La Escritura usa tres tipos de términos para virginidad. Bәṯûlāh, «virgen, doncella», de la raíz «apartada», sin ambigüedad designa a una mujer en casa, que se abstiene de relaciones sexuales (Jue. 21:12). Así bәṯûlāh se contrasta con viuda o divorciada (Lv. 21:14). Bәṯûlîm (pl.), «estado de virginidad», significa concretamente la evidencia de castidad en el lecho matrimonial (Dt. 22:17, ICC). El término ʿalmāh, «virgen, doncella, damisela», posiblemente de la raíz «oculta», es más probable que derive de «vigoroso, maduro», cf. su género masculino «juventud» (Job 33:25). En el AT ʿalmāh, menos específico que bәṯûlāh, nunca significa mujer casada, sino «doncella», quien se supone es virgen, como Rebeca (Gn. 24:43), Miriam (Ex. 2:3), y la virgen María (Is. 7:14). Por lo tanto, la palabra ʿalmāh nunca es definida por la adición de bәṯûlāh, contrastan naʿărā bēṯûlāh, «una doncella que es virgen» (Dt. 22:23). El término parzenos, «uno separado» del NT especifica la virginidad, parzeneia, como la virginidad de María (Mt. 1:23; Lc. 1:27) anterior a sus relaciones con José (Mt. 1:18, 25; Lc. 1:34), o la de hombres vírgenes (Ap. 14:4). En la LXX parzenos representa a bәṯûlāh, pero además naʿărā cuando una virgen es el sujeto (Gn. 24:14; cf. ʿalmāh, v. 43; Is. 7:14).
La virginidad prematrimonial es apreciada en la Escritura (Gn. 24:16; Lv. 21:13–14; Est. 2:2). La castidad se presume en las doncellas honorables (Lv. 21:3; Lc. 2:36) y, en general, parece haber sido mantenida (Jue. 21:12), excepto en casos fatales (19:24). Las vírgenes eran protegidas (2 S. 13:2) y la violación traía deshonra (vv. 12–13; cf. Dt. 22:14). La mirada de codicia es en sí pecado (Job 31:1; Mt. 5:28). La ausencia de virginidad significaba prostitución, lo cual implicaba el ser apedreada (Dt. 22:21); la acusación falsa era por lo tanto un crimen muy serio (vv. 18–19). En caso de violación, estupro, debía haber matrimonio posteriormente (vv. 28–29), excepto que la mujer seducida le sea negada, aun así debía pagar una indemnización (Ex. 22:16–17). La fornicación con una virgen comprometida (cf. Jl. 1:8) equivalía al adulterio y llevaba a la pena de muerte (Dt. 22:23–27).
En la sociedad israelita (cf. Dt. 32:25), las vírgenes por lo general llevaban vestiduras largas que las distinguían de las demás (2 S. 13:18–19). Recibían un trato especial (cf. Am. 8:13) y se caracterizaban por sus atavíos (Jer. 2:32) y por sus alegres danzas (31:13), mas su dolor representaba calamidad (Lm. 1:4, 18). Las vírgenes alegraban las ceremonias como damas de compañía de las novias (Sal. 45:14; Mt. 25:1; cf. Cnt. 1:3; y 6:8). En tiempos de aflicción (1 Co. 7:26) o para los servicios religiosos (v. 32), una virgen no debía ser dada en matrimonio (vv. 36–37) o debía permanecer soltera (vv. 28; aun cf. Jue. 11:38–39).
La «virginidad» simboliza la inviolabilidad política de Israel (Is. 37:22; contrastar con Jer. 14:17; 31:4) o el lujo de los babilonios, aun hasta el sufrimiento de violencia (Is. 47:1; cf. Egipto, Jer. 42:6). La virginidad además simboliza al pueblo de Dios como desposado con él mismo (Is. 62:4–5; 2 Co. 11:2; contrastar con Ez. 23:3, 8; Jer. 18:13).
BIBLIOGRAFÍA
ISBE; John Murray, Principles of Conduct, pp. 45–81; R.D. Wilson, PTR 24, pp. 308–316.
- Barton Payne
ICC International Critical Commentary
LXX Septuagint
ISBE International Standard Bible Encyclopaedia
PTR Princeton Theological Review
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (640). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología