Suertes (heb. gôrâl, «suerte», «parte»; jebel, «cuerda», «un instrumento para medir»; yerushshâh; gr. k’ros, «suerte», «parte», «porción»). Procedimientos empleados para descubrir la voluntad de la Divinidad en la selección de una cosa entre 2 o más, o simplemente eligiéndola al azar. Este método fue usado en la antigüedad por los paganos (Est 3:7; 9:24; Jon 1:7; Mat 27:35), y por los hebreos y cristianos durante los tiempos bíblicos. El empleo de este procedimiento por parte de los creyentes en el Dios verdadero parte de la suposición de que el Señor los va a guiar en la selección de la alternativa que corresponda a su voluntad. Es evidente, según las Escrituras, que Dios aprobó este método, a lo menos para ciertos propósitos y en determinadas circunstancias: la selección del macho cabrío que debía ser sacrificado en el Día de la Expiación (Lev 16:8-10), la distribución de las tribus en la tierra de Canaán (Num 26:55; 33:54; 34:13; 36:2, 3), el descubrimiento del pecado de Acán (Jos 7:14), etc. Después de la ascensión de nuestro Señor, los apóstoles echaron suertes para seleccionar al reemplazante de Judas (Act 1:26). Echar suertes habría sido más un método aleatorio con el fin de asignarle tareas a los sacerdotes, los levitas y la gente en general después del cautiverio, sin ninguna aparente intención de que el Señor determinara de qué manera se debían manifestar esas suertes (Neh 10:34). En vista de que el sistema ha sido usado comúnmente por paganos e incrédulos desde tiempos inmemoriales, y puesto que sólo se puede eliminar el factor azar cuando Dios indica definidamente que se debe usar este método, los cristianos inteligentes no emplearán éste ni ningún otro método aleatorio para tratar de descubrir cuál es la voluntad del Señor. El Creador dota a los hombres de inteligencia y les proporciona los principios con los cuales pueden resolver los problemas y tomar las decisiones correspondientes. El cristiano tiene acceso al recurso de la oración y, por medio de ella, a la conducción personal del Espíritu Santo, quien puede dirigirlo en el uso de sus facultades mentales para resolver las contingencias 1119 de la vida. El Creador se siente honrado cuando los hombres emplean las facultades que les ha concedido, y sólo en el caso de personas sinceras, que todavía no han sido iluminadas, se puede esperar razonablemente que él dé su bendición al uso de suertes u otra clase de procedimientos basados en el azar. Pero los cristianos inteligentes no deben poner su confianza en ningún método aleatorio para hacer las decisiones que demanda la vida, ya sean éstas grandes o pequeñas. Descuidar las facultades que Dios les ha dado para afrontar a los problemas equivale a deshonrarlo, rechazar su dirección y exponerse al engaño (cf 1Sa 28:15).
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
las s. servían para invocar la voluntad de Dios, por medio de los urim y tumim, dados en una caja o efod, y la respuesta era sí o no, 1 S 14, 41; 23, 1012.
Esta consulta de la voluntad de Dios sólo la podían hacer los sacerdotes levitas, Nm 27, 21; Dt 33, 8. Los culpables de alguna falta se encontraban, seguramente, por medio de esta consulta, Jos 7, 14-15. La designación de Saúl como rey fue hecha, posiblemente, por medio de esta consulta, 1 S 10, 20-21.
Estas s. ya no se consultaban después del reinado de David.
Tras la conquista de la tierra de Canaán el territorio se repartió entre las tribus por s., Nm 26, 55-56; 33, 54; 34, 13; 36, 2; Jos 14, 2. En tiempos de David, la organización de los sacerdotes, de los levitas, cantores, porteros, se hizo por s., 1 Cro 24, 6; 25, 8; 26, 13-14.
En el N. T. se hizo un sorteo para escoger al apóstol que llenaría en vacío dejado por Judas Iscariote entre los Doce; las s. se echaron entre dos candidatos propuestos, José Barsabás y Matías, y la suerte recayó sobre este último, Hch 1, 26.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
El método de †œechar s.† se utilizaba para adoptar decisiones en ciertos casos como un medio de consulta a Dios. Ante varias disyuntivas, se hacía uso del azar, en el entendido de que éste era dirigido por Dios, por lo cual dice Pro 16:33 : †œLa s. se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella†. Por eso la s. era echada †œdelante de Jehová nuestro Dios† (Jos 18:6; Jos 19:51), pues era una consulta a él, quien decidía (Isa 34:17). Por eso se oraba antes (Hch 1:26). Especialmente se acudía a la s. para la selección de un individuo dentro de un grupo y para dividir ciertos bienes entre los individuos miembros de un grupo. La Biblia no ofrece detalles sobre la forma en que se echaban las s., pero por medio de documentos de Mesopotamia y la tradición judía se sabe de la utilización de trozos de madera o de piedra que eran †œechados† o arrojados al suelo. Se interpretaba la decisión según la forma en que cayeran las piezas, de conformidad con un esquema trazado de antemano. En Masada se han encontrado trozos de cerámica con nombres escritos que se cree fueron usados para echar s. en el momento en que los judíos allí decidieron matarse unos a otros.
Se hizo uso de este método para la selección del macho cabrío de la expiación (Lev 16:8-10); para determinar quién era culpable de alguna transgresión (Jos 7:10-26; 1Sa 14:41); para la elección de Saúl como rey (1Sa 10:20-21); la distribución de funciones en el culto del †¢templo (1 Cr. 24 al 26; Luc 1:9); para decidir cuáles de los exiliados que regresaron a la tierra habrían de vivir en Jerusalén (Neh 11:1); Amán echó s. para saber cuál sería la fecha más propicia para él (Est 3:7); etcétera. Pero lo que más se menciona en la Biblia es la repartición por s. de la tierra prometida a las distintas tribus (Num 26:55; Jos 13:6; Jos 14:2; Jos 15:1; Jos 17:1, etcétera).
soldados que participaron en la crucifixión del Señor Jesús echaron s. para ver quién se quedaba con su ropa (Mat 27:35). Los discípulos echaron s. para escoger el sustituto de Judas en el número de los doce (Hch 1:26). †¢Urim y Tumim.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
ver, CANAíN
vet, Los antiguos, cuando se hallaban ante una incertidumbre, solían echar suertes para determinar una respuesta (Est. 3:7; Jon. 1:7; Mt. 27:35). Se ponían piedras, o tabletas grabadas, u objetos análogos, en un recipiente, que era a continuación movido, antes de retirar o echar los objetos de allí. Primero se ofrecía una oración, pidiéndose a Dios que revelara Su voluntad (Hch. 1:23-26; cfr. Ilíada 3:316, 325; 7:174-181). Al comienzo de la historia del pueblo judío, a Dios le plugo manifestarse de esta manera. Hay en las Escrituras la importante declaración: «La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella» (Pr. 16:33). El empleo de las suertes fue ordenado por Dios para la partición de Canaán entre las doce tribus (Nm. 26:56; Jos. 14:2; 18:6). (Véase CANAíN.) Saúl descubrió, echando la suerte, lo que Jonatán había hecho (1 S. 14:40-45). La distribución de los sacerdotes, etc., se hizo por suertes (1 Cr. 24:5). Los apóstoles echaron suertes para saber si José (de sobrenombre «el Justo») debía suceder a Judas Iscariote, o bien si debía ser Matías (Hch. 1:15-26). Cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, dejaron de usar este método.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado