TITULOS PAPALES

DicEC
 
En las primeras páginas del Anuario pontificio se encuentran los siguientes tí­tulos referidos al Papa: obispo de Roma, vicario de Jesucristo, sucesor del Prí­ncipe de los apóstoles, sumo pontí­fice de la Iglesia universal, patriarca de Occidente, arzobispo y metropolitano de la provincia de Roma, soberano de la Ciudad del Vaticano. Algunos de estos tí­tulos son antiguos; no todos tienen igual importancia.

Podemos empezar examinando el tí­tulo más común, el de papa. Muchos de los tí­tulos papales pertenecí­an originariamente a los obispos. Así­ por ejemplo, la Iglesia de Roma se dirigí­a a >Cipriano dándole el tí­tulo de papa. A partir del siglo VII los obispos de Roma aceptaron sin replicar el tí­tulo de universalis papa en las actas de los concilios y en las cartas imperiales.

 Gregorio Magno parece haber sido el primero en utilizar frecuentemente el tí­tulo Servus servorum Dei («Siervo de los siervos de Dios»), aunque expresiones similares habí­an sido ya usadas por papas anteriores. Gregorio se opuso en Constantinopla al tí­tulo «cabeza de la Iglesia», llamándose a sí­ mismo «patriarca ecuménico». Aunque el tí­tulo podrí­a significar sólo «patriarca del Imperio de Oriente», es posible que tuviera también la connotación de «universal» que tiene la palabra en griego. Más tarde rechazó también el tí­tulo de universalem papam.
En el siglo XI, en tiempos de la reforma gregoriana, los dos tí­tulos «papa universal» y «siervo de los siervos de Dios» estaban en uso, aunque habí­a cierta oposición frente al primero.  Graciano reaccionó en contra del adjetivo «universal», alegando que este sólo pertenecí­a propiamente a Cristo; pero para entonces la utilización del tí­tulo estaba demasiado arraigada como para poder ser suprimida. En tiempos de Inocencio III, además de los otros dos tí­tulos, empezó a usarse también el de «vicario de Dios».

El tí­tulo de «vicario de Cristo» fue originariamente un tí­tulo episcopal, que data aproximadamente del siglo III. Quizá como tal aparece en el sí­nodo romano del 495, pero fue usado con más frecuencia por los papas a partir del siglo VIII, haciéndose común desde los tiempos de san >Bernardo. Inocencio III fue el primero en reservar este tí­tulo al papa. Los concilios de Florencia y del >Vaticano I lo aplicaron formalmente al papa. Al principio tení­a un sentido casi sacramental, aludiendo a la actuación de Cristo a través de su vicario; pero a partir del siglo XIII adquirió unas connotaciones jurí­dicas. Poco a poco se fue convirtiendo en un tí­tulo exclusivo de los papas, de hecho en el más importante, sustituyendo al de «vicario de Dios», o «vicario de Pedro». El problema que plantea este tí­tulo de vicario de Cristo —problema que por lo demás no está ausente de otros tí­tulos— es que da la impresión de que el papa está por encima de la Iglesia, como intermediario entre esta y Cristo. El tí­tulo de vicario de Cristo fue usado en el Vaticano II refiriéndose a los obispos (LG 27), uso que se justifica en las Actas por medio de textos de Cipriano y de otros documentos patrí­sticos y medievales. Incluso después hubo objeciones al uso de esta expresión en el caso de los obispos, pero la Comisión doctrinal mantuvo su postura, si bien admitiendo el añadido de «delegados».

El tí­tulo de «pontí­fice» era también un tí­tulo episcopal. Originariamente «sumo pontí­fice» (del latí­n Pontifex maximus, «constructor de puentes», o del umbro puntis, «ofrecer») era un tí­tulo pagano, usado por el jefe de los sacerdotes de Roma. Siendo montanista, >Tertuliano lo usaba de manera satí­rica en relación con el obispo de Roma. Aunque algunos autores atribuyen este tí­tulo papal a León I, recientes investigaciones han puesto de manifiesto que no fue de uso corriente como tí­tulo papal hasta el siglo XV.

El tí­tulo de «patriarca» se usó desde el siglo VI. Aunque los obispos de Roma han sido reconocidos desde entonces como patriarcas occidentales o latinos, el tí­tulo no ha sido de uso común, si bien aparece de manera ocasional en todas las épocas. Su significado se estudia en otra voz (>Patriarca).

El tí­tulo de «metropolitano y arzobispo de la provincia de Roma» indica simplemente que la diócesis de Roma es una diócesis principal y que, por consiguiente, los obispos de la zona son sufragáneos bajo la presidencia del obispo de Roma (cf CIC 435-436).

El tí­tulo de «soberano de la Ciudad del Vaticano» puede considerarse como un tí­tulo secular. La Ley de Garantí­as de 1871 puso al Vaticano bajo la jurisdicción del papa, regularizando así­ las relaciones entre el nuevo Reino de Italia y el papado y aboliendo los Estados Pontificios. Esta situación pareció inaceptable a Pí­o IX y a sus sucesores hasta Pí­o XI, que se consideraban a sí­ mismos «prisioneros en el Vaticano». El Tratado de Letrán (1929) confirmó las disposiciones del siglo anterior y dejó claro que el Vaticano era también un Estado autónomo.

El tí­tulo más antiguo, con mucho, es el de «obispo de Roma». Todos los papas lo han usado (>Papa), incluso durante el perí­odo de Aviñón, en el que estuvieron ausentes de la ciudad. Es de este tí­tulo del que se derivan todos los demás. La palabra «papado» parece tener su origen a mediados del siglo XI.

Pablo VI firmó los documentos del Vaticano II del siguiente modo: «Yo, Pablo, obispo de la Iglesia católica».

Con ello parece que querí­a decir «obispo de la Iglesia católica (de Roma)». Al firmar así­, Pablo VI, como todos sus predecesores al usar los diversos tí­tulos, expresaban de algún modo su visión del papado y de la Iglesia. El tí­tulo preferido de Juan Pablo II, salvo para las ocasiones solemnes, es el de obispo de Roma, o sucesor de Pedro: El papa es, en última instancia, un guí­a espiritual al servicio de la unidad y la >comunión en la Iglesia, y son preferibles los tí­tulos que así­ lo manifiestan.

[Y. Congar después de analizar cada uno de estos tí­tulos aconseja que se eviten aquellos que sean susceptibles de ser mal entendidos, como Caput Ecclesiae, Vicarius Christi, Summus Pontifex, y recomienda que se diga Papa, Sanctus Pater, Episcopus Romanus, Successor Petri, Supremus Ecclesiae Pastor.]

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología