Los dejados atrás: Cómo ayudar a niños afectados por la migración

por Carlos Pinto

Cómo ayudar a niños afectados por la migración.

Se entiende por migración al desplazamiento de toda la familia, los padres o de uno de sus miembros fuera de su país de origen, para establecer allí residencia en forma temporal o definitiva. La migración provoca que los miembros de la familia que se trasladan y aquellos que se quedan enfrenten la oportunidad de iniciar una vida con mejores posibilidades. Pero también, en otros casos, enfrentan situaciones de altos niveles de estrés y pérdidas. En ambas situaciones, sea que la familia prospere socioeconómicamente o que enfrente un declive o pérdida, los niños, niñas y adolescentes resultan afectados por los cambios. 

 

Secuelas negativas

La migración perjudica a los niños cuando ven partir a uno —o a los dos— de sus padres, pues los obliga a integrarse en un nuevo sistema familiar. Es muy común que los niños queden a cargo de los abuelos, tíos o hermanos mayores. De esta manera, los niños se ven obligados a reorganizarse en una nueva forma de convivencia. Por ejemplo, le urgirá adaptarse a las nuevas reglas, nuevas responsabilidades, nuevas lealtades, nuevas formas de comunicación, etcétera.  Este proceso de adaptación resultará fácil para algunos, mientras que para otros les exigirá más tiempo y esfuezo.

 

Al inicio, es posible que los niños, niñas y adolescentes se entusiasmen al escuchar la promesa de sus padres que migran de que enviarán dinero y regalos. Sin embargo, luego, con el pasar del tiempo, la ausencia de los padres, aun con los regalos recibidos, logra generar en los niños sentimientos de enojo, tristeza, desvaloración o sobrevaloración. Algunas veces, pueden expresar el conflicto emocional con conductas agresivas, pasivo agresivas, hostiles, déficit atencional en la escuela, rebeldía contra las personas que están en posición de autoridad en la iglesia, escuela u hogar.  La desvaloración o sobrevaloración pueden provocar deserción escolar, lo cual debe evitarse.

 

Más que juegos

Reconozca que los menores afectados por la migración reprimen y, algunas veces, expresan altos niveles de agresividad. Escucharlos y no sancionarlos en forma agresiva podrá ayudar a la expresión del enojo o tristeza en forma constructiva. Evite reprimirlos o castigarlos inmediatamente sin que los haya escuchado, porque de lo contrario solo propiciará con rapidez comportamientos más violentos en ellos.

 

El dibujo puede constituir una excelente herramienta para evocar en el niño la percepción de cómo la migración ha afectado a su familia y a sí mismo.  Solicite al menor que dibuje a su familia realizando alguna actividad y luego pídale que le cuente quiénes son, qué hacen, etcétera.  Identifique si esta es la familia ideal o la real. Luego converse con él al respecto y procure facilitarle identificar los sentimientos que el evento de la migración genera en él, por ejemplo, sentimientos de enojo o tristeza. Permita que los exprese y reafírmele que es normal y natural sentirse de esa manera cuando alguien de la familia ha migrado.

 

El juego es otra forma de ayudar al menor a recrear la situación actual del imaginario de su familia. Muéstrele unos muñecos en una caja con arena, y luego pídale que recree un día en familia. De esta forma es posible que en la recreación se exponga cuáles son la reglas de la familia, con cuáles personas se siente mas cercano o con cuáles se siente en conflicto.  La observación del juego le permitirá conocer mejor las dinámicas de la familia para dialogar posteriormente con el menor o con su familia.

 

Ayude al menor a identificar los cambios que experimenta a causa de la migración.  Aclárele las nuevas reglas, los nuevos roles y nuevas responsabilidades que requiere aceptar en su presente situación.  Por ejemplo: «Ahora que tus abuelos se encargan de ti, ¿qué cambiarás en tu forma de vivir?

 

Herramientas oportunas

Dialogue sobre cómo evitar actuar impulsivamente y enséñele cómo reaccionar en situaciones en las que se siente fuera de control. Facilite una autoevaluación para descubrir cómo sus emociones y comportamientos agresivos afectan su relaciones en la escuela, iglesia, hogar y vecindario. Es fundamental que identifique formas creativas de disminuir la tristeza y el enojo y que los canalice en formas saludables.  Asegúrele que si no disminuye esos sentimientos solo conseguirá provocar dificultades en su memoria, en su capacidad de atención, las cuales son funciones básicas para un apropiado rendimiento escolar.

 

Si el rendimiento escolar resulta afectado notoriamente, considere la posibilidad de diseñar un programa de tutoría personalizado.  Establecer un lugar, tiempo y una persona que le ayude en las tareas escolares en forma individual motiva al menor a focalizar su atención, establecer una rutina de estudio y a sentirse valorado. 

 

En resumen, se requieren un trato empático con amor y firmeza. Es imperioso el amor para entender las pérdidas que experimenta el menor, pero también urge la firmeza cuando se trata de confrontar y corregir comportamientos agresivos que suelen surgir.  Un trato similar al que nuestro Dios compasivo y justo usa con nosotros.

Preguntas para estudiar el texto en grupo:

 

1.     ¿Qué trabajo realiza su iglesia con los menores «dejados atrás»?, ¿cuál es cuidado pastoral específico que reciben con respecto a su condición?

2.     El autor presenta las actitudes y sentimientos que pueden generarse en estos menores por la migración de su familia, ¿qué juegos y herramientas recomienda él para abordar la problemática y proveer acompañamiento pastoral a estos niños?

3.     Además de las herramientas expuestas por el autor, ¿cuáles otras maneras creativas podrían ser útiles para acompañar  a estos menores? Explique.

4.     ¿Qué aspectos del carácter se debe buscar desarrollar en estos niños?

El autor es pastor y psicólogo clínico y familiar. Además, es coordinador de la Asociación Latinoamericana de Asesoramiento Pastoral y Familiar, como también director de EIRENE-Internacional. En la actualidad reside, junto con su familia, en la ciudad de Quito, Ecuador. cpinto@hcjb.org.ec