TEXTO

(-> crí­tica). El estudio de la Biblia implica una crí­tica textual, pues no poseemos los manuscritos, ni las primeras ediciones oficiales hechas por los autores de los libros ni por los compiladores del Antiguo y Nuevo Testamento, sino sólo copias posteriores. La crí­tica textual estudia los diversos testimonios manuscritos de los textos (con sus traducciones más antiguas) para así­ determinar mejor el texto original, si es que lo hubiera, o los varios textos primitivos, en el caso de que la obra hubiera aparecido ya desde el principio en formas distintas.

(1) Para el Antiguo Testamento hay un texto oficial, fijado en lo que toca a las vocales (el hebreo antiguo no las tiene) por los masoretas de la familia de Ben Aser de Tiberí­ades; es un texto bueno, aunque bastante tardí­o (del siglo X d.C.). Los descubrimientos del mar Muerto (Qumrán*) nos han permitido conocer el texto mucho más antiguo de algunos libros (como el de Isaí­as), utilizado por algunos judí­os en el siglo I a.C., y hemos podido comprobar que concuerda con el texto consonántico de las ediciones modernas (la vocalización masorética es más discutible). Pero eso no significa que tengamos el original, pues hay variantes que pueden ser originales en la traducción de los LXX y en otras recensiones antiguas. De todas formas, debemos afirmar que, en su conjunto, el texto hebreo del Antiguo Testamento se encuentra muy bien conservado, de manera que podemos fiamos plenamente de las ediciones modernas.

(2) En el Nuevo Testamento sucede algo semejante, aunque la Iglesia no conserve, ni haya fijado, un texto oficial, a pesar de los diversos intentos que ha habido en esa lí­nea, desde la antigüedad hasta el renacimiento. Eso significa que conservamos varios textos griegos, que deben cotejarse, para fijar con la mayor exactitud posible (nunca con seguridad) el texto originario. No existe en Occidente ninguna obra antigua con tantos manuscritos, básicamente concordantes, aunque, como es lógico, haya variantes textuales, que no afectan al sentido básico del texto. Algunas traducciones antiguas (al sirí­aco, copto y latí­n) son importantes, pues son más antiguas que la mayorí­a de los manuscritos griegos que conservamos (la mayorí­a del siglo IV d.C.). Desde el siglo XIX se valoran también mucho los papiros provenientes de Egipto, algunos de ellos del siglo II d.C.

(3) Historia de la crí­tica textual moderna. Habí­a alcanzado un alto grado de perfección en el siglo XIX, sobre todo en el Nuevo Testamento, donde la edición de G. Tischendorf, Novum Testamentum Graece (Leipzig 1869, edición nueva de 1972), sigue siendo un lugar de referencia obligada para todos los investigadores. Se han encontrado algunos manuscritos antes desconocidos y muchos papiros, recogidos ya en parte en la obra de H. von Soden, Die Schriften des Nene Testament (Gotinga 1913); pero, en lo fundamental, seguimos utilizando las aportaciones del siglo XIX. En el campo de la Biblia hebrea las cosas parecí­an más sencillas, pues los masoretas habí­an fijado con toda precisión el texto hebreo. Todaví­a hoy nos sirve de referencia a ese nivel el trabajo de Ch. D. Gingsburg, Introduction to the Massoretico-Critical Edition of the Hebrew Bible (Londres 1897) y la primera edición de R. Kittel, Biblia hebraica (1906). También en este campo seguimos aprovechando las investigaciones del siglo XIX. Pero los descubrimientos y estudios posteriores (los textos de la Geniza de El Cairo, los manuscritos de Qumrán, la nueva valoración de los LXX, los estudios sobre el Pentateuco Samaritano, las aportaciones del Targum y de los apócrifos…) nos han ayudado a situar mejor el texto del Antiguo Testamento. Por eso hay proyectos de nuevas ediciones crí­ticas, que pueden mejorar las anteriores.

(4) Ediciones de los textos bí­blicos. Estas son, dejando a un lado las que están en curso de publicación, las ediciones cientí­ficas fundamentales de los textos bí­blicos: K. Elliger y W. Rudolph, Biblia Hebraica Stuttgartensia, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart 1977; A. Rahlfs, Septuaginta, id est Vetus Testamentum graece iuxta LXX interpretes, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart 1979; K. Aland y B. Aland (E. Nestle), Novum testamentum graece, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart 1993; K. Aland y otros, The Greek New Testament, SBÜ, Stuttgart 1993; J. M. Bover, Novi Testamenti Biblia graeca et latina, CSIC, Madrid 1958. Cf. R. Dupont-Roe y Ph. Mercier, Los manuscritos de la Biblia y la crí­tica textual, Verbo Divino, Estella 2í“00; J. A. Fitzmyer, An Introdnctory Bibliography for the Stndy of the Scriptnre, Istituto Biblico, Roma 1990; J. O†™Callaghan, Los Primeros testimonios del Nuevo Testamento: papirologí­a neotestamentaria. El Almendro, Córdoba 1995; J. Trebolle, La Biblia judí­a y la Biblia cristiana. Introducción a la historia de la Biblia, Trotta, Madrid 1998; Introducción a la crí­tica textual del Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 1999.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra