Predicas Cristianas| Bosquejos Biblicos
Texto Biblico: Lucas 23:33
Para Dios hay solamente dos clases de personas, dos clases de seres humanos: los salvos y los perdidos; los pecadores y los santos.
Los hombres califican a la humanidad de muchas maneras, como blancos, negros, etc., por nacionalidades, se les clasifica como ricos o como pobres, como pequeños o como grandes, como educados o como ignorantes, pero para Dios hay solamente los salvos y los perdidos.
En la Biblia se menciona solamente dos caminos: el ancho y el angosto, dos destinos: salvación o perdición. Dios clasifica a los hombres según la actitud que tienen hacia su hijo Jesucristo, los que lo reciben son salvos y los que lo rechazan están perdidos.
Entonces Jesucristo puede dividir a la humanidad en dos grupos: con su nacimiento dividió la historia en dos grupos, pues, cada vez que los hombres citan una fecha, con o sin su agrado atestiguan la historicidad de Cristo. Jesucristo es entonces el gran divisor, así como con su nacimiento él dividió toda la historia en dos grupos, con su muerte dividió a la humanidad en dos grupos.
Precisamente, cuando él fue crucificado, dos hombres le acompañaron. Ellos representan a toda la humanidad porque el uno aceptó la salvación mientras que el otro la perdición. ¿Qué es lo que originó esta diferencia? Ambos eran idénticos en sus pecados, no había ningún buen ladrón, ambos habían sido sentenciados a morir crucificados, ambos eran culpables. La única diferencia se basa en la actitud que uno tuvo hacia el hombre que estaba en medio de ellos, el uno lo creyó mientras que el otro lo rechazó.
1. EL LADRÓN QUE FUE CONDENADO.
Hay tres características que se pueden notar en él:
a) Un hombre puede rechazar a Cristo en el mismo momento de su muerte.
Parece que este hombre había visto a Cristo antes o por lo menos lo había oído y parece que entendió el mensaje que Jesús proclamó. Escuchen lo que dijo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lucas 23:39). Si un día lo escuchó predicar no lo sabemos, pero ahora estaba junto a él y en la misma situación.
Alguien puede decir que al final de su vida, cuando sea anciano o esté gravemente enfermo, va a preocuparse por su salvación, pero eso no da resultado, aquel ladrón lo experimentó. Cuando alguien está al borde de la muerte, por lo general no está en condiciones mentales de poder pensar en la salvación. No en vano dice las Escrituras: “Hoy es el día de salvación, hoy es el tiempo aceptable” (2 Corintios 6:2). No hay razón por qué esperar hasta el final, si usted lo rechaza hoy, seguro que lo va a rechazar siempre.
b) Un hombre puede estar muy cerca del Salvador y sin embargo perderse.
Este ladrón estaba muy cerca del Jesús, estaba junto a él, podía observar su sufrimiento y su agonía. Si no hubiese estado en las mismas condiciones, tal vez lo hubiese podido tocar, estaba muy pero muy cerca, incluso podían platicar entre ellos.
Usted, a medida que me escucha, puede estar muy cerca de Jesús, sin embargo podría perderse, puede ser que pertenezca a una familia religiosa, donde aprendió a orar y a leer la Biblia, pero podría perderse. El hecho de que esté cerca de Jesús no le garantiza ni le asegura su salvación.
c) Un hombre puede desear y aun pedir a Cristo que le salve y sin embargo perderse.
Aquel ladrón quería ser salvo, aun pidió a Jesús que lo salvara, sin embargo se perdió. Escuchen lo que dijo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lucas 23:39). ¿Entonces por qué no se salvó? Él no quiso ser salvo de acuerdo al plan de Dios y además pensaba en una salvación momentánea, terrenal, física. Así que no basta con querer ser salvo y aun tratar de hacerlo por cuenta propia, se necesita aceptar el plan de Dios, aceptar a Jesús como el único y suficiente Salvador.
2. EL LADRÓN QUE FUE SALVADO.
Me permito recordarles que no había ninguna diferencia entre estos dos ladrones, pero veamos las características que él tuvo:
a) Temor a Dios.
Lucas 23:40. Aquel ladrón arrepentido reprendió al que estaba ultrajando a Jesús diciendo: ¿Ni aún tú temes a Dios? En otras palabras, ¿No tienes temor de Dios? ¿Ante la misma muerte y la eternidad, no sientes miedo, no sientes pánico? Lógicamente que el enemigo quiere que consideremos que el temor es señal de cobardía y debilidad, pero pensemos en la vida sin Dios por toda la eternidad y temamos. Con mucha razón el mismo Señor Jesús nos exhortó a huir de la ira venidera.
b) Reconocer ser culpable.
Aquel ladrón declaro ser culpable cuando dijo: “Nosotros a la verdad justamente padecemos porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos” (Lucas 23:41). Nadie podrá ser salvo a menos que reconozca su culpabilidad.
c) Reconocer el poder de Jesucristo.
Aquel ladrón declaró que Cristo era justo, que estaba pagando un castigo pero sin tener la culpa. Escuchen lo que dijo: “Mas éste ningún mal hizo” (Lucas 23:41). Sí, Jesús era el santo de Dios, un hombre sin pecado.
d) Confesar y creer que él es el Señor y Salvador.
Aquel ladrón confesó que Cristo era el Señor cuando dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino” (Lucas 23:42). Pienso que incluso se puede notar un indicio de la resurrección, porque Jesús iba a morir en ese momento, pero aquel ladrón dijo que se acuerde de él cuando venga en su Reino, y para eso tenía que resucitar de entre los muertos, ¿Verdad?
En una palabra él confesó y creyó que Jesús era el Señor. En Romanos 10:9 leemos: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Si usted está dispuesto a confesar y creer en Jesucristo, entonces será salvo.
Ante la confesión del ladrón arrepentido Jesús le dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). ¿No quisiera usted también creer en él ahora mismo y recibirle en su corazón por fe?
•Anécdota de alguien que se envenena y necesita medicina urgente
Nosotros estamos envenenados por el pecado, moriremos a no ser que haya una medicina para salvarnos. La Biblia nos menciona cuál es esa medicina (Romanos 10:9, 10).
Aquel ladrón en la cruz no podía hacer nada para salvarse, estaba crucificado y pronto iba a morir, pero habían dos cosas que no las tenía clavadas: su lengua y su corazón, de tal manera que con su lengua confesó y con su corazón creyó. Tampoco usted puede ganar la salvación por obras, pero sí puede confesar que Jesús es el Señor y Salvador y creer en su corazón que Dios le levantó de entre los muertos. ¿Lo hará?
6. “Porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios,” el Señor ha buscado pero no ha hallado las obras de los creyentes de Sardis. Las obras de los creyentes de Sardis estaban falta de aprobación divina porque, no eran generadas por una fe genuina. Lo que se reprocha no es la cantidad de las obras sino la calidad de la obras de aquella iglesia.
III. LA ADVERTENCIA:
“Acuérdate… de lo qué has recibido… oído… guárdalo, y arrepiéntete…” (V. 3).
1. Ellos debían recordar como habían recibido y oído el evangelio.
Aparentemente hubo un tiempo cuando habían experimentado celo y entusiasmo como cristianos jóvenes. Como el Eunuco Etíope, cuando escuchó y respondió al mensaje del evangelio, ellos siguieron gozosos su camino. Necesitaban recordar esa conmoción inicial.
2. Dios nos ha dado un número de cosas que permanecerán como memoriales para nosotros.
* A). Las Escrituras nos colocan en remembranza de las cosas que Dios ha hecho por nosotros (2 Tim. 2:15; 2 Ped. 1:12-13).
* B). Cada vez que uno es bautizado en Cristo, eso debe recordarnos la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Rom. 6:3-4).
* C). La Cena del Señor debiera recordarnos del cuerpo, vida, sangre y muerte del Redentor de la humanidad (1 Cor. 11:24-26).
* D). El regalo de la gracia recibido por la fe en Cristo (Rom. 5:8; Ef. 2:8).
3. El dice “guárdalo y arrepiéntete.” Me parece que el arrepentimiento es la cosa más difícil que el hombre debe invocar para hacer. Los creyentes de Sardis tenían la necesidad urgente de arrepentirse de la manera en que habían utilizado la riqueza espiritual que habían recibido del evangelio. No era un mero reconocimiento de que estaban actuando mal, sino llevar a cabo un cambio de rumbo que los acercara a Dios.
4. Guardar aquellas cosas que son buenas y correctas y arrepentirnos de aquellas cosas que son incorrectas.
* A). No es difícil conseguir que una persona crea que Jesús es el Hijo de Dios, si es de una mente abierta e imparcialmente examina la evidencia.
* B). Usualmente no es difícil persuadir a una persona para que sea bautizada si verdaderamente cree en el Señorío de Jesús y entiende las enseñanzas de Jesús sobre esto.
* C). Lograr que una persona se arrepienta es una cosa muy difícil.
5. El arrepentimiento es un cambio de corazón. En 2 Cor. 7:10 nos es dicho que el verdadero arrepentimiento produce tristeza. La tristeza piadosa produce arrepentimiento, pero la tristeza del mundo produce muerte. Un hombre podría emborracharse y estar triste al día siguiente. Eso no es necesariamente tristeza piadosa. Podría estar triste a causa de que tiene dolor de cabeza y una sed elevada. Podría estar triste a causa de que hizo una necedad de sí mismo. Podría estar triste porque violó la ley y fue encarcelado.
6. La tristeza piadosa viene cuando uno está triste porque ha pecado contra el Dios del cielo. Esto lleva al arrepentido a la decisión de que no volverá a hacer eso una vez más, que va a vivir como Dios lo enseña desde ese momento en adelante.
7. A estos miembros en Sardis se les dijo: “Pues, si no velas, vendrá sobre ti como ladrón y no sabrás a que hora vendré sobre ti.” Es una frase condicional que dice que la advertencia puede ser posible. Pero es interesante notar que la segunda venida para juzgar al mundo es descrita en lenguaje similar (Mat. 24:36,43-44; 1 Tesal. 5:2; 2 Ped. 3:10). Jesús vendrá como ladrón en la noche. Es Su diseño entrar cuando las personas menos lo esperen.
8. No obstante, a través de los siglos, han existido aquellos que han hecho lo posible por discernir el tiempo de la segunda venida de las Escrituras, y aquellos que han afirmado que el tiempo les fue revelado a ellos, todos sus esfuerzos han fallado y todos los esfuerzos futuros fallarán porque Su venida será como ladrón.
IV. LA ALABANZA PARA UNOS POCOS:
“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.” (V. 4)
1. Había un remanente fiel en Sardis que no había contaminado sus vestiduras. Por no manchar sus vestiduras se quiere decir que no habían manchado sus almas con el pecado. Es decir, andaban en santidad delante del Señor.
2. El Señor no pierde de vista a los pocos fieles en medio de la masa impía. Él conoce los que son suyos. Hubo unos pocos que no se habían dado al espíritu del compromiso y la complacencia. Probablemente eran ridiculizados por los otros miembros.
3. “Andarán conmigo,” expresa una comunión íntima y personal (conmigo). Si aquellos que caminaron con el resucitado, ardían sus corazones: ¡Lo impactante que será caminar con el Señor por la eternidad!
4. “En vestiduras blancas,” habla de la pureza y la santidad que Dios exige para que alguien entre en su presencia. “Porque son dignas,” es una dignidad únicamente para los santos en Cristo (Lc. 20:35; EF. 4:1; Fil.
1:27; Col. 1:10).
5. ¿Cómo quiere que se le recuerde? Como personas que dieron marcha atrás o personas que vivían en pureza y santidad para Dios. Nosotros no tenemos méritos algunos para agradar a Dios. Eran las personas más raras, las personas de ideas y costumbres atrasadas, pero Jesús dijo: “son dignos.”
V. LA PROMESA:
El que venciere será vestido… no borraré su nombre…confesaré su nombre” (Vv. 5-6). Tres promesas son dadas a aquellos que son dignos, que no mancharon sus vestiduras:
1. “Serán vestidos de vestiduras blancas.” El blanco es el color de la pureza. Jesús dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mat. 5:8). El vencedor será revestido de vestiduras blancas como exhibición de festividad. Además es galardón para aquellos que fueron fieles a Cristo.
2. Prometió “no borraré su nombre del libro de la vida.” A menudo leemos de este libro (Filip. 4:3; Apoc. 20:15; 21:27). En el Antiguo Testamento el libro de la vida era el registro de todos los que tenían ciudadanía en la comunidad del pueblo de Israel. Es una idea común en las ciudades griegas y romanas de aquellos tiempos. Pues, mantenían una lista de ciudadanos conforme a su clase o tribus, en la que los nuevos ciudadanos eran inscritos y de la que los ciudadanos indignos eran borrados.
3. Aquí vemos una promesa positiva de que los nombres de éstos de ninguna manera serán borrados del libro de la vida. Hay quienes quieren ver aquí la posibilidad de la perdida de la salvación. Pero, tal enseñanza no aparece en toda la Biblia. En Ex. 32:32, Moisés pidió a Dios que quitase su nombre del libro de la vida, pero la petición le fue negada.
4. En los tiempos antiguos, los nombres de quienes morían físicamente eran borrados de las listas de las ciudades. Las autoridades sólo mantenían un padrón de los habitantes vivos. De la misma manera en el libro de la vida sólo permanecen inscritos los nombres de quienes tienen vida espiritual por haber puesto su fe y confianza en la persona de Jesucristo ( 1ª Juan 5:1).
5. El nombre de una persona puede constar en la lista de una iglesia, sin que esa persona sea salva. ¡Qué sorpresas habrán cuando «se abran los libros»! (20:12). El creyente en Cristo tiene la absoluta garantía de la Palabra del Señor: “Y no borraré su nombre del libro de la vida.”
6. “Confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” El Señor Jesús dijo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 10:32). Es probable que muchos de la iglesia de Sardis, presionados por el ambiente religioso-cultural, se avergonzaban de dar testimonio de su fe en Cristo.
7. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” El Señor hace un solemne llamado en forma personal y colectivo. Una iglesia nunca será más allá de los compromisos de sus miembros. El Espíritu habla a las iglesias, pero el mensaje es personal para cada uno de los miembros de la iglesia y para nosotros hoy día.
Conclusión.
1. La iglesia de Sardis era culpable por su aridez espiritual. Habían abandonado la responsabilidad de testificar de Cristo. Es probable que la mayoría de sus miembros profesaban ser cristianos pero no habían nacido de nuevo. Sin embargo, había un pequeño remanente fiel al Señor.
2. Las iglesias de hoy día y los cristianos como individuos debemos prestar oído al mensaje del Señor a la iglesia de Sardis. Las iglesias necesitan ser vigilantes y fortalecer las cosas que quedan.
3. Es necesario advertir que no basta con tener el nombre inscrito en el libro o registro de una iglesia aquí en la tierra. Lo verdaderamente importante es tener la certeza de que, por la fe en la persona del Señor Jesucristo, nuestro nombre ha sido inscrito en el libro de la vida. ¡Si es posible ser un cristiano digno hoy en día, porque mi nombre está inscrito en el libro de la vida!
Fuente: www.centraldesermones.com