoco podríamos hablar que es una expresión pura y honesta de un nacionalismo verdadero: Para poder entender un poco más déjeme explicar que esto de nacionalismo; no, no vamos ha hablar de política aunque el término se presta y tiene un origen y uso político, sino más bien quiero que entendamos el nacionalismo como un sentimiento de pertenecía profundo a la nación misma (patria) pero que va más allá de la simple emoción pues incorpora la acción, para hacerle un bien a su país. Eso es ser nacionalista.

Pero tenemos que admitir que aunque nos han vendido la errónea idea de que estos personajes fueron héroes y que dieron todo por nuestra libertad, también hay que reconocer que nuestras expresiones mexicanas en estas fechas tampoco son un reflejo autentico de amor a este país en el que Dios nos puso y dio como bendición. Nos contentamos con izar una bandera en nuestras casa, colocar papel picado a manera de festones en las fachadas, cocinamos y degustamos pozole, quesadillas y elotes, entonamos canciones al son del mariachi, pero en realidad eso no nos convierte en verdaderos amantes de nuestra nación como lo fue Nehemías, este varón de Dios que nos muestra en este día que amar a su país, a su gente, a los suyos es muchos más que vestirse autóctonamente, comer platillos típicos y vestirse con la bandera de su país. Hoy le quiero invitar a que juntos descubramos en Nehemías que significa amar a su nación auténticamente, verdaderamente, tal como quiere Dios que la amemos. Adentrémonos pues en el estudio de estos versículos y descubramos la voluntad de Dios para nosotros en relación al país en donde él nos ha puesto para bendición.

I. Tiene un profundo interés por su nación (v. 2) “…y les pregunté por los judíos, que habían quedado de la cautividad…”

Es el año 445 a. C. justamente en el mes de Quisleu (noviembre-diciembre), en el año veinte del reinado del Artajerjes II, cuando este personaje Nehemías, varón judío muy probablemente de la tribu de Judá, recibe una visita muy especial (v. 1) Se trata de un familiar, de su hermano Hanani, quien aprovecha un tiempo para visitar a Nehemías quien vivía en Susa, Elam, capital invernal de los reyes de Persia (v. 2). Están por terminar los 70 años de cautividad del pueblo de Dios, han pasado 70 largos años desde que Dios apartó su mano de protección y permitió que lo babilonios sitiarán y conquistarán Jerusalén y se llevasen cautivos a los príncipes, gobernantes, sacerdotes y gente importante de Judá. Dejando una estela de dolor, muerte y destrucción para el pueblo de Dios. Han pasado 70 años en los cuales los judíos sobrevivientes han pasado muchas cosas; una de ellas es que el imperio babilónico, el que los había conquistado, ahora había sido derrotado por los asirios y por lo tanto la vida de muchos judíos en el exilio ha cambiado para bien. Nehemías se encuentra en este caso, es un hombre judío y ha hecho su vida entre los nobles de asiria, tiene un buen empleo de alto honor y responsabilidad (v. 11); pero un día su familiar Hanani viene y en medio de la convivencia a Nehemías le surge una inquietud, una inquietud que le mueve a preguntarle a Hanani “

¿Cuál es la situación de los judíos que quedaron en Jerusalén al momento en el que los babilonios los desterraron? ¿Qué han hecho desde entonces? ¿A que se dedican? Porque no todos los judíos fueron llevados cautivos, sino que quedo un remanente pequeño. El texto nos dice literalmente Nehemías “…les pregunte por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén” (v. 2) Desde luego que Nehemías no era un anciano, pero de algún modo él estaba enterado de todo, muy seguramente había nacido fuera de Jerusalén, fuera de su tierra, pero sabía sus orígenes, conocía su historia, no se sentía asirio, sino que sabia y se sentía judío, perteneciente a la tribu de Judá. Nehemías tenía un profundo, un gran interés por su pueblo, por su gente, note ustedes que pregunta por lo aquellos que se habían quedado, por aquellos que habían escapado, pero también pregunta por la ciudad santa de Jerusalén. Hermanos, amigos a eso yo llamo nacionalismo puro, pues a pesar de haber nacido fuera de su país, no lo conocía, solo de oídas, a través de los relatos de su padres o abuelos, pero Nehemías estaba enamorado de su nación. Tal era el amor por su patria que cuando tiene la oportunidad de saber más de ella, pregunta ¿Cuáles con las condiciones en las que esta? Le gustaba estar enterado de su país, pero sobre todo de sus co-nacionales. Es Job quien dice: “…y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia” (Job 29: 16) pero Nehemías no lo hacía por acrecentar su cultura, sino por que amaba su país, ya la gente de ese país.

Cuantas veces no vemos o sabemos de personas que saliendo de su país lo hace huyendo y queriendo borrar su origen, o hablando mal de él, pero sus rasgos étnicos los traicionan. Sé que como nación no somos la mejor, pero podríamos serlo; pero desde luego que descalificarla no ayuda a eso, es triste pero una vez que cruzamos el charco y regresamos venimos fascinados por lo que otras naciones han logrado; es cierto hay países y culturas más avanzadas que la nuestras, pero esos comentarios no ayudan en nada. Y esto también es para lo que siempre hemos estado aquí, demostramos en cada cosa que hacemos y en cada labor que realizamos que nos interesa esta nación. Nehemías estaba interesado, Nehemías quería saber más; pero ¿y nosotros? ¿Conocemos la condición de nuestro pueblo? ¿Hacemos las cosas solo por nosotros o para beneficiar a todos? ¿Sabe usted que cuando alguien se roba la luz o las tapas de las coladeras o los cables para venderlos y ayudarse, perjudica a todos los demás? ¿Sabe que cuando compramos y distribuimos productos piratas, robados, estamos dañando la ya de por si dañada economía de nuestro país? ¿Sabe que cuando hacemos los trabajos al aventón, de mala calidad, al ahí se va perjudicamos? ¿Reconoce que cuando destruimos o no cuidamos nuestros parques, calles y avenidas, le estamos dando en la torre al país? ¿Nos interesa nuestra nación? O solamente nos contentamos con vestirnos de charro y echar cuetes y creer que eso es ser un buen mexicano. Nehemías era un buen judío, no solo porque cumplía son sus normas sociales, culturales o religiosas, sino porque demostraba su nacionalismo, su amor a su país cuando se muestra interés por él. Nehemías vivía muy bien en Susa, en Asiria, no tenia ninguna necesidad de preocuparse por Jerusalén y su gente, pero él nos enseña a que el verdadero amor a una nación no solo esta en recordar las victorias, sino en trabajar cada día con verdadero interés por que su país siga siendo victorioso.

II. Siente una profunda empatía por los suyos (v. 4) “…me senté y lloré, e hice duelo…”

Pero Nehemías no solo se interesaba por su país, sino además se identificaba con ellos; a eso los expertos lo llaman “Empatia”. Este termino significa la habilidad de entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, en pocas palabras es “ponerse en los zapatos de los demás” para poder ayudarlos. Nehemías pregunta por los de su nación y por la ciudad santa de Jerusalén (v. 2) Y Hanani le responde: “El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta…” (v. 3) noten ustedes que no solo están mal, sino que “muy mal”, después le dicen cual es la condición de la ciudad “…el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego” (v. 3). Los judíos en Jerusalén se las estaban viendo realmente mal, no se nos dan más detalles, solo que su situación es “muy mala” y que viven en afrenta, otros sinónimos son oprobio, deshonra y vergüenza. Los habitantes vivían en malas condiciones, tal era su situación que era un vergüenza, un afrenta para ellos mismos y para Dios. En tanto la ciudad no estaba protegida, pues sus muros, los que la delimitaban y protegían eran puras ruinas, además de que las puertas estaban totalmente quemadas. Tal vez muchos de nosotros no podemos imaginarnos la escena, pero para Nehemías esta breve descripción fue suficiente como para reaccionar de la siguiente forma: “Cuando oí estas palabras me senté…” (v. 4) La impresión debió ser muy fuerte, como para no poder sostenerse en pie, se sintió devastado, después dice: “…y lloré, e hice duelo por algunos días…” (v. 4) Nehemías estaba en shock, no podía creer los que sus oídos escuchaban acerca de los suyos, de los de su nación, e inmediatamente paso de la confusión al llanto.

Hace un momento mencionaba, que lo más seguro es que Nehemías no hubiera nacido directamente en Palestina, también decía que los más probables es que tampoco conociera esas tierras, y desde luego a sus habitantes. Pero de algún modo sabía sus raíces, y se sentía orgulloso de ellas, le interesaba, y su interés lo llevaba a conocer más y más de su pueblo, pero ahora había llegado el tiempo de saber más acerca de la realidad de su nación. Y tremenda noticia le fue dada, al punto de sentirse profundamente tocado por la situación de sus coterráneos israelitas. Hermanos, amigos eso es empatía y por lo tanto eso es nacionalismo puro. Pero Nehemías no solo lloro como algunos saben hacerlo, sino dice que durante varios días se mantuvo en duelo, y el duelo entre los hebreos era muy particular, pues consistía de varias expresiones dolorosas. En primer lugar cambiaban sus ropas delicadas por ropas de telas ásperas y de aspecto tosco (Jl. 1:8), descuidaban su aspecto personal y su higiene con la idea de ocuparse únicamente de dolerse (2º Sam. 19: 24) Algunos rompían sus mantos y se rasuraban la cabeza (Job. 16: 15), se abstenían de usar adornos u objetos que los embellecieran (Ex. 33: 4), se golpeaban el pecho (Is. 32: 12), y por último lloraban en voz alta (Jl. 1: 8, 13) No pretendo decir que esto era un regla para todos, pero si era una forma muy particular en la que los hebreos manifestaban un profundo dolor. Nehemías estaba sintiendo en su propio corazón las dolencias de los suyos, los de su país. Al principio de esto mencionaba una definición muy básica de empatía; que es muy diferente a simpatía, este última es solo sentirse atraído a algo vistoso o bonito, pero la empatía es identificarse aún con la miseria humana, y Nehemías eso sentía por los suyos.

¿Qué siente usted cuando ve las desgracia de otros en este país? ¿Indiferencia? O ¿tristeza? En este país hay 60 millones de pobres, y muy pocos hacen algo por ellos. En este país 8 de cada 10 mujeres son maltratadas en sus hogares, trabajos y parejas. En este país el índice de desempleo es el más alto de todos los tiempos. En este país la edad promedio para iniciarse en el mundo de las adicciones es a los 14 años. En este país aumenta día con día en número de casos de personas con SIDA. En este país más del 87 e sus habitantes han sido engañados con respecto a su destino en la eternidad. En este país existen redes muy organizadas de adultos que abusan de niños de bajos recursos. En este país los secuestros se han convertido en el pan nuestro de cada día. En este país estamos ustedes y yo, conocedores de Jesús y no estamos haciendo mucho por los nuestros. Estamos encerrados en nuestras paredes peleando y contentándonos con nuestra falsa piedad cantándole a Jesús: “Y reflejar al mundo tu amor” De perdida hagamos esto en nuestra nación. Es de inspiración la vida de aquellos que se internan, se adentran en los más diferentes lugares de este país y llevan la poderosa palabra de Dios; es inspirador ver a aquellos que hacen más que sólo ver las noticias y asustarse de lo horrible que están las cosas. Nehemías no tenía televisión, periódico o Internet pero si supo la condición de los suyos y de su ciudad y lloró por ellos al punto de buscar al Dios de los cielos, su Dios.

III. Demuestra una acción profunda por sus problemas (v. 4) “…y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”

Pero Nehemías no solo lloró e hizo duelo por varios días. Sino que además tomo una decisión; Nehemías era un hombre de acción: “…y ayuné y oré delante del Dios de los cielos” (v. 4) La primera cosa que hizo fue ayunar, es decir dejo de lado el placer de comer y dedicaba ese tiempo a interceder por su nación. Hay quienes no creen en ayuno, y también hay quienes creen en el ayuno, pero ambos lo han entendido mal; Ayunar no solo es dejar de comer por dejar de comer, tampoco tiene que ver con mortificar las carnes absteniéndose de los alimentos, no se trata de un sacrificio que añada gracia o tuerza el brazo de Dios; es un acto espiritual en el que uno deja de lado lo carnal para ocuparse de lo espiritual. Es decir dejar de comer simboliza que estamos dejando de lado lo terrenal, para alimentarnos única y exclusivamente de lo espiritual que es estar en las misma presencia de Dios; es tener comunión íntima con nuestro Dios. ¿No creen que vale la pena dejar por un momento de lado lo de este mundo por unirnos en una comunión íntima con Jesús?

Yo creo que lo vale. En segundo lugar Nehemías oró al Dios de los cielos (v. 4) Esta es una de las oraciones más hermosas que la Biblia registra, pero también es un modelo extraordinario de oración de la cual debemos resaltar varios elementos importantes que podemos poner en practica a favor de nuestra nación. En primer lugar encontramos elementos de adoración: “… Jehová, Dios de los cielos, fuerte grande y temible, que guardas el pacto y la misericordia…” (v. 5) vemos el reconocimiento de aquel que puede ayudar a aquellos que están en desgracia. El segundo elemento que encontramos es una petición valida: “Esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo…” (v. 6) Nehemías le pide a Dios que lo escuche, que no lo deseche. En tercer lugar declara el motivo de su oración: interceder por su pueblo, los hebreos: “…la oración… que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos…” (v. 6) Lo menos que podemos hacer por nuestra nación es ponerla de continúo en manos de nuestro Dios a través de la oración efectiva de poder de nosotros los cristianos. Un cuarto elemento es la confesión de pecados, aquí es importante notar que Nehemías confiesa el pecado del pueblo, pero además se involucra él también: “…confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometidos contra ti…” (v. 6) en la NVI de la Biblia lo siguiente lo dice así: “Confieso que los Israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti” (v. 6 NVI)

Alguna vez había pensado en que lo que ocurre en nuestro México es fruto de nuestra desobediencia a Dios, Si, aunque muchos no conozcan los mandamientos de Dios, eso no los exime de las consecuencias de romperlos o violarlos “…nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos…” (v. 7); pero además había pensado que usted, que yo, que todos debemos incluirnos en esta confesión; si debemos hacernos a los demás para que Dios nos escuche. Nehemías utiliza la Palabra de Dios para apelar a su bondad “Si vosotros pecaréis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardares mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre” (v. 9) esta citando a Moisés en Dt. 28: 63- 67, es allí en donde vemos la respuesta de Dios, pues el remedio a la nación de Nehemías era que volvieran sus ojos al Dios de los cielos y Él promete restaurarlos completamente. Tal vez usted piense que orar no es mucho, pero cuando se hace de la manera en la que nos enseña Nehemías, créame podemos llevarnos tremendas sorpresas. Más adelante la historia nos enseña que Nehemías no solo intercedió en oración por su pueblo, sino que además puso en su corazón dejar momentáneamente la comodidad de su vida prospera y hecha para ir en acción a ayudar a los suyos; y hermanos eso es verdadero nacionalismo.

Desafío

Emiliano Zapata, fue otro héroe pero de nuestra revolución mexicana, en el año de 1910; pero usted sabía que su lema tierra y libertad, al principio o más bien en lo más claro de su mente no estaba destinada a todos los demás. Don Emiliano Zapata no tenía mucho interés por que los demás tuvieran tierra y libertad, a él solo le interesaba su tierra y su libertad; pues al parecer sus tierras le habían sido robadas por hacendados porfirizas no respetando los títulos de propiedad emitidos por la corona española que lo acreditaban como dueño de esas tierras. Por esos motivos se unió al movimiento revolucionario, para poder llevar acabo sus planes y sus propósitos; pero nunca tuvo en mente ayudar a los demás.

Cuantas decepciones nos hemos llevado hoy; pero también encontramos motivos poderosos para poder celebrar y para podernos en verdaderos nacionalistas, en verdaderos amantes de nuestra tierra, de nuestra patria, de nuestra nación, de nuestro pueblo; aprendamos de Nehemías a interesarnos profundamente y en verdad por México, desarrollemos empatía, identifiquémonos con aquellos que más lo necesitan y por último actuemos a favor de nuestra patria, empecemos orando, como lo hizo Nehemías, hagámoslo en el poderoso Jesús. Y celebremos con justicia a este país que Dios nos dio llevarlo a sus pies y todos le conozcan y alaben. Amén.

Contacte al Autor: geraglezcruz [arroba] aol.com Ministerio: Iglesia Bautista Dios es Amor

Fuente: www.centraldesermones.com