Salmos 24.3-6
Pensando en nuestras vidas, como podemos hacer para llegar al Lugar Santo, y ya no refiriéndonos al AT, sino, ahora, al Lugar Santo que nos tiene preparado nuestro Padre Celestial.
I. ¿Quién puede entrar al Lugar Santo?
A. Pensemos en este contexto.
i. El arca del pacto estaba siendo llevada a Jerusalén. La pregunta ahora era, ¿quién estaría en condiciones de subir “al monte de Jehová”, y estar “en Su lugar santo”?
ii. Esta pregunta se hacía urgente, por el incidente que había ocurrido cuando David intentó llevar el arca a Jerusalén la primera vez. En ese momento, un hombre llamado Uza murió, cuando tocó el arca (2 Sam 6:6-7).
iii. Ese incidente recalcó la santidad de Dios, y lo peligroso que era acercarse a Dios indebidamente.
iv. Solo los sacerdotes entraban al lugar Santo.
B. Pero Esto Representa el Cielo.
i. Esta tierra es el escabel de los pies de Dios; aquí estaremos por algún tiempo, muy poco, pues hemos de ir en breve a otro lugar, y « ¿Quién subirá al monte de Yahweh?» (v. 3).
ii. Es cierto que el monte de Yahweh es Sión, pero ya hemos dicho que tipifica al Cielo y, en este sentido, hemos de preguntarnos:
1. ¿Quién subirá al Cielo para disfrutar de la gloria de Dios, después de haber disfrutado aquí de su gracia y de su comunión por medio de la oración, la palabra sagrada y las ordenanzas?
2. Un alma que considere su propia naturaleza: su origen, su inmortalidad, etc., tras considerar la tierra y cuanto la llena, quedará insatisfecha y se dirá: « ¿Qué haré para subir al lugar santo, al santo monte donde Dios habita, y permanecer en aquel lugar dichoso, donde Dios extiende su propia morada sobre los suyos?» (Ap. 21:3).
C. No es solo como Turismo Espiritual.
i. No es, entrare y veré, esperando observar algo bonito.
ii. Spurgeon observa los dos verbos que David usa – ‘subir’ y ‘estar’. Acercarse a Dios requiere un tremendo esfuerzo. Dios es “Altoy Sublime”, y habita “en la altura y la santidad” (Is 57:15); por lo tanto, no debemos pensar que es cosa fácil acercarse a Él. Tenemos que hacer un esfuerzo, como un alpinista, quien lucha por lograr la cima de una montaña. Y no es asunto simplemente de subir, ver a Dios, y bajar. Se trata de ‘estar’ en la presencia de Dios; quedar, permanecer, vivir. Solo cierta clase de persona logra esto.
II. Pero ¿quien está en condiciones de entrar?
Si tomamos las palabras, “lugar santo”, literalmente, entonces la pregunta que el salmo plantea es, ‘¿quién está en condiciones de ingresar a la presencia de Dios, y servirle?’ Dicha pregunta sería dirigida específicamente a los sacerdotes, quienes eran los únicos permitidos ingresar al lugar santo. Sin embargo, también sería una pregunta importante para todo judío temeroso de Dios, y que deseaba acercarse al Señor, y profundizar su comunión con Él.
A. “El limpio de manos…”
i. Siendo un poema, David emplea una figura literaria (), en la cual la palabra “mano” representa todo el cuerpo, y no debe entenderse literalmente (Quizá tenemos un ejemplo parecido en Is 6, donde la palabra “labios” [v.5, 7], representa la totalidad del cuerpo del profeta.).
ii. El creyente es justificado por fe, y limpiado por la sangre de Cristo. Sin embargo, tiene la responsabilidad de guardarse de todo pecado; especialmente de aquellos pecados ‘escandalosos’ y graves, que provienen de las tentaciones del mundo y de la ‘carne’.
iii. Los sacerdotes que ministraban en el santuario, tenían que estar limpios, no solo moralmente, sino también ceremonialmente. No podían tocar nada que estaba contaminado.
iv. Limpios de todo lo que ofende a Dios, hace daño al prójimo y contamina al propio sujeto; es limpieza exterior.
B. “…y puro de corazón”