VIVIR, VIDA

(zén, zóé)

Entre los diversos términos que en el griego clásico pueden expresar la vida (bios, psyché, zóé), zóé -con el verbo zén- es el más englobante y el que mejor se presta para designar la vida del hombre en todos los niveles. Por eso ya el judaismo heleniza-do, los Setenta, utilizan las expresión: «el Dios vivo» (ho Theos ho zón), «la vida eterna» (hé zóé aió-nios).

Pablo juega con toda la gama de sentidos, desde la vida biológica (1 Cor 15,45: vino Adán como alma viviente (psyché zósa), o los medios para vivir (1 Cor 9,4), hasta la vida eterna (Rom 2,7; 5,21; 6,22.23; Gal 6,8…).

El verbo zén se precisa a veces mediante un complemento o un grupo de preposiciones: «vivir según la carne / según el espí­ritu» (Rom 8,12s), «vivir para sí­/para Dios» (Gal 2,19; 2 Cor 5,15; Rom 6,10.11.13; 14,7), «vivir del espí­ritu» (Gal 5,25). Es que la vida humana está dominada por unas fuerzas que pueden ser las de la muerte, las del pecado, las de la ley; entonces es ya presa de la muerte y está muerta (8,13). Pero puede ser también vida para Dios, según el Espí­ritu; la vida entonces no conoce ya fronteras; porque, para quien está en Cristo, el cuerpo es cadáver y el espí­ritu es vida (Rom 8,10). En la dinámica inaugurada por la resurrección, la vida adquiere un sentido absoluto: reinaremos para la vida (Rom 5,18); caminaremos en la novedad de la vida (Rom 6,4).

Cuando Pablo escribe: Para mí­, vivir es Cristo (Flp 1,21; cf. Gal 2,20), la vida presente ha superado ya los lí­mites de la muerte. En efecto, si en 1 Tesa-lonicenses Pablo espera sin ruptura la venida del Señor para los que hayamos quedado con vida (4,15), más tarde indicará que morir es una ganancia (Flp 1,21) y que la participación en los sufrimientos de Cristo en su cuerpo manifiesta la vida de Cristo en nuestra carne mortal y en la fe viva de las comunidades (2 Cor 4,10-12). Así­, en lo más recio de la lucha contra las fuerzas de muerte, está ya trabajando la vida en Cristo (2 Cor 4,12) y los que se adhieren con fuerza a la Palabra quedan inscritos en el libro de la vida (Flp 2,16; 4,3).

Los sucesores de Pablo precisan a veces estas oposiciones: la vida de ahora y la vida venidera (1 Tim 1,16; 4,8); vuestra vida está oculta con Cristo en Dios (Col 3,3-4). Pero la certeza de que Cristo ha vencido a la muerte y hace brillar la vida y la inco-rruptibilidad sigue estando en el centro del evangelio (2 Tim 1,10).

R. D. B

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas