ver, APEDREAMIENTO
vet, Un testimonio, o prueba cierta de un hecho, podía ser: (a) Una señal visible, en ocasiones un montón de piedras, de un convenio cuyo recuerdo se quería perpetuar (Gn. 31:46-52). (b) El testimonio de personas a las que se pide que presencien una transacción (Gn. 23: 10-18). (c) La carta que servía de documento, como, p. ej., en el acto de repudio (Dt. 24:1, 3; Jer. 32:10). También reciben el nombre de «testimonio» los preceptos del Señor (Dt. 4:45; 2 R. 11:12), y también ciertos objetos que dan testimonio de Su presencia, como el arca (Ex. 25:22). Isaías da el nombre de testimonio (oráculo) a su enseñanza (Is. 8:16), al altar erigido en Egipto por orden de Dios (Is. 19:20), y al libro que tiene relación con el porvenir (Is. 30:8). Jesús hablaba frecuentemente del testimonio que El daba y da a la verdad, confirmada por el Padre y por las Escrituras (Jn. 3:11, 33; 5:31-39; 7:7; 8:13-18; 18:37). El Espíritu Santo da testimonio de Jesús (Jn. 15:26). Al dar el Espíritu Santo a los gentiles, Dios dio testimonio de que los admitía en la Iglesia (Hch. 15:8). Mucho tiempo antes, Dios había dado testimonio a ciertas personas, al revelarse a ellas y bendecirlas (He. 11:2-39). La Ley de Moisés estipulaba que la deposición de un solo testimonio no era suficiente para poder aplicar la pena capital (Nm. 35:30; Dt. 17:6; He. 10:28; cfr. 1 R. 21:10, 13; Mt. 26:60). Este principio regía toda la jurisprudencia hebrea (Dt. 19:15). La Ley de Moisés excluía la tortura, que los paganos practicaban para provocar confesiones. Antes de interrogar a un testigo, se le conjuraba a decir toda la verdad; si escondía algo, quedaba con la carga de su pecado (Lv. 5:1; Pr. 29:4). El Decálogo condenaba el falso testimonio (Ex. 20:16). los testigos falsos debían sufrir la pena que querían infligir a la persona injustamente acusada (Dt. 19:16, 19). Los testigos tomaban parte en la ejecución (véase APEDREAMIENTO). Josefo afirma que la Ley de Moisés no autorizaba a las mujeres ni a los niños a testificar. La Ley no contiene ninguna orden formal a este respecto, pero la declaración de Josefo parece plausible, ya que los testigos tenían que asistir a la ejecución. La obligación de tener dos testigos es un excelente principio, susceptible de numerosas aplicaciones (Is. 8:2; Mt. 17:1, 2; 18:16; Jn. 8, 17, 18; 1 Ti. 5:19). Se puede señalar el múltiple testimonio en el establecimiento de nuestra certidumbre espiritual (cfr. Jn. 5:31-39). Los que, a pesar de peligros y angustias, dan testimonio de que la Palabra de Dios es veraz son testigos en el más elevado sentido del término (He. caps. 10, 11; 12:1). El término gr. «martyr» (testigo) designaba a los confesores de la fe que derramaban su sangre como sello a su testimonio, como Esteban y Antipas (Hch. 22:20; Ap. 2:13).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
A. Nombre >ed (d[e , 5707), «testigo». Los 69 casos de esta palabra están esparcidos a lo largo de los varios géneros y períodos de la literatura, aun cuando no se encuentra en los escritos históricos fuera del Pentateuco. El término se relaciona con el campo legal o jurídico. Primero, en el campo de asuntos civiles el vocablo puede referirse a alguien que está presente durante un trámite legal y que puede atestiguar al respecto en caso de necesidad. Por lo general, se trataba de escribanos o notarios; por ejemplo, para constatar un acuerdo verbal sobre traspaso de propiedad: «Y la costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras para confirmar cualquier asunto †¦ Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy de que he comprado de la mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimelec y todo lo que pertenecía a Quelión y a Mahlón» (Rt 4.7, 9 lba). Más adelante los «testigos» no solo testificaban en cuanto a la transacción y lo confirmaban oralmente, sino firmaban un documento o escritura legal. Es así como el término adquiere un matiz adicional que indica tanto la capacidad como la disponibilidad del «testigo», lo cual les permite avalar con su firma: «Entregué el documento de la compra a Baruc hijo de Nerías †¦ en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que habían firmado el documento de la compra» (Jer 32:12 rva). Un objeto o un animal podían testificar de la veracidad de una acción o de un acuerdo. Su existencia o aceptación por las partes involucradas servía como «testigo» (así como en el caso de los animales que se entregaron a Abimelec en Gen 21:30): «Ven, pues, ahora, y hagamos pacto tú y yo, y sea por testimonio entre nosotros dos [que atestigüe sobre nuestra mutua relación]» (Gen 31:44 primer pasaje con el término). Jacob entonces levantó un majano o montículo de piedras como «testimonio» adicional (Gen 31:48) y apela a Dios como «testigo» y juez si el pacto no se cumple. En el derecho penal mosaico el acusado tiene la facultad de carearse con su acusador y de aportar evidencia en cuanto a su inocencia. En el caso de una mujer recién casada acusada por su marido de adulterio, el testimonio de este es suficiente para comprobar la culpabilidad a menos que los padres de la mujer tengan, antes del matrimonio, claras evidencias de su virginidad (Deu 22:14 ). Por lo general, confrontaban al acusado con alguien que presenció o escuchó su culpabilidad: «Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado» (Lev 5:1). Quien miente en un tribunal de justicia incurre en severas penalidades. El noveno mandamiento puede tener como referencia inmediata un contexto concreto como este (Exo 20:16). De ser así, sirve para sancionar procedimientos jurídicos concretos, salvaguardar a las personas de acusaciones y condenas secretas y asegurarles su derecho y privilegio de autodefensa. En el intercambio entre Jacob y Labán antes mencionado, el primero también llama a Dios como «testigo» (Gen 31:50), entre ellos, aquel que vigilará las violaciones y, que al mismo tiempo por ser Dios, es Juez. Aunque en la mayoría de los casos los tribunales procuraban separar las funciones de juez y «testigos», estos últimos sí tomaban parte en ejecutar las penas contra los culpables (Deu 17:7), tal como lo hace Dios. >eduí†t (tWd[e , 5715), «testimonio; ordenanza». Los 83 casos de esta palabra se encuentran a través de todos los tipos de literatura bíblica y en todos los períodos (desde la Ley sinaítica en adelante). El vocablo se refiere a los Diez Mandamientos como mandato o deber de origen divino. En particular se refiere a los mandamientos escritos sobre tablas de piedra que perduran como memoria y «testimonio» de la relación de Israel con Dios y su consiguiente responsabilidad: «Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios» (Exo 31:18). En otros pasajes, estas tablas se indican solamente como «el testimonio» (Exo 25:16). Debido a que se guardaban en el arca, esta se llegó a conocer como el «arca del testimonio» (Exo 25:22) o simplemente «el testimonio»: «Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Jehová lo mandó a Moisés» (Exo 16:34 primera mención del vocablo en la Biblia). A veces, al tabernáculo, donde se guardaba el arca con las tablas de la Ley, se le denominaba «tabernáculo del testimonio» (Exo 38:21) o la «tienda del testimonio» (Num 9:15). El término a veces se refiere a toda la Ley de Dios: «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma: El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo» (Psa 19:7). En este caso, >eduí†t es un paralelismo sinónimo de «ley», por lo que «testimonio» llega a ser paralelo al concepto más amplio de «ley». Las leyes especiales o particulares a veces se denominan «testimonios»: «Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos» (1Ki 2:3). En Psa 122:4, los peregrinajes festivos anuales se llaman «el testimonio dado a Israel». B. Verbo >uí†d (dW[ , 5749), «aceptar como testigo, testificar, repetir, amonestar, advertir, prometer protección, aliviar o mitigar». El verbo, que aparece 42 veces en la Biblia hebrea, tiene cognados en ugarítico (tal vez), arábigo, arameo, siríaco, fenicio y etiópico. En 1Ki 21:10, >uí†d quiere decir «testificar»: «Y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él». En Jer 6:10, el vocablo significa «amonestar»: «¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan?».
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
Principalmente «un testigo» (martus) es «uno que testifica» (martureō) por acto o palabra «su testimonio» (marturion) de la verdad. Este acto de testificar es llamado su «testimonio» (marturia). En la antigüedad, como en el presente, éste era un término legal que designaba al testimonio dado por, o en contra de, uno en un juicio ante una corte. En términos cristianos la palabra llegó a significar el testimonio dado por testigos cristianos sobre Cristo y su poder salvador. Debido a que tal testimonio a menudo resultaba en arresto y flagelo (cf. Mt. 10:18; Mr. 13:9), exilio (Ap. 1:9) o muerte (cf. Hch. 22:20; Ap. 2:13; 17:6), el término griego fue transliterado como mártir (véase), significando uno que sufre o muere antes de rendir su fe. Sin embargo, en el NT el sufrimiento era un factor incidental en la palabra.
Un estudio concienzudo acerca del dar testimonio necesitaría un estudio de toda la Biblia. Tendría que incluirse palabras tales como predicar, enseñar y confesar. Las palabras griegas (quince en número) derivadas de «testigo» (martus) se usan más de doscientas veces en el NT. El uso más común se encuentra en los escritos de Juan, donde hay sesenta y seis casos. Hechos tiene treinta y nueve casos y los escritos paulinos treinta y cinco.
Dejando de lado los usos de las palabras que se refieren al testimonio del hombre (cf. 3 J. 12, etc.), el testimonio de Dios a los hombres (cf. Mt. 18:16, etc.) y usos misceláneos (cf. Jn. 2:25, etc.), consideraremos los usos distintivamente cristianos de estas palabras.
Primero, hay testimonios que significan establecer la encarnación y la verdad del cristianismo. En el Evangelio de Juan, donde esto es primordial, encontramos ejemplos de todos los principales testigos. Juan el Bautista «da testimonio (martureō) de Jesús como el Salvador que viene a salvar al mundo (Jn. 1:7, 8, 15, 32, 34; 3:26; 5:32). Las obras que Jesús hizo eran un testimonio de que él vino del Padre (Jn. 5:36), esto explica el porqué Juan llamó a los milagros «señales» (sēmeion). El AT es un testimonio de Jesús (Jn. 5:39), este pensamiento está detrás de la mayoría de las referencias del NT al AT. Después de la resurrección, las principales evidencias de la veracidad del cristianismo son: el ministerio del Espíritu Santo (Jn. 15:26), el testimonio de los discípulos sobre la resurrección (Hch. 1:22, etc.) y las señales y maravillas con las cuales Dios atestiguó el ministerio de los apóstoles y de las iglesias (Heb. 2:4).
El patrón del ministerio cristiano y la actividad evangélica se encuentran en el NT. Emergen varios principios. (1) Testificar es la obligación universal de todos los cristianos (Lc. 24:48; Hch. 1:8). Que el acto de testificar no se limitaba sólo a los apóstoles o ministros, se demuestra por todas esas referencias de Hechos que hablan de todos los discípulos dando testimonio (cf. Hch. 2:4). Éste es uno de los énfasis más necesarios en el cristianismo moderno. (2) El testimonio que ha de darse debe estar basado en los hechos y significados del testimonio terrenal de Jesús (Hch. 10:39–41) y en su poder salvador (Hch. 10:43). Los primeros testigos fueron los apóstoles, quienes desde el comienzo tenían un conocimiento personal del ministerio (Hch. 1:22). Este conocimiento ellos lo impartieron a otros, quienes también dieron testimonio de lo que recibieron (Heb. 2:3–4). Ellos a su vez encargaron este mensaje a otros, quienes continuarían dando testimonio de él (2 Ti. 2:2). El primer testimonio fue esta «tradición» cristiana (paradosis) (1 Co. 15:1–3). (3) Los testigos cristianos habían de ser fieles sin cuidado de su seguridad o comodidad personal (Mt. 10:4–8, et al.). (4) El testimonio cristiano era atendido por el ministerio del Espíritu Santo y la manifestación de la presencia y el poder de Dios (Heb. 2:3, 4).
BIBLIOGRAFÍA
Arndt; MM.
Fred L. Fisher
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (606). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología