ZOROASTRO, ZOROASTRISMO

Doctrina religiosa antigua. Se trata de las enseñanzas de Zoroastro o Zoroastro (siglos V y VI a.C.), un personaje semilegendario persa o iraní­ cuya existencia histórica se discute. Según sus seguidores, Zoroastro tuvo una experiencia dramática de tipo religioso: un encuentro con Ahura Mazda o el «Sabio Señor». Como profeta de una nueva religión obtuvo la conversión del rey Vishtaspa, de Irán Oriental; sus seguidores recibieron la protección de Darí­o el Grande.
En su religiosidad se combinan elementos antiguos de las creencias persas con aspectos éticos, pero además de combatir a los dioses de la religión del pueblo promovió sobre todo la adoración de Ahura Mazda, el espí­ritu único, después llamado Ormuz. Su teologí­a es dualista. Ormuz, el creador supremo, se opone a Angra Manyú o Ahrimán, el dios malo. En los escritos sagrados o Zend-Avesta, se describe esta confrontación. La victoria final será para Ormuz.
En el zoroastrismo, cada humano debe elegir entre Ahura Mazda y Ahrimán, lo cual decide su destino eterno. Los «Santos Inmortales» o atributos del supremo Dios que se encuentran en el alma humana revelan a Ahura Mazda.
Con el tiempo, sobre todo después de la muerte de Zoroastro, el politeí­smo influyó en sus seguidores y ciertos atributos divinos empezaron a considerarse deidades aparte. Entre las nuevas deidades estuvo Mitra, el dios del Sol invencible. Tanto el ® MITRAíSMO como el ® MANIQUEíSMO pueden ser considerados como religiones influenciadas por ideas extraí­das del zoroastrismo.
Zoroastro pudo promover una religión escatológica cuyas creencias anunciaban el fin del presente estado de cosas y la llegada del reino de Ormuz sobre la tierra. Varios eruditos enseñan que el zoroastrismo influyó en el judaí­smo del cautiverio.
El zoroastrismo disfrutó del rango de religión oficial en Persia durante gran parte del reinado de la dinastí­a Aqueménida, siglos antes del nacimiento de Cristo, y recuperó esa condición con los Sasánidas, a partir del siglo III. Fue perdiendo esa posición con la llegada del cristianismo y sobre todo con la implantación del islamismo a partir del siglo VII. En cierta forma predominó casi mil años hasta la llegada del Islam a Persia.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

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Es una religión fundada en la antigua Persia por el profeta Zoroastro. La predicación de su doctrina se conserva en sus «Gathas» o himnos métricos (salmos), que forman parte de la escritura sagrada conocida como «Avesta» 0 Zend-«Avesta» y transmiten el espí­ritu de Zoroastro.

1. Zoroastro
Zoroastro nació hacia el 630 y murió hacia el 550 a. C. Profeta persa, fundador religioso también conocido por su nombre persa antiguo, Zarathustra. Pertenecí­a a la noble familia de los Spitama, en Airyana Vaejah (Persia). Tal vez deba ser localizado en el perí­odo inmediatamente anterior a la dinastí­a Aqueménida, aunque pudo también haber existido en fechas más arcaicas.

Tal vez fue sacerdote de algún templo local. Parece que ya en su juventud empezó a recibir las revelaciones de «Ahura Mazda» (Señor de la sabidurí­a).

Sus «comunicaciones» con la divinidad, y sus dificultades para predicar, se reflejan en los «Gathas», la parte del Avesta, que habla de las revelaciones. Después de años de lucha con los sacerdotes de los cultos antiguos y con sus familiares, aunque luego persuadió a muchos de ellos, su empresa tu acierto.

Su mejor conquista fue Vishtaspa, rey de Chorasmia (hoy en Turkestán). Con tal ayuda, su religión comenzó su difusión. Prohibió los ritos orgiásticos que acompañaban a los sacrificios persas a los dioses. Mantuvo el culto al fuego. Negó el valor de los sacrificios a Ahrimahan y a los dioses que le acompañaban en el culto popular.

Elaboró un plan de vida que tendí­a a proteger a los habitantes de las montañas, la mayor parte dedicados a la ganaderí­a, de los abusos de ladrones y de la explotación de los pequeños caciques de cada lugar. Por eso puso en la justicia énfasis particular.

Así­ consiguió cada vez más adhesiones. Incluso interesó a muchos intelectuales en su sistema dualista, en el que primaba la lucha entre el bien y el mal. Aceptó el doble principio malo y bueno, que la religión persa primitiva habí­a identificado en dos dioses Ohrmuth y Ahrimahan. Zoroastro los redujo a un aspecto cósmico regido por un solo dios: Ahura Mazda, acogiendo la doble tendencia humana a lo bueno y a lo malo.

Con todo, su doctrina no estuvo exenta de concesiones mitológicas. Así­, uno de los hijos de Ahura Mazda, Ahriman, optó por ser demonio y se opuso al bien.

Por eso la lucha entre el bien y el mal se hace presente también en el corazón de cada hombre. Eso harí­a que mas tarde hasta los grandes pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, se interesaran por su pensamiento y, en cierto sentido, se vieran influidos por él.

No cabe duda de que muchas de sus ideas pasaron al mismo pensamiento judeo cristiano: ángeles, demonios, vida ultraterrena, lucha, alma, cuerpo, etc, al menos en los primeros tiempos en que las corrientes persas se hicieron presente en sectas o grupos gnósticos y maniqueos.

2. Libros sagrados
Es el Avesta, conjunto de escritos del zoroastrismo o mazdeí­smo, hay variedad. Consta de cinco partes o libros diferentes en contenido y época de composición

– Los «Gathas», son himnos y canciones que se atribuyen al mismo Zoroastro y por eso se veneran más.

– El Yasna, son comentarios y ritos relativos al culto. Es el principal documento litúrgico.

– El Visprat recoge otros himnos, plegarias y alabanzas a los grandes lí­deres de la secta.

– El Vendidad es el libro de la ley zoroastrista. Incluye un relato mí­tico de la creación.

– El Khurda Avesta incorpora textos, himnos y oraciones menores. Entre ellos, los Yashts son 21 himnos dedicados a ángeles y héroes.

2.1. Gathas y los Siete capí­tulos
Son los libros principales. Reflejan la teorí­a zoroastrista, que resulta ambigua y enrevesada. Refleja cierto sincretismo al que llega Zoroastro por asumir, o querer armonizar, las visiones personales y las creencias populares anteriores. Preferentemente, lo personal está resumido en los Gathas y es con probabilidad el propio de Zoroastro quien lo elabora: culto monoteí­sta, amor a la sabidurí­a, intuición de las emanaciones divinas (Asha).

El segundo elemento implica tolerancia politeí­sta: culto a un Señor (Ahura), que es custodio de Asha, y a otras divinidades, genios, espí­ritus.

La liturgia de los Siete Capí­tulos es un complemento, o suplemento, a sus visiones. Parece que procede de un texto primitivo compuesto en su propio dialecto, tras la muerte de Zoroastro. Superpone las creencias primitivas persas y sugiere ciertas contradicciones con los «Gathas». Se defiende la adoración de muchos objetos naturales y criaturas mí­ticas, se suscita la admiración por los espí­ritus ancestrales y la misma figura de Ahura Mazda no recuerda tanto a la deidad de Zoroastro como al dios Varuna (denominado el Asura, Señor) y surgida de la más antigua de las composiciones religiosas indias, como aparecen en el Rig-Veda.

Incluso, se presenta a «El Ahura» de los Siete Capí­tulos con esposas (denominadas Ahuranis) que, como las Varunanis de Varuna, se muestran en forma de nubes y agua de lluvia.

Se presenta al Sol como el ‘ojo’ de ambas deidades. Las influencias védicas son evidente: el nombre de Asura se une a veces al de Mithra. En los Veda, los nombres de Mithra y Varuna también se aúnan.

2.2. La Yasna y la Vendidad Los Gathas y los Siete Capí­tulos forman parte de una obra mayor denominada Yasna. El resto está compuesto en otro dialecto muy ligado a éste.

Este material ilustra además la incorporación del paganismo politeí­sta de otros pueblos arios en el zoroastrismo, como lo hacen los Yashts, que son himnos a deidades individuales.

Entre estas deidades se encuentra Anahita, diosa de la fertilidad y de los rí­os (protectora de la costumbre y de los matrimonios incestuosos).

La última parte del Avesta (la Vendidad o Videvdat) fue compuesta después de la conquista de Persia por los griegos en el siglo IV a.C. Es una codificación de ritos y leyes. Refleja costumbres de los magos, que forman una casta sacerdotal de origen medo. Entre estas costumbres se encuentran la exposición de los cadáveres, la protección de los perros y el sacrificio sangriento de animales.

3. Doctrina

El zoroatrismo parte de una dogmática monoteí­sta y de una ética dualista. En los «Gathas» se explí­cita la existencia de un culto monoteí­sta a Ahura Mazda («Señor de la sabidurí­a») y de un dualismo ético que contrapone la Verdad (Asha) y la Mentira (Druj) en el mundo.

Todo lo que es bueno procede de las emanaciones de Ahura Mazda.

«Spenta Mainyu» (el Espí­ritu benefactor) es la fuerza creadora del bien. Se manifiesta en las seis manifestaciones buenas: buen pensamiento, verdad, fuerza, devoción, salud y vida.

El mal lo causa el dios gemelo de Spenta Mainyu, «Angra Mainyu» («Espí­ritu diabólico», tal vez el dios demonio arcaico Ahrimahan) que tiene muchas manifestaciones: la mentira, la crueldad, el dolor, entre otras.

Los humanos deben elegir en vida y en la muerte. En vida debe optar por el bien o por el mal. A su muerte, el alma de cada persona será juzgada en el «Puente de la discriminación». Quien siga a la Verdad lo cruzará y llegará al paraí­so. Los discí­pulos de la Mentira caerán al infierno. Todo mal se eliminará de forma definitiva de la tierra en una purificación de fuego y metal fundido.

Con todo, las diversas interpretaciones religiosas habrí­an de variar notablemente a los largo de la Historia.

4. Cambios y variaciones

La religión representada por el Avesta floreció seis siglos antes de la era cristiana.

4.1. Epoca primitiva.

El zoroatrismo estuvo arropado por la fe de los Aqueménidas, dinastí­a a la que pertenecieron los reyes persas Ciro el Grande, Darí­o I y Jerjes I.

El primer rey persa que reconoció la religión fue Darí­o I el Grande. Sus inscripciones están llenas de alabanzas a Ahura Mazda; valora y exalta la racionalidad y parece considerar la Mentira como una fuerza del mundo.

Su hijo, Jerjes I, también adoró a Ahura Mazda, pero quizá tuvo una menor comprensión de los detalles de la religión de Zoroastro.

Artajerjes I (reinó 465- 425 a.C.) fue adorador de Mazda, pero quizá adoptó una sí­ntesis de las doctrinas recibidas, bajo la dirección de los magos, donde las enseñanzas de Zoroastro se confunden con el antiguo politeí­smo.

Artajerjes II (reinó 409-358 a.C.) veneró a Ahura Mazda, Mithra y Anahita y durante su reinado se construyeron los primeros templos persas.

4.2. Los griegos.

La religión perdió adeptos tras la conquista de Persia por los ejércitos de Alejandro Magno a comienzos del siglo IV a.C. (Batalla de Arbelas, 331). Se perdieron muchos de los libros sagrados y se enfriaron las creencias ante el impulso de los cultos y usos griegos.

Se impusieron las múltiples divinidades helenas con sus mitologí­as más brillantes y fantasiosas sobre el cielo, los hombres, las guerras y las razas.

Durante el dominio de los Seléucidas griegos (305-64 a.C.) y de los Arsácidas partos (c. 250 a. C. 226 d.C.), prosperaron usos extranjeros junto con el zoroastrismo.

La posterior dinastí­a persa de los sasánidas (226-641) estableció el zoroastrismo como religión oficial de Persia, pero con nuevo planteamiento.

En la teologí­a sansánida, Ahrimahán se oponí­a a Ohrmuth (llamado Ahura Mazda) y no a Spenta Mainyu. Esta teologí­a ya habí­a aparecido en el sistema de los magos del siglo IV a.C., según los historiadores griegos. Algunos teólogos sasánidas enseñaban que Ohrmuth y Ahrimahán eran los hijos gemelos del Tiempo Infinito (Zervan).

4.3. Tiempos romanos.

Muchos de los dioses persas se integraron poco a poco en la constelación teológica de los conquistadores. La principal influencia fue la de Mitra, el dios de la luz y de la cordura.

En el Avesta, Mitra aparece como el principal yazata (del avestan, «benefactor») o buen espí­ritu y gobernante del mundo. Se suponí­a que habí­a sacrificado al toro divino, de cuyo cuerpo muerto surgieron todas las plantas y animales beneficiosos para la humanidad.

Los griegos habí­an identificado a Mitra con Helios (el dios del sol) y fomentaron el culto al astro rey. En Roma entró hacia el año 68 a.C. de manos de los piratas cilicios, capturados por Pompeyo. En los primeros años del Imperio su culto se extendió con gran rapidez por toda Italia y las provincias romanas.

Esta creencia que rivalizó particularmente con el cristianismo en el Imperio romano, precisamente por la similitud de cultos. El mitraí­smo fomentaba las ideas de humildad y amor fraternal, el bautismo, el rito de la comunión, utilizaba agua bendita, cirios y aspersiones, celebraba sus ritos el primero dí­a de la semana y consideraba el 25 de diciembre (fecha del nacimiento de Mitra) como dí­a santo. Además defendí­a la inmortalidad del alma, el juicio final y la resurrección.

Con todo, el mitraí­smo reflejaba lacras sociales que le alejaron del cristianismo: la exclusión de las mujeres de sus ceremonias y la acogida de dioses secundarios y de ritos mistéricos, en ocasiones eróticos, que le hicieron sinónimo de corrupción y libertinaje.

4.4. Epoca posterior Persia fue agresivamente empujada al islam tras su conquista por los árabes en el siglo VII (expansión entre el 634 y el 651). No obstante, el zoroastrismo sobrevivió en pequeñas comunidades de «gabars» (infieles para los mahometanos) en las regiones montañosas de Yezd y Kermân. En Irán se les siguió durante siglo llamados «parsis» (literalmente, persas).

Muchos huyeron hacia el Este, a la India, donde todaví­a perviven en determinadas formas y con variados cultos, sobre todo cerca de Bombay. Recitan todaví­a la liturgia avéstica y vigilan los fuegos sagrados, consumen un haoma no embriagador y desconfí­an de la doctrina de los magos.

5. Cristianismo y zoroatrismo
Aunque el zoroastrismo es una religión de fuerte carga ética y de excelente valores sobre la dignidad del hombre y sobre el deber de cumplir con los deberes propios, es preciso preparar para entender, desde el respeto, sus deficiencias y limitaciones.

Es minoritaria y residual en Irán y en la India, pero en la Historia ha tenido relativa importancia. Hay muchas ideas ética que han influido en las culturas occidentales: teorí­a del bien y del mal, desconfianza del cuerpo y valoración del espí­ritu, necesidad del buen gobierno para la promoción del a justicia social. Por eso resulta interesante para el cristiano conocer sus dogmas y consignas morales y descubrir el gran aprecio que manifiesta al bien.

Al cristianismo las influencias le llegan más bien indirectamente, es decir por el peso especí­fico que tuvieron en Occidente algunas de derivaciones como, por ejemplo, la del maniqueí­smo.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Se llama «zoroastrismo» a la religión primitiva y «tradicional», que tiene su origen en Persia, por obra de Zarathrustra (Zoroastro), en el siglo VI antes de Cristo. Se llama también parsismo. Recalca el doble principio del bien y del mal (en una lí­nea dualista), e invita a la santidad para prepararse al inminente advenimiento de un nuevo mundo. Los seguidores de esta religión dejaron su paí­s de origen (Persia) en el siglo IX de nuestra era, huyendo de los musulmanes y se refugiaron en la India occidental.

Fuente: Diccionario de Evangelización

Una religión que se desarrolló en Irán alrededor del siglo seis a.C., generalmente atribuido a Zaratustra que nació en Irán «258 años antes de Alejandro». La fecha del nacimiento de Zaratustra ha sido dada con una variación entre el 6.000 a.C., el 1.400 a.C., y el 1.000 a.C.; pero Herzfeld acepta la fecha tradicional, aproximadamente, como se acepta ahora (Herzfeld, 570–500 a.C.; Jackson, 660–583 a.C.). Por consiguiente, Zaratustra fue contemporáneo con otros grandes personajes, incluyendo a Buda, Confucio, Lao Tze, y varios profetas hebreos. El que Zaratustra hubiera usado materiales védicos encontrados en el hinduismo primitivo apenas puede ser negado; parece más probable que fuera un politeísta como Darío, Jerjes, y otros que probablemente fueran zoroastristas (al menos, sus inscripciones rinden homenaje a Ahura Mazda). Pero Zaratustra estaba protestando en contra de lo falso y lo cruel de la religión, y seguía el principio, «si los dioses hacen algo vergonzoso no son dioses». Por lo tanto exaltaba a Ahura Mazda («Señor sabio», a menudo mal traducido como «Señor de luz») como el supremo entre los dioses o espíritus, y veía al mundo como una eterna lucha entre Ahura Mazda y Angra Mainyu (o Ahramanyuš, Ahriman, «Espíritu del mal»), quienes llegaron a existir independientemente en el pasado lejano. Por lo tanto, el zoroastrismo se llama un dualismo pero es un dualismo limitado. Zaratustra hace un llamado a los hombres a unirse a Ahura Mazda en este conflicto, siendo las palabras claves de tal religión «buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones». Sin embargo, la victoria final de Ahura Mazda no había de ser consumada con ayuda humana, sino por medio del advenimiento de una figura mesiánica, el Saoshyant. La duración de la batalla había de ser de 6.000 años (cuando Zaratustra nació ya había transcurrido 3.000), los siguientes habían de ser la resurrección y el juicio. Muchos de los detalles del zoroastrismo son de desarrollo posterior, algunos poscristianos y aun posmahometanos, y los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a qué elementos se derivan de la enseñanza misma de Zaratustra.

A causa del hecho de que la revelación de las doctrinas de la resurrección, los ángeles, Satanás, el Mesías fueron posteriores al AT o aun al periodo intertestamentario en el judaísmo primitivo (véase), los eruditos, por lo general, han atribuido esas ideas a la influencia zoroastrista ejercida sobre el pueblo judío después del exilio en Babilonia. Moulton examinó estos puntos en detalle y concluyó que «no fueron comprobados». El descubrimiento de los pergaminos del Mar Muerto ha reabierto la discusión debido a la presencia de marcadas influencias «zoroastrianas» en la literatura de Qumrán. Algunos de los paralelos más impresionantes entre la escatología judío-cristiana y el zoroastrismo pueden ser presentadas como desarrollos muy tardíos de este último. Por otro lado, no sería un ataque violento a un alto concepto de inspiración el admitir que Dios pudo haber usado al zoroastrismo como un medio para estimular a la mente judía a pensar sobre esas materias al igual que lo hizo con el helenismo para preparar a la mente judía para la revelación cristiana (por el testimonio de Saulo de Tarso). Los Magos («Hombres Sabios») del relato del nacimiento pudieran haber sido sacerdotes zoroastristas.

BIBLIOGRAFÍA

J.H. Moulton, «Zoroastrianism», HDB 4, pp. 988–994; A.Y.W. Jackson, «Zoroastrianism», JewEnc 12, pp. 695–697; E. Herzfeld, Zoroaster and his World, 2 vols.

William Sanford LaSor

HDB Hastings’ Dictionary of the Bible

JewEnc Jewish Encyclopaedia

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (651). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología