ZEUS

el dios supremo y soberano omnipresente y absoluto del cielo y de la tierra, según la mitologí­a griega. Venerado en Garizim como Zeus Hospitalario. Cuando Pablo, acompañado por Bernabé, inició su predicación en Listra, fue tomado por Hermes y Pablo por Zeus Hch 14, 11-13.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

El principal de los dioses del Olimpo, correspondiendo al Júpiter romano (véase Act 14:12-13).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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En la mitologí­a griega, el dios del cielo y soberano de los dioses olí­mpicos. Corresponde al romano Júpiter.

En la Iliada y Odisea de Homero se le llama padre de los dioses y de los mortales. En las Teogoní­as de Hesí­odo es el protector de la raza humana y, como señor del cielo, el que hace dioses a los héroes. Como Señor del cielo, mandaba en las lluvias y en las nubes, por lo que se le representaba con rayos en las manos. El águila le obedecí­a y su sí­mbolo era el roble. Su morada estaba en el monte Olimpo, en Tesalia.

Su culto fue muy extenso. Se le veneraba y temí­a en todo el Mediterráneo, aunque sus principales templos estaban en Dódona, en el Epiro. El templo más antiguo, famoso por su oráculo, estaba en Olimpia, donde se celebraban los juegos olí­mpicos en su honor cada cuatro años.

El mito más antiguo de Zeus le hace hijo menor de Cronos y de la titánida Rea. Tuvo más hermanos: Poseidón, Hades, Hestia, Deméter y Hera. Un oráculo anunció a Cronos que serí­a destronado por uno de sus hijos, por lo que cada uno que le nací­a lo devoraba. Al nacer Júpiter, Rea envolvió una piedra en los pañales y engañó a Cronos y enví­o al niño a Creta, donde se alimentó con la leche de la cabra Amaltea y lo criaron unas ninfas.

Cuando creció, regresó y obligó a su padre a vomitar a los otros hijos. Se siguió una guerra entre los dioses: los titanes ayudaron a Cronos. Pero vencieron los partidarios de Júpiter, encerraron a los adversarios en el Tártaro y se hizo dueño del cielo. Sus hermanos Poseidón y Hades dominaron el mar y el submundo respectivamente.

Júpiter casó con Hera, su hermana, y tuvo a Ares, dios de la guerra; a Hebe, diosa de la juventud; a Hefesto, dios del fuego; y a Ilití­a, diosa del parto. Sus amorí­os con mortales y sus raptos fueron celebrados por los griegos, deseos de mostrar cierto origen divino de su raza helena.

El estudio de esta mitologí­a y de sus exageraciones, así­ como las demás griegas y romanas, que tanto han influido en el arte y en la literatura, fácilmente provoca la reflexión sobre la bajeza con la que concebí­an los pueblos sabios antiguos los hechos religiosos. No eran solo las supersticiosas clases populares, sino incluso mentes privilegiadas como las de Platón y Aristóteles celebraban sus ritos y fiestas, aunque en sus escritos llegará a escribir que a la divinidad solo se la puede entender como Dios supremo o como demiurgo ordenador (Platón) o como «noesis noeseos noesis» (inteligencia conocedora de su propia intelección) según Aristóteles.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Dios supremo de los griegos politeí­stas que corresponde al Júpiter de los romanos. Era dios de los cielos, y se consideraba que tení­a control sobre los vientos, las nubes, la lluvia y el trueno, ejerciendo su poder sobre estas fuerzas naturales tanto con un propósito destructivo como benéfico. El poeta Homero (Ilí­ada, VIII, 1-25) representa a Zeus como un dios con más fuerza que todos los demás dioses juntos. Sin embargo, no se le consideraba supremo en un sentido absoluto, pues a veces se le presenta como una ví­ctima de engaño que tiene que ceder a la voluntad de las Parcas y el Destino.
Aunque las leyendas relatan los incidentes de su nacimiento, niñez y ascenso al trono, se ocupan principalmente de las muchas aventuras amorosas de Zeus. Los relatos mitológicos explican que seducí­a tanto a diosas como a mujeres terrestres y que engendró un sinnúmero de hijos ilegí­timos. Paradójicamente, se dice que mató a Iasión (un mortal) por haber cometido inmoralidad con la diosa Deméter. Su matrimonio con Hera no solo se vio afectado por sus muchos actos de infidelidad, sino también por otros problemas. Se dice que su esposa lo regañaba tanto que en una ocasión se quejó amargamente de ello ante las deidades reunidas.
En ciertas ocasiones, la adoración pura de Jehová llegó a estar en conflicto directo con la adoración del dios falso Zeus. El rey Antí­oco IV Epí­fanes, intentando erradicar la religión judí­a, mandó que se profanara el templo de Jerusalén y se dedicara de nuevo al Zeus del Olimpo. Véase el libro apócrifo de 2 Macabeos 6:1, 2.
En el siglo I E.C., cuando los habitantes de Listra vieron a Pablo sanar a un cojo, creyeron que este y Bernabé eran dioses, e identificaron a Pablo con Hermes y a Bernabé, con Zeus. El sacerdote de Zeus hasta sacó toros y guirnaldas con el fin de ofrecer sacrificios junto con la muchedumbre. (Hch 14:8-13.) Dos inscripciones antiguas descubiertas en el año 1909 en las inmediaciones de Listra dan testimonio de la adoración de estos dos dioses en aquella ciudad. Una de las inscripciones hace referencia a los †œsacerdotes de Zeus† y la otra menciona al †œGrandí­simo Hermes† y †œZeus el dios-sol†. (The International Standard Bible Encyclopaedia, edición de J. Orr, 1960, vol. 3, pág. 1944.)
El barco en el que Pablo zarpó como prisionero de la isla de Malta llevaba el mascarón de proa †œHijos de Zeus†, es decir, los gemelos Cástor y Pólux. (Hch 28:11.)

Fuente: Diccionario de la Biblia