TERESA DE LISIEUX, SANTA

(1873-1897)
DicEc
 
Thérése Martin nació en Alencon (Francia) en 1873, en una familia de clase media muy piadosa. Entró en el carmelo de Lisieux a la edad de 15 años. En su vida no hubo nada llamativo. La única responsabilidad que tuvo fue la de asistenta de la maestra de novicias desde 1893. Murió de tuberculosis en 1897. Sus superiores le pidieron que escribiera su autobiografí­a espiritual. Sus tres partes fueron publicadas después de su muerte con el tí­tulo de Historia de un alma. Alcanzó enorme popularidad. Su canonización tuvo lugar en 1925.

Son muchos los que han reconocido la importancia de su doctrina espiritual y de su significación para la eclesiologí­a, incluyendo a H. U. von Balthasar en 1950. Su contribución a la espiritualidad estriba en su respuesta al amor divino a través de un profundo sentido de la infancia espiritual. El descubrimiento de su papel en la Iglesia se produjo cuando descubrió que no se identificaba con ninguno de los carismas de lCor 12. Descubrió así­ que estaba llamada a ser «amor en el corazón de la Iglesia». Escribe: «Comprendí­ que era sólo el Amor el que hací­a actuar a los miembros de la Iglesia, y que, si el amor llegaba a extinguirse, los apóstoles dejarí­an de predicar el evangelio y los mártires no derramarí­an su sangre… Mi vocación es el amor… ¡Oh Jesús mí­o, te amo! ¡Y amo a la Iglesia, mi madre!».

Sus superiores le nombraron además dos hermanos espirituales: un seminarista y futuro misionero, el P. Belliére, y el misionero P. Roullard. Su correspondencia con ellos muestra el profundo afecto que sentí­a por la vocación misionera, así­ como una firme insistencia en la confianza y en la generosidad de su entrega. Tení­a ilusión por irse a misiones, pero su salud no se lo permitió. Durante el año y medio aproximadamente antes de su muerte, experimentó una total oscuridad mí­stica, de la cual la serenidad de sus últimas conversaciones, llegadas hasta nosotros, no deja traslucir mucho.

En 1927 Pí­o XI la declaró copatrona de las misiones, junto al defensor de la actividad misionera, san Francisco Javier.

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología