Alabanza: Mateo 6 – La Oración que Jesús nos Enseñó
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Sermón
El Padre Nuestro es más que una oración; es un modelo divino que nos muestra cómo acercarnos al corazón de Dios. En Mateo 6:9-13, Jesús no solo nos enseña qué decir, sino cómo vivir una vida de oración en comunión con nuestro Padre celestial. Hoy reflexionaremos sobre esta oración, descubriendo sus profundas verdades y cómo transforman nuestra relación con Dios y nuestra vida diaria.
1. «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre»
Jesús comienza invitándonos a dirigirnos a Dios como «Padre». Este título nos recuerda que nuestra relación con Él es cercana, llena de amor y confianza. No estamos orando a un Dios distante, sino a un Padre que nos cuida, nos escucha y nos entiende.
Cuando decimos «santificado sea tu nombre», reconocemos Su santidad y lo exaltamos por quien Él es. Antes de pedir algo, Jesús nos enseña a honrar y adorar a Dios, poniendo nuestro enfoque en Su grandeza y Su carácter. Esto nos desafía a preguntarnos: ¿Cómo está reflejada la santidad de Dios en nuestras vidas?
2. «Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra»
Aquí Jesús nos llama a rendirnos a la soberanía de Dios. Pedir que venga Su reino es desear que Su autoridad y justicia se manifiesten en nuestras vidas y en el mundo. Al pedir que Su voluntad se haga, estamos dejando de lado nuestros propios planes y sometiéndonos al propósito perfecto de Dios.
Esto es un recordatorio de que nuestra oración no se trata solo de nuestras necesidades, sino de alinearnos con el plan eterno de Dios. Como discípulos, debemos preguntarnos: ¿Estamos buscando Su reino primero o nuestros propios deseos?
3. «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy»
Jesús nos invita a confiar en Dios para nuestras necesidades diarias. Él sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos, pero desea que dependamos de Él cada día, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Su mano.
En un mundo donde buscamos seguridad en lo material, este versículo nos recuerda que nuestra verdadera provisión viene de Dios. Es una llamada a la humildad y a la gratitud, sabiendo que Él es nuestro proveedor fiel.
4. «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores»
Este es un llamado a examinar nuestro corazón. Todos necesitamos el perdón de Dios, pero también somos llamados a extender ese mismo perdón a los demás. Jesús conecta nuestra relación con Dios con nuestras relaciones humanas.
El perdón no es opcional; es esencial para vivir en la libertad que Cristo nos ofrece. Si retenemos el perdón, nuestras propias oraciones pueden ser obstaculizadas. ¿Hay alguien a quien necesitas perdonar hoy?
5. «No nos metas en tentación, mas líbranos del mal»
Jesús reconoce que vivimos en un mundo lleno de pruebas y tentaciones, pero nos anima a buscar la protección de Dios. Esta petición refleja nuestra necesidad de Su fuerza para resistir el pecado y el ataque del enemigo.
Este versículo también nos recuerda que la vida cristiana es una batalla espiritual. Solo con la ayuda de Dios podemos vencer el mal y permanecer firmes en Su camino.
6. «Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén»
Aunque esta doxología no aparece en todos los manuscritos, es una poderosa declaración de alabanza. Reconocemos que todo pertenece a Dios: Su reino es eterno, Su poder es ilimitado y Su gloria incomparable.
Este final nos lleva de regreso a la adoración, recordándonos que nuestras oraciones no son solo para pedir, sino para exaltar al Rey de reyes.
Conclusión: Orando con el Corazón de Jesús
El Padre Nuestro no es solo una oración que repetimos; es una guía para una vida de comunión con Dios. Nos enseña a acercarnos a Él con confianza, a buscar Su voluntad, a depender de Su provisión, a vivir en perdón y a resistir el mal con Su ayuda.
Hoy te invito a hacer del Padre Nuestro una parte viva de tu relación con Dios. Ora con sinceridad, con reverencia y con un corazón dispuesto a ser transformado. Que esta oración sea no solo palabras en tus labios, sino una expresión de fe y devoción al Dios que es nuestro Padre celestial.
Amén.
Pastor Juan Alvarez