Los Dos Tipos de Oidores

Por: pastor Daniel Brito

Título: Los dos tipos de oidores

Texto: Santiago 1:18-27

«Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.
19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse;20 pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.21 Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida.
22 No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.23 El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo24 y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es.25 Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.
26 Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.27 La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.»*

Introducción:
En esta noche, regresamos al tema de la importancia de la Palabra de Dios, y el efecto que produce en nuestras vidas. El mundo se compone de dos grupos: los religiosos, y los que no son religiosos. Entre los religiosos están los oyentes, o los que son por tradición, y los practicantes. Trataremos los siguientes temas:

(1) Los dos tipos de oidores.
(2) El Poder de la Palabra de Dios.
(3) Hacedores de la Palabra.
(4) La Pregunta.

Lección:
1. Los dos tipos de oidores. — El SEÑOR JESÚS en el Sermón del Monte, mencionó a los que oían, y ponían por obra sus Palabras. Mateo 7:24: “Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.” Creo que todos podemos recordar cuando éramos niños o adolescentes, y nuestros padres nos daban un consejo, fuera después de un regaño, o por otra razón. ¿Pero cuantas veces después de oír el consejo, simplemente lo echábamos a un lado? A eso le llamamos el no poner atención a lo que se estaba diciendo. Y es muy claro que eso es lo que nuestro Texto quiere decir sobre aquellos que escuchan la Palabra de Dios, pero no le ponen atención. Dentro de ésta categoría, hay una variedad de oidores.

a. El oidor que nunca hace una decisión. —Este, ha oído el Evangelio, pero nunca se ha comprometido. Es muy claro que este tipo de oidor es muy común, porque hay tanta gente que escucha el Evangelio pero lo deja a un lado, para otro tiempo.

b. Luego tenemos al oidor que se convierte, pero no cambia. Veamos algunas cosas:

i. Se mira en el espejo. — Es una comparación muy importante que todos conocemos. ¿Cuántas veces no nos miramos en el espejo? El espejo le revela a uno como uno se ve en ese momento. Es como uno mismo verse los desperfectos de uno mismo en el espejo, y no hacer nada. Eso es lo que esta porción de la Palabra nos enseña.

(1) El espejo es la Palabra de Dios, y el que se mira en ella al escucharla, o al leerla, se puede ver exactamente como es, y como debería ser.

(2) Acepta su condición, pero no actúa. Eso es porque se ve en el espejo de la Palabra de Dios, pero voltea y la pone a un lado.

(3) Sigamos a nuestro siguiente punto.

2. El Poder de la Palabra de Dios. — (Sant. 1:18-21). El apóstol Santiago nos deja ver como la Palabra de Dios nos hace nacer de nuevo.

a. Eso es porque al oír la Palabra de Dios, ella produce esa FE necesaria en nuestras vidas para creer para Salvación. De ahí que Romanos 10:17 diga: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.” Mientras que muchos piden y cantan al SEÑOR que les dé FE, la Biblia nos enseña que viene por el oír la Palabra de Dios.

b. La Palabra de Dios es la que el Espíritu Santo usa para limpiar y purificar nuestras vidas. Juan 17:17 dice: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.”

i. La razón es que todos necesitamos que nuestros pensamientos sean purificados, y es la Palabra de Dios, la que establece nuestros pensamientos, y los cambia. Por eso Filipenses 4:8 dice que pensemos en lo siguiente:

(1) «Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.»

c. La ley de la libertad. – “Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.” (Verso 25).

i. La Palabra de Dios es perfecta, y el que se somete a ella, andará en libertad. Hay tres razones por las que la ley es perfecta:

(1) Es la ley de Dios, promulgada y revelada por Él.

(2) Es perfecta porque no se puede mejorar.

(3) Si una persona cumple la ley de Cristo, cumple el propósito para el que Dios la puso en el mundo.

ii. Es también ley de la libertad porque nos libra de la esclavitud del pecado.

iii. Sigamos al siguiente punto.

3. El hacedor de la Palabra. — El discípulo, decían los rabinos, aprende lo que debe hacer, no solamente lo que debe aprender, o enseñar.¹ En otras palabras, se practica lo que uno predica.

a. Un hacedor de la Palabra es uno que practica la Palabra, y por eso se constituye en un discípulo.

b. Pronto para oír. – Dos oídos se nos son dados, observan los rabinos, y una lengua encerrada.²

i. Quiere decir que Dios hizo los oídos afuera para siempre oír, y la lengua está encerrada en la boca de uno para hablar solamente cuando sea necesario.

(1) Una falla nuestra es hablar más de los que oímos. Por eso es mejor escuchar la Palabra de Dios, y ponerla en práctica.

(2) Se logra más con los hechos, que con palabras.

c. De ahí que Santiago mencione la verdadera religión. Porque si la Palabra de Dios es poderosa para hacerlo a uno nacer de nuevo, también lo será en la conducta que el creyente debe de llevar. Hay dos cosas importantes en la conducta del creyente:

i. La primera es sobre como debemos comportamos con los semejantes:

(1) Noten como la conducta debía llevar lo esencial y eso era la ayuda a las personas que eran considerados como desamparados. Las mujeres no ocupaban empleos como lo tienen hoy día, y quedaban a la merced de familiares.

(2) Los huérfanos quedaban sin el sostén de sus padres, la mayoría de las veces mendigando. Por eso el Salmo 68:5 dice:

(a) “Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa.”

ii. Lo segundo es el mantenerse limpio de la corrupción del mundo, o del pecado. Eso solamente puede ser a través de la obediencia a la Palabra de Dios.

d. Es por eso que la verdadera religión es la obediencia a la Palabra de Dios, y para obedecerla, hay que practicarla, que es: ponerla por obra. Es así como la Palabra de Dios nos dice que seamos HACEDORES DE LA PALABRA DE DIOS.

e. Sigamos ahora a nuestro último punto.

4. La Pregunta. — Debemos examinarnos frecuentemente para ver si estamos poniendo por obra lo que la Palabra de Dios nos dice que hagamos. De ahí la pregunta en esta noche: ¿Eres oidor olvidadizo de la Palabra de Dios? Tal vez no seamos olvidadizos, porque nos acordamos, pero eso es exactamente lo que leímos anteriormente sobre mirarnos en el espejo. Por eso el SEÑOR nos llama a ser HACEDORES de Su Palabra, y no solamente oidores.

Conclusión:
Un llamado y oración.

Notas:

1. A.R. Fausset, A Commentary, Jamison-Fausset-Brown, vol. III, pag. 585, Eerdmans Publishers.

2. Ibid., p. 584

*Toda Referencia Bíblica es tomada de la Biblia Nueva Versión Internacional.

**Este sermón fue predicado en Septiembre, 2008.