Por: Pastor Gonzalo Sanabria. Este sermón fue publicado inicialmente en www.estudiosysermones.com. Te invitamos a leer más sermones del Pastor Gonzalo Zanabria en la mencionada web.
Introducción: Adorar va mucho más allá de cantar una canción, es amar a Dios en todo tiempo, y obedecerle sin cuestionamientos (esto es lo que más agrada al Señor). La verdadera adoración es una vida sometida al señorío de Cristo, rendida ante Su voluntad, es un corazón que consciente que si no bebe del agua de vida de Cristo morirá, desfallecerá como el ciervo en el desierto. Más bien clamemos a Dios diciendo: “Como el ciervo brama por las aguas, así clama por ti oh Dios el alma mía”…
LA ADORACIÓN A DIOS (SAL. 63:1-2)
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”.
1) La adoración genuina surge en todo tiempo.
Nota 1: Generalmente el creyente tiende a adorar a Dios con más facilidad cuando todo está bien. Debemos adorar al Señor en todo tiempo. En éste caso el contexto del Salmo sesenta y tres nos enseña que David está en el desierto de Judá. Ya eso nos dice que su entorno no era muy fácil ni agradable. David salió huyendo de Jerusalén para evitar el derramamiento de sangre en la ciudad, pues su propio hijo Absalón se rebeló contra él y con un ejército viene a quitarle el reino.
Nota 2: Podemos ver en Absalón una figura o representación de aquellos problemas o dificultades internas. Hablamos entonces de problemas de carácter, tentaciones, desánimo, soberbia, insujeción, o los problemas en el hogar (Absalón era hijo del rey David), como dificultades con el cónyuge, con los hijos o una profunda crisis financiera familiar (hablamos de situaciones que se te salen de las manos, porque hay cosas que podemos arreglar siendo diligentes y proactivos). Pero ante la impotencia y adversidad David eligió adorar.
Nota 3: David también estuvo en el desierto cuando el rey Saúl lo perseguía para matarlo (y David no había hecho nada malo), podemos ver en el rey Saúl una representación de los problemas externos. Hablamos de personas difíciles, autoridades severas, oposición, persecución, etc. En este caso igualmente David concentró sus fuerzas en obedecer a Dios y adorarlo. Él no se defendió, permitió que Dios hiciera su obra y voluntad.
2) La adoración debe derribar la murmuración y la queja.
Nota 1: Salmo 63:1-2 vemos que David no murmuró contra Dios, ni se quejó, el decidió adorar. El salmo nació básicamente como una canción (pero al ser palabra inspirada por Dios figura en la Biblia), esto nos enseña que cuando David empezó a cantar el Espíritu Santo vino sobre él.
Nota 2: La Biblia en 2 Samuel 15:23 y 30, nos describe la condición del rey David. Van caminado por el desierto, sin calzado, sucio, llorando, seguramente no ha comido, va cansado, lo ha perdido todo (su familia, su reino, su patrimonio), y comienza a adorar y lo primero que dice es: “Dios, Dios mío eres tú”. Expresa entonces que no importa el dolor, la tristeza, el fracaso, la incertidumbre, pero algo es seguro: tú eres mi Dios, toda mi confianza está en ti.
Nota 3: En contraste con la adoración de David, vemos que el pueblo de Israel por el desierto murmuró una y otra vez, continuamente se quejó, y las consecuencias de esa queja y murmuración es que se perdieron el plan de Dios con ellos (entrar a la tierra prometida). El obstáculo más grande para Israel no fueron los gigantes filisteos, sino la dureza de su propio corazón.
3) Dios es la prioridad de un adorador.
Nota: David expresa algo más: “de madrugada te buscaré”. Nos dice que es lo primero que él hace en el día, David dormía y al despertar su anhelo era Dios mismo. Él dice “te buscaré”, el término hebreo usado aquí es: “shakjar” que traduce: buscar con diligencia intensa, procurar con esmero (algo parecido al anhelo y perseverancia de un minero que cava la montaña profundamente buscando las esmeraldas o los diamantes).
4) Un corazón sediento de Dios es cualidad de un adorador.
Nota 1: Hagámonos una pregunta ¿Cómo es un alma sedienta? Y el mismo David la relaciona con la tierra seca y árida. En la tierra seca no sólo no hay vegetación y fauna, sino que la tierra misma se quiebra, y el paisaje es triste y desolador (no hay vida).
Nota 2: Pero debemos recordar aquí que Jesús le dijo a la samaritana (Juan 4:13-14): “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que será en él una fuente de agua que brote para vida eterna”. Al abandonar la comunión con Dios el corazón como la tierra comienza a secarse, y a perder la vida espiritual. Si el agua natural limpia, nutre, renueva, da vida, hace reverdecer el desierto, cuanto más hará el agua de vida de Cristo en nosotros.
5) El adorador anhela a Dios continuamente, Salmo 63:2.
Nota: David dice: “para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”. Entonces ya lo había visto en su poder y en su gloria, pero David quiere volver a verlo. David piensa que la crisis presente es un escenario apropiado para que Dios le deje ver su poder y gloria una vez más.
Conclusión: Dios no cambia ante nuestras dificultades él sigue siendo nuestro salvador. En tierra de bendición o en el desierto adoremos al Señor con el mismo anhelo y fervor, y procuremos ver su poder y gloria en medio de toda adversidad.
(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. Este sermón fue publicado inicialmente en www.estudiosysermones.com. Te invitamos a leer más sermones del Pastor Gonzalo Zanabria en la mencionada web.)
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