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Cristianos orientales que reconocen la supremacía del pontífice romano y reclaman una unificación de los ortodoxos griegos con la Iglesia de Roma. Desde el Concilio I de Lyon de 1245, bajo Inocencio IV, se aceptó por lo delegados griegos la supremacía del Obispo de Roma.
Cuando regresaron a sus iglesias las autoridades, los monjes y muchos gobernadores, junto al clero y pueblo, se opusieron y consideraron traidores y vendidos a los romanos a lo delegados. La unión fracasó, pero los que siguieron el compromiso contraído, en grupos aislados o de forma personal, quedaron adheridos a Roma y se les llamó en su lengua eslava, «Uniatas». Mantuvieron durante siglo lazos de jerarquía y de fidelidad a la Iglesia Católica.
Algunos grupos se extendieron por Oriente e incluso por la extensa Iglesia rusa, aunque ni el Patriarcado de Moscú ni el de Atenas o de Constantinopla secundaron el movimiento.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
(v. Iglesias orientales, unidad de la Iglesia)
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización
(ver IGLESIAS ORIENTALES CATí“LICAS)
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico