Los que aman desde el corazón, solo con un gesto tienen la facultad de hacer llorar. Debemos ser comunicativos con el amor del Señor siempre. Cuando no tenemos peso de pecado ya estamos en el principio del arrebatamiento. Jesús se convirtió en la víctima para ocupar el lugar del sacrificio. Cada minuto que pasa aquí se puede volver escalofriante para aquellos que viven el evangelio verdadero.
Los bebes y los carnales no pueden ver la gloria de Dios. No la saben discernir. Felipe estuvo tres años junto a Jesús y aun así le pregunto o le pidió que le mostrase al Padre; esto quiere decir que no discernió la gloria del primer tiempo. Los que más se humillan más disfrutan la bendición de la gloria Divina. Si la gloria nos visita y estamos en un estado de carnalidad incluso podemos enfermar.
La iglesia es la que ejerce de intermediaria para que Dios bendiga a los países. La iglesia verdadera es la que clama y ejerce presión para atarle las manos al diablo. Sin oración no hay deseos contestados. Cuando hay un propósito divino para una congregación en concreto, no importa los acontecimientos que preceden, sin lugar a duda se cumplirán.
Para ello es necesario dejarse llevar por la nube de gloria y también por el sufrimiento de los escogidos. Una señal clara de madurez es tener sueños con el mismo Jesús. “Dejando ya las cosas de niño” entonces nos vendrán las plenitudes de un maduro.
El toque de Dios no es físico. El suele tocar con la fuerza y la ternura de un niño. En el evangelio del postrer tiempo no existe la confusión. Todo lo que desprende el trono es fuego y poder de gloria. La palabra es para ser experimentada en el corazón. Un mensajero de Dios esta primeramente para levantar un altar de fuego. Su altar tiene que ser Santo.
El Dios del cielo y de los reinos no es conforme a los dioses que se muevan abajo en la tierra. La santidad esta en el camino angosto. La gloria postrera requiere de años de preparación de su altar. ¿Cuánto le dedicamos a Dios? Mi cuerpo, mi alma y mi espíritu.
Dios no deja descargar el peso de su gloria sobre hombros que no se han trabajado en la pureza y la santidad. La gloria postrera es celo, poder y santidad. A su Iglesia lo que le vale es la fuerza del VARÓN DE DOLORES, el que experimentó los quebrantos más fuertes. Por su sufrimiento estamos nosotros en pie y salvos.
La gloria de Dios no es lo que ven nuestros ojos sino el impacto que experimentamos dentro del corazón. Los maduros son deseados por los demás. El tiempo es tan corto que no podemos menospreciar su obra entrañable. La Sangre de Jesús no fluye si no te tiras al suelo y empiezas a clamar misericordia y perdón, La gloria de Dios en el monte Tabor se creció tanto que no podían estar en pie ante ella. La gloria que Cristo ha puesto dentro del corazón es mucho superior a lo que los antiguos experimentaron, porque queda mucho más cerca el rapto y los reinos que nunca. La Palabra para la Iglesia postrera es potencial en las manos de los que le creen. La gloria postrera es el anuncio de la Paz que se saborea ya de la eternidad. La Unción crece lo que nosotros le dejamos crecer dentro en nuestro interior. El no le niega las peticiones a los suyos.
El que oye, guarda y practica, este es sabio para Dios. El título que Dios otorgará será a aquellos que se humillan y lo dejan todo por El. En el turbante que llevaban los sacerdotes en el antiguo testamento habían unas escrituras que decían Santidad a Jehova. Al igual nosotros hoy debemos llevar grabado en nuestra mente “ SANTIDAD A JEHOVA.” Las riquezas están allí donde se entiende y se aprecia la gloria postrera. El nos hace prósperos concediéndonos su favor. El sacrificio de la Cruz es el avivamiento perfecto de la primera y de la segunda gloria.