UNICORNIO

tip, FAUN CUAD

vet, El término heb. es «reem», traducido en la LXX como «adros» y «monokerõs». De este último término se introdujo en la versión Reina-Valera antigua el término «unicornio». No hay nada en las Escrituras que sugiera que el «reem» tuviera un solo cuerno. Al contrario, en Dt. 33:17 se habla de «sus astas, como las astas de un reem». Debe de haber sido un animal con el que estaban familiarizados los israelitas. Su gran fuerza y su naturaleza indómita eran sus principales caracterí­sticas; no podí­a ser usado como un buey doméstico para propósitos agrí­colas (Nm. 23:22; 24:8; Dt. 33:17; Jb. 39:9, 10; Sal. 29:6; 92:10; Is. 34:7). El Señor pidió ser salvado de la boca del león, porque Jehová lo habí­a oí­do desde los cuernos de los unicornios (RV) o de los búfalos (RVR, RVR77) (Sal. 22:21), con los que son comparados Sus implacables enemigos. Es más que probable que se haga referencia a una especie de buey salvaje, el «Bos primigenius». Pueden haber existido en Palestina, lo mismo como el león, aunque en la actualidad hayan quedado extinguidos. Esta identificación queda confirmada por la existencia de bueyes salvajes en bajorrelieves asirios, con el nombre «reem» o «rim» sobre ellos.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Animal fabuloso, de «un solo cuerno» que se representaba en forma de caballo agresivo y violento. En ocasiones se le cita en la Biblia y se le nombra como «monokeros» (unicornius en la Vulgata) traduciendo así­ el término hebreo «r’em», que acaso no tenga tal significado.

Parece que la figura procede de la mitologí­a india y tuvo su repercusión en los ámbitos griegos y romanos, en donde diversos autores lo describieron con lujo de aportaciones fantásticas.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa