Una tercera alternativa

por John Stott

El equilibrio en la vocación de ser iglesia es lo que le permite a esta impactar a la comunidad.

Han sido diversos los caminos que ha recorrido la iglesia para compartir con otros su fe. La evangelización personal se convirtió en uno de esos caminos desde el momento en que Jesús habló con aquella mujer en el pozo de Samaria (Jn 4) y Felipe se sentó con el etíope en el carro de este (Hch 8).

 

Compartir el evangelio con las masas ha sido también un medio que Dios ha usado a lo largo de los siglos para bendecir a muchos. Jesús mismo, en Galilea, compartió a multitudes las buenas nuevas del Reino. El apóstol Pablo ocasionalmente predicó a concurrencias bastante nutridas, como en el caso de los paganos en Listra o a los filósofos en Atenas.

 

No obstante, el medio más eficaz para compartir el evangelio sigue siendo el que se desarrolla desde la congregación local. Existen dos razones principales por esto: En primer lugar, Pedro declara (1Pe 2.9–10) que la iglesia es «real sacerdocio», llamada a ofrecer sacrificios espirituales a Dios (que es adoración), y «nación santa», llamada a compartir por doquier las alabanzas del Señor (que es testimonio). Estas responsabilidades recaen sobre toda congregación local, porque se aplican a la Iglesia en su totalidad.

 

La segunda razón es de carácter estratégico. Cada congregación se encuentra ubicada en un barrio en particular. Su primera misión debe ser, entonces, hacia aquellos que más cerca están de ella. La congregación está ubicada de manera estratégica entre esas personas precisamente para lograr que el desarrollo cotidiano de la vida espiritual de sus miembros las impacte.

 

Si la congregación local va a cumplir con su vocación, no obstante, debe cumplir con cuatro condiciones. Debe descubrir su identidad, debe lograr buena organización, debe expresar el mensaje que se le ha confiado, y debe ser fiel a la vida que posee.

 

En esta página veremos solo el camino para descubrir su identidad. Muchas congregaciones están enfermas porque carecen de una sana identidad propia. No han logrado entender quiénes son (identidad), ni tampoco a qué han sido llamados (vocación).

 

Identificar la imágenes falsas

Hoy, existen al menos dos falsas imágenes de la iglesia. La primera ve la iglesia como una especie de club religioso (cristianismo introvertido). Según esta perspectiva, la iglesia local se asemeja a un club de deportes, cuyos miembros están interesados en Dios en lugar del deporte. Se ven como un grupo de personas que disfrutan vivir juntas ciertas experiencias religiosas. Todos sus esfuerzos y recursos los han volcado para que esas vivencias sean cada vez más satisfactorias y agradables.

 

En el otro extremo, la imagen que nos encontramos es la misión secular (cristianismo sin religión). Frustrados ante la obsesión de la iglesia consigo misma, este grupo de personas decidió reinterpretar el evangelio como un llamado enfocado exclusivamente a hacer bien al prójimo. No están dispuestos a perder tiempo en reuniones, porque su misión es buscar la forma de hacer bien a la máxima cantidad de personas posible.

 

Conocer la imagen sana

Existe una tercera forma de entender la Iglesia, la cual consigue combinar estos dos extremos. Esta perspectiva reconoce que recibimos un llamado a adorar a Dios y servir a nuestro prójimo. Yo la llamo la doble identidad de la Iglesia (cristianismo encarnado). Por doble identidad me refiero al hecho de que Dios llama a la Iglesia a salir del mundo, para adorarlo a él, y luego la envía de vuelta al mundo para que testifique y sirva. De hecho, estas son las dos marcas distintivas de una congregación saludable. En el primer paso, la Iglesia cumple con su vocación de ser santa. En el segundo, la Iglesia obedece su vocación de ser apostólica (enviada).

 

Obedecer su doble vocación

Cristo es el modelo perfecto de esta vocación, a la que llamo «santa mundanalidad». Cuando tomó forma de hombre, anduvo entre nosotros y asumió todas las fragilidades y pequeñeces propias del ser humano. Se expuso a las mismas tentaciones que nosotros y padeció las mismas aflicciones. No obstante, en medio de esa plena humanidad, en ningún momento sacrificó ni negoció su identidad como Hijo de Dios. En medio de una humanidad caída, logró mantenerse sin mancha, viviendo una santidad práctica que impactaba a los que lo rodeaban.

 

A lo largo de la historia, la Iglesia ha oscilado entre estos dos extremos. En ocasiones se ha retirado del mundo, y se ha encerrado dentro de sus cuatro paredes. En otras, se ha afanado tanto por acercarse al mundo que ha acabado perdiendo su identidad distintiva. La misión, bien entendida, es un llamado a vivir en profunda santidad en medio de un mundo que necesita con desesperación vivir en contacto con la iglesia. Si nuestra santidad nos lleva a mantenernos al margen del mundo, entonces habremos perdido nuestra razón de ser.

 

Recuperar el patrón bíblico

Las estructuras estáticas, inflexibles y egocéntricas que caracterizan a muchas congregaciones son heréticas, porque han perdido de vista que la Iglesia no existe para sí misma, sino para otros. Su llamado no es a que otros vengan a ella, para recibir lo que ofrece, sino que ella se acerque a sus vecinos, para ofrecer lo que ellos aún no saben lo que buscan.

 

Resulta evidente que para concretar este impacto urge trabajar de otra manera la vida congregacional típica. En muchas congregaciones se mantiene ocupados a los miembros con un interminable programa de reuniones. En algunos casos las reuniones se efectúan cada noche de la semana. Pareciera que el propósito de tanta actividad es evitar que los miembros se involucren en otras actividades que les resultarían dañinas.

 

Si la gente está siempre dentro del edificio donde transcurre la vida de la congregación, pierde la oportunidad de que los envíen a los lugares de trabajo, a sus vecinos y parientes, para proclamar en esos espacios las buenas nuevas de Cristo. A esta clase de congregación, le resultaría más productivo reducir las reuniones y recuperar el patrón bíblico en el que el pueblo se reúne para adorar, y luego sale a bendecir.

 

Sondear su relevancia en la comunidad

En mi opinión, para recuperar este elemento práctico de su identidad, es vital que la Iglesia periódicamente lleve adelante un sondeo(1) para evaluar cuán efectiva es en impactar a la comunidad en la que está inserta. Este sondeo perseguiría dos objetivos: Determinar cuán eficaces son las estructuras y los programas de la iglesia para con los de afuera y conocer el perfil de la comunidad en que se encuentra, a fin de adecuar los proyectos existentes de la congregación. 

 

(1)Este sondeo debe identificar quiénes son las personas que viven en el barrio de la congregación, su nacionalidad, cultura, estructura familiar, edad y necesidades primordiales. Debe buscar comprender cómo se desarrolla la vida cotidiana de la gente del barrio, identificando las instituciones que existen en la zona y los servicios que presta el municipio a favor de los residentes. A medida que emerge un perfil más claro de cómo son los vecinos del barrio, la iglesia entenderá mejor de qué manera puede modificar sus actuales programas o crear nuevos proyectos de servicio que sirvan como nexos con la comunidad.

 

Un sondeo de la congregación ayudará a entender la realidad de los miembros. Permitirá saber si están tan ocupados atendiendo reuniones que no les queda tiempo para bendecir a la comunidad. Servirá para saber si las reuniones se orientan exclusivamente hacia los creyentes, o si los de afuera pueden sentirse cómodos en los encuentros de la Iglesia. Ayudará a ver el edificio a través de los ojos de quienes no son de la congregación, para saber si es amigable y despierta interés o agrado o si es intimidante. Cada uno de estos elementos sirve para que la congregación recuerde que Dios la ha llamado a vivir con esta doble vocación: momentos en que sale del mundo, y momentos en el que regresa al mundo para bendecir.

  

Preguntas para estudiar el texto en grupo

 

1.     Según el autor, ¿porqué la evangelización es más eficaz cuando se desarrolla desde la congregación?

2.     ¿Qué pasos debería seguir la iglesia para descubrir su identidad?

3.     Luego de seguir el proceso que recomienda el autor, ¿cuál diría que es la identidad de su iglesia?(1) Investigación de la opinión de una colectividad acerca de un asunto mediante encuestas realizadas en pequeñas muestras, que se juzgan representativas del conjunto a que pertenecen.

Se adaptó del libro The Living Church, IVP Books, 2008. Todos los derechos reservados.