“Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?” (1 S. 21:12–15).
Introducción
Después que ungido tomó la espada de Goliat que estaba en Nob de manos de Ahimelec el sumo sacerdote, sigue huyendo de Saúl (21:10) hasta Aquis rey de Gat.
Muy probablemente el ungido haya sido tomado prisionero por los soldados del rey Aquis de Gat, de la pentápolis filistea. Es sumamente interesante que el gigante Goliat era de Gat (17:4), que David se hubiera armado con su espada y que llegue a su ciudad donde en otro tiempo aquel fue considerado un héroe nacional.
Los ungidos muchas veces se encontrarán en el territorio de sus enemigos, y allí tienen que cuidarse mucho de la fama que se les ha dado y no hacer alardes de su unción.
- La visita equivocada
“Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat” (21:10).
El ungido pudo consultar la voluntad de Dios a través del efod, pero no lo hizo. Salió sin dirección divina. Cualquier viaje que hagan los ungidos sin ser dirigidos por Dios, puede ser fatal y peligroso para su ministerio.
El diablo siempre tendrá un lugar para que el ungido visite. Al ungido se le podrán olvidar muchas victorias y derrotas que le haya infligido al maligno, pero este jamás se olvidará, y siempre buscará la revancha.
Mucho se ha especulado cómo David llegó hasta Aquis. Leemos: “y se fue a Aquis rey de Gat”. La persona y el lugar eran equivocados para el ungido. Hay personas y lugares con las cuales los ungidos no pueden asociarse. Su contacto con ellos puede ser la causa de su ruina ministerial.
¿Por qué el ungido se fue a Aquis rey de Gat? Primero, pensó que siendo aquel enemigo de Saúl, y siendo el perseguido por Saúl, esto lo pondría en una buena posición de aceptación. Segundo, quizás no le quedara otra alternativa que pasar por la ciudad de Gat y sin desearlo se encontró con Aquis. Tercero, llegó hasta Aquis porque no previo las consecuencias de su visita.
Los ungidos deben orar a Dios primero para que Él les apruebe o desapruebe con quién se quieren asociar y dónde deben ir. “Aquis” y “Gat” aunque aparecen en el camino, tienen la apariencia de ser una bendición, son una trampa del diablo para destruir al ungido. Ungido no te asocies con Aquis y no entres a la ciudad de Gat. No tomes esa ruta aunque parezca buena. Mejor desvíate, toma una ruta más larga y menos placentera, pero tomarás la ruta de Dios.
No visites a Aquis y no visites a Gat. Allí la vida del ungido corre peligro. David se estaba metiendo en la boca del león sin darse cueva.
- La realización correcta
“Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat” (21:12).
Los siervos de Aquis reconocieron al ungido. “Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, Y David a sus diez miles?” (21:11). Muchas cosas que el ungido escucha a otros decir las tiene que poner en su corazón. Allí las tiene que filtrar y analizarlas espiritualmente. Lo que decían los siervos de Aquis era halagador y adulador, pero conllevaba peligro para la seguridad del ungido.
De la madre de Jesús leemos: “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc. 2:19). Hay cosas que hay que poner en el corazón, hay que guardarlas en el corazón y hay que meditarlas en el corazón.
El ungido se tiene que cuidar mucho de que su fama y lo que de él digan, no se convierta en causa de su propia destrucción. Leemos: “Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat”. No era un temor cobarde, sino un temor por su seguridad.
III. El extraño cambio
“Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba” (21:13).
El ungido fingió ser la persona que no era para proteger su vida. Actuó totalmente contrario a lo que de él se decía. Lo que él llegaría a ser era de más importancia que todo lo que de él se decía.
Al verse en peligro de muerte, se fingió loco. Antiguamente a las personas dementes o afectadas de sus facultades mentales, se les respetaba la vida.
El rey Aquis se quedó convencido de que David estaba demente (21:14). Por eso pregunta: “¿Por qué lo habéis traído a mi?” Aun loco no lo quería en su presencia y menos todavía en su casa (21:15).
Los ungidos se encontrarán en ocasiones cuando tendrán que jugar a los tontos. Aparentarán ser unos ignorantes. Disimularán su autoridad y no expresarán su unción.
A veces conviene dejar que las personas se crean de nosotros lo que no somos. El ungido aunque se presente como un tonto y pretenda ser un tonto, no es ningún tonto. La vida es un melodrama y en ocasiones nos toca actuar en uno de sus papeles.
En esta ocasión el ungido tenía que preservar su vida. Por eso actuó como lo hizo. El que fuera criticado, burlado, subestimado y menospreciado; era algo que no le quitaba nada a él. Por el contrario, lo ayudaría a sobrevivir y a moverse hacia el futuro.
En 1 Samuel 27:1–12, transportándonos ya al futuro del ungido, veremos que con seiscientos hombres se refugio en Gat y el rey Aquis le dio asilo a él, a sus hombres y familias, incluyendo las esposas de David, Ahinoam jezreelita y Abigail.
El rey Aquis también le regaló la ciudad de Siclag, que se hizo parte de Judá (27:6). En territorio filisteo David llegaría a vivir en el futuro un año y cuatro meses (27:7). Desde allí el ungido saldría en incursiones militares con sus hombres (27:8–9). Todo esto lo haría secretamente el ungido (27:10–12).
Conclusión
(1) El ungido antes de asociarse con alguien y de mudarse a algún lugar debe buscar la dirección divina. (2) El ungido tendrá mucho cuidado cuando sus enemigos le dan mucha fama. (3) El ungido tendrá que saber cuando disimular para no perder la unción.
Kittim, S. (2002). David el ungido – sermones de grandes personajes bíblicos : Kittim, Silva (114). Grand Rapids, Michigan, EE. UU. de A.: Editorial Portavoz.