Predicas Cristianas | Sermones Cristianos
Cita Bíblica: 1 Samuel 1
Introducción.
La promesa del Eterno para este año es que tendrás paz en tu territorio y te saciará con lo mejor del trigo. Además, promete que Su Palabra correrá rápidamente. Es decir que no solo recibirás lo mejor sino que pondrá gente delante de ti a quienes bendecirás. Eso es lo que el Eterno ha determinado.
Sin embargo; en este momento existen personas que están atravesando verdaderas crisis espirituales, emocionales, familiares, económicas. Están pasando por sus Querit (cortar, reducir) espirituales donde están siendo procesados.
La Palabra me da un ejemplo de una extraordinaria mujer que supo que hacer en su momento de crisis, de angustia, de necesidad. En Ana había estallado una crisis. 1 Samuel 1: 6 – 8. (BT) “Y su rival la provocaba con porfía para irritarla, porque YHVH había cerrado su matriz. Y así hacía de año en año, irritándola cuando subía a la casa de YHVH; y ella lloraba y no comía. Y su marido Elcana le decía: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué está afligido tu corazón? ¿Acaso no te soy yo mejor que diez hijos?”.
¿Qué hizo Ana para salir de esta crisis?
1. Se fue a la casa del Eterno.
Existen personas que cuando viene la crisis es cuando más se alejan del Eterno. Es allí donde te dicen: ¿Para qué me voy a congregar? ¿Para qué seguir orando? ¿Cómo que antes esta mejor que ahora? Ana llevaba tiempo clamando y no había visto respuesta y esto la había llevado a una crisis. 1 Samuel 1: 3. (BT) “Y este varón subía todos los años…”.
Pero Ana se levantó y fue a la casa del Padre. 1 Samuel 1: 9. (BT) “…después que hubieron comido y bebido, Ana se levantó en Silo, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su sitial junto a una jamba de la Casa de YHVH”.
Ella entendió que; en medio de la crisis es donde más tengo que acercarme al Eterno, donde más tengo que buscar su rostro, entendió que es en Su Casa donde está la respuesta y solución a las crisis que cualquier persona pueda tener. Lucas 13: 10 – 11. (BT) “Y en uno de los sábados, estaba enseñando en una de las sinagogas, y he aquí una mujer que tenía un espíritu de enfermedad por dieciocho años, y estaba encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera”. Esta mujer tenía dieciocho años envuelta en una crisis y no podía hacer nada, pero también se levantó y se fue a la Casa del Eterno.
Lo primero que debes hacer para salir de la crisis que hoy estas enfrentando es venir a Su Casa. Salmos 84: 10. (BT) “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la Casa de mi Dios, Que habitar en las tiendas de maldad”.
2. Clamo al Eterno.
1 Samuel 1: 10; 13. (PDT) “Ana estaba muy triste y lloraba mucho mientras oraba al SEÑOR. Ella oraba de corazón…”.
Ella había entendido que la crisis por la cual estaba atravesando no podía resolverla persona alguna, se necesitaba una intervención sobrenatural. No fue a quejarse a su familia, amigos, compañeros, etc, fue donde sabía que estaba su respuesta.
Mateo 15: 22. (BT) “Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquellos confines, clamaba diciendo: ¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está horriblemente endemoniada”.
Muchos en medio de sus crisis pierden el tiempo implorando favores, otros se hacen las víctimas, para ver que si alguien le ayuda.
Pero Ana y esta mujer cananea ya se habían cansado de pedir que alguien las ayudara y no habían recibido nada de nadie. Es allí donde deciden clamar al Todopoderoso.
Hoy vengo a profetizarte y a decretar que si hoy abres tu boca para clamar a Él vendrá la solución a tu crisis, porque; en el Reino no hay crisis.
3. Hizo pacto.
1 Samuel 1: 11. (BT) “E hizo un voto, diciendo: YHVH Sebaot, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu sierva, sino que le das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a YHVH todos los días de su vida, y jamás pasará navaja por su cabeza”.
Ana le entrego aun antes de recibir al Eterno lo que había causado la crisis en su vida.
4. Espero la palabra de activación de parte del sacerdote.
1 Samuel 1: 17. (BT) “Elí entonces respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has pedido”.
Ella había entendido que la llave para salir de la crisis estaba en la boca del sacerdote, por eso no se movió hasta que fue habilitada para salir de la crisis. Mateo 8: 8. (BT) “Pero el centurión, respondiendo, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, pero sólo dilo de palabra, y mi siervo será sanado”.
Cuando estas en medio de una crisis y eres habilitado de inmediato se activa el milagro en tu vida. Y Cuando el milagro se activa sobre tu vida tu rostro cambia, porque eres sacado de la crisis. 1 Samuel 1: 18. (BT) “…Y la mujer se fue por su camino, y comió, y su semblante ya no fue como antes”.
Hoy es tu día de activación. Cuando el Sacerdote soltó la Palabra ocurrió el milagro. 1 Samuel 1: 19 – 20. (PDT) “… Elcaná tuvo relaciones sexuales con su esposa Ana, y el SEÑOR se acordó de Ana. Ella concibió y para esas fechas al año siguiente, dio a luz un hijo. Ana le puso por nombre Samuel, pues dijo: Su nombre es Samuel porque se lo pedí al SEÑOR”.
Note como en esta historia esta tormenta logró varios objetivos: no solo debilitar física y moralmente a los discípulos, sino hacerles poner en duda su fe, debilitándoles hasta llevarles a exclamar: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” v. 38. Literalmente ellos acusaron al Maestro de no preocuparse por lo que estaban enfrentando. ¿Pero por qué esta duda? Ellos habían visto tantas veces al Señor obrar milagros y maravillas. Ellos habían visto el rostro de Jesús conquistando cada situación. Pero ahora se enfrentan a una gran tormenta y tienen miedo. ¿Por qué ellos llegaron a ese momento de pánico colectivo? Pues se olvidaron del Salvador y se enfocaron en el problema. Comenzaron a ver las olas y el gran viento, como actuó Pedro también, y no vieron al Señor Omnipotente. La debilitada fe de los discípulos con la llegada repentina de la tormenta no es ajena a los discípulos de este tiempo. No han sido pocas las ocasiones cuando le reclamamos también al Señor, diciendo: “¿No tienes cuidado que perecemos?”. Hay momentos cuando al no ver salidas de nuestra crisis, decimos: “Si el Señor quisiera no me dejaría pasar por esta prueba”. Nosotros también reclamamos.
3. Trayendo un inmenso miedo v. 38b.
Mire este contraste. Mientras los discípulos están aterrorizados, Jesús está profundamente dormido. Los estudios biblicos y sermones cristianos nos enseñan que la desesperación se apoderó del grupo. El temor a morir ha provocado un pánico colectivo. Así que la cara de miedo y terror era evidente en todos. El grito más notorio era: ‘Perecemos, perecemos’. Y frente a esto, ellos buscaron al que consideraban causante de tal situación. ¿No fue acaso Jesús quien les dijo que subieran y viajaran a la otra orilla? ¿No lo habían dejado todo por seguirle? Otro objetivo de las tormentas repentinas es crear un estado de ansiedad, muchas veces caracterizado por un miedo a perderlo todo, incluyendo la vida misma. Esos momentos vienen acompañados de un sentimiento de soledad también. Los estudios biblicos y sermones cristianos nos enseñan que los discípulos se sintieron solos aunque con ellos estaba el que tenía la autoridad de reprender a los vientos. Pero aquí es cuando debemos recordar que si los tiempos se nos hacen difíciles, Cristo está absolutamente comprometido con nosotros. ¿Le era indiferente al Señor la tormenta? ¡No! Pero Cristo esperaba que su hijos confíen que él está allí. No hay necesidad de temer si Jesús nos dice: “Pasemos al otro lado”. Él nunca nos dejará solos.
III. HAY TORMENTAS QUE TRAEN LECCIONES RENOVADORAS
1. Las tormentas pasan rápidamente v. 39c.
Esta historia nos revela una verdad útil: las tormentas no duran para siempre. En algunas localidades de este país y el mundo, como en el Mar de Galilea, una tormenta puede venir en cuestión de minutos y lanzar su furia en torrentes de lluvia, relámpagos y truenos, pero pronto desaparecen. Si bien es cierto que muchas de ellas dejan su destrucción a su paso, al final todo vuelve a la calma. Fue Pablo quien nos habló que las tribulaciones (tempestades), son “leves”, “momentáneas” (2 Cor. 4:17, 18). En el caso que nos asiste, los discípulos hicieron bien en despertar a Jesús. Él es el Señor Soberano que puede poner control a lo repentino (v. 41). Y al oír su autoridad ellos se sintieron abrumados por lo que habían visto. Ahora tienen un temor reverencial. Habían visto a Jesús que con una palabra, el viento y las olas le obedecieron. Supieron en ese momento que él puede “bozalear” a la tempestad y traer a la calma cuando todo está fuera de control. El barco que lleva la salvación al mundo jamás podrá hundirse. Esa la promesa para la iglesia y sus creyentes.
2. Hay que creer la palabra del Señor v. 35.
Nadie más puede cumplir las promesas que el Autor de la Palabra. Los discípulos aprendieron la lección de la credulidad. Si bien es cierto que su fe fue sometida a prueba, al final tuvieron que preguntarse: “¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” v. 41. Con esta pregunta los discípulos pusieron en evidencia que no hay diferencia entre las palabras y los hechos de Jesús. ¿Qué es lo que revela todo esto? Que si bien es cierto que las tormentas hunden nuestra “embarcación”, y que en no pocas ocasiones sentimos que nuestra fe y nuestras fuerzas desmayan, hay una palabra que ha sido dada y que al final se cumplirá. Cuando Lázaro murió sus dos hermanas se llenaron de incertidumbre y hablaban de una posibilidad remota para la resurrección de su hermano, por cuanto sabían de esta promesa futura. Pero al final ellas descubrieron que la promesa de la resurrección no solo era para el futuro, sino para ese momento porque allí estaba el que dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Jn. 11:25). Jesús está en la misma barca de nuestras vidas y nos acompaña a la otra orilla, “¿de qué he de atemorizarme?” (Sal. 27:1).
CONCLUSIÓN:
Las tormentas son inevitables. Esta historia nos muestra que es andando con Jesús cuando más rápido vienen a la vida. El impacto de una tormenta (prueba en todo caso), es quitarnos la paz y hacer que se hunda nuestra barca. Es golpearnos hasta que perdamos la fe. Pero lo que estamos convencidos es que si las pruebas nos golpean, Jesús está pasando con nosotros hasta la otra orilla. Y la lección de esto es que cada vez que nos enfrentamos a una tormenta, nos volcamos para “despertar” al Señor; por lo menos esto fue lo que hicieron los discípulos en aquella hora. Hay personas que enfrentan sus tormentas solos y casi siempre se hunden.
La diferencia con nosotros es que si las tormentas nos golpean contamos con un salvador que nos auxilia siempre. Cuando esto hacemos el Señor se levantará y le dirá a la tormenta: “Calla, enmudece”. Y el resultado de esto será que al final de aquella prueba se hará “grande bonanza”. Amados, el Señor no nos dejará perecer. Es cierto que nuestra vida terrenal es temporal, porque tenemos una vida eterna, pero no es cuando la tempestad quiera destruirnos, sino cuando el Señor decida llevarnos. Mientras tanto hay una misión que debemos cumplir. El barco que lleva la salvación no puede hundirse. Toda tempestad es reprendida por el Señor.
Julio Ruiz, Pastor
(571) 251-6590
Fuente: www.centraldesermones.com